Hay dos cosas que me gustan mucho: escribir y los mercados financieros. Así que el tener un blog sobre de inversión es lo más natural para mí. Por supuesto ha sido y es una herramienta de trabajo, pero la devoción siempre ha estado antes que la obligación.
Cuando escribo de mercados, por supuesto que a veces estoy más fino y otras veces más obtuso; pero siempre lo hago con gran pasión y las horas que le dedico son como tiempo que no pasa. Por eso agradezco de corazón a todos los que tienen a bien el leerme, ya que si no tuviera decenas de miles de lectores, no estaría tan motivado para hacer una de las cosas que más me gusta.
Quien lleve años leyéndome (y son más de 12) será consciente de que este siempre ha sido un blog (o un autor) en evolución. Lo que hablamos hoy en día no tiene nada que ver con lo que hablaba hace 10 años. Ni tan siquiera con casi nada de lo que hablaba hace 5 años. En ese sentido este blog es un reflejo perfecto de mi evolución.
Hace más de 10 años era un inversor particular que había aprendido algunas cosas interesantes y así lo comunicaba. Pero no dejaba de ser un inexperto aún en fase de aprendizaje y que operaba para sí mismo. Poco a poco fui dedicando mi vida profesional a los mercados y teniendo clientes y de forma natural comencé a trabajar en la industria. Esa primera fase en la industria fue una época difícil donde hubo muchos errores y muchas enseñanzas.
Las teorías con las que me había armado y lo que hacía para mí mismo se encontraron con las dificultades del mundo real, donde los mercados se pueden poner difíciles durante demasiado tiempo (más tiempo del acostumbrado) y donde el trabajar para clientes modifica por completo la psicología necesaria para hacer las cosas. Hay una diferencia gigantesca entre ser un jinete yendo a donde uno quiere en cada momento y el conducir un avión con pasajeros. Otros empiezan a trabajar directamente en la industria y muchas reglas les son dadas, pero siendo yo un completo outsider, había algunas cosas que ignoraba, siendo dicha ignorancia y mi asilvestramiento una de las causas de mis errores.
Las épocas de dificultades te pueden hundir del todo (la ley de naturaleza es que los no aptos son eliminados) o pueden ser una lección de la que aprender y corregir el rumbo. Yo decidí tomar este segundo camino a pesar de las dificultades personales. Puede que a veces sea bastante tonto y esté confundido, pero en el fondo estoy comprometido con la verdad. Así que decidí persistir, pero no si antes aceptando del todo, sin matices ni peros, que me había equivocado por completo. Un día me levanté y simplemente dije "estoy equivocado" y pedí perdón.
A nadie le gusta fracasar y equivocarse. Pero el lado bueno de todo fracaso -porque casi todo tiene un lado bueno- es que has podido descender al valle de los errores y ver exactamente cómo son esos errores, de forma material y precisa. No son cosas que otros te han contado, no son teorías que has leído, sino cosas que has visto en primera persona. Una vez allí descubres el sentido profundo del por qué y del por qué no de muchas cosas y entonces te liberas. Y con esa renovada libertad empecé a pensar de otra manera tratando de capitalizar todo lo que había aprendido.
Mi blog de tantos años ya, refleja todo eso, mi evolución. Mi proceso de inversión actual, imperfecto como todos, pone el acento no en los mercados, ni en si algo va a subir o bajar, o si será más o menos rentable, sino en el ingrediente más importante de todos: el inversor.
No hay ni se busca la mística. Créeme. En un sentido totalmente práctico, material y directo, el principal factor de una inversión suele ser el inversor en sí mismo. Conocerse a sí mismo para alinear sus inversiones con su personalidad y no al revés. No proceder así es luchar contra las fuerzas de la naturaleza, algo tan pueril e inútil como desear que el Sol salga por el norte. Hay que fluir en armonía con la verdad de los hechos de la misma manera que un río cursa por el camino más fácil de todas las posibilidades que se le presenta.
¿De qué sirve el estudiar el flujo de caja de una empresa y sus ventajas competitivas si cuando se pase 10 años a la baja -algo que inevitablemente ocurrirá- el inversor pierde la disciplina y vende? O incluso no queriendo, si el inversor se ve forzado a vender. ¿De qué sirve indexarse pagando pocas comisiones si cuando el mercado caiga un 60%, algo que invariablemente ocurrirá, si el inversor vende desesperado por mucho que haya firmado un contrato consigo mismo cuando todo iba bien?
Los diferentes estilos de inversión responden a las preferencias y conocimientos de cada uno y casi todos son posibles, teniendo todos sus propias ventajas e inconvenientes. Pero lo que todos los estilos tienen en común es que no sirven de nada si no están alineados a la perfección con quién de verdad es el inversor. Buffett ni se inmuta si pierde 10 años (por ejemplo, no ganó nada entre 1998 y 2009) porque él es tu método de inversión, lo conoce al milímetro, sabe qué puede esperar del mismo y sabe por qué hace lo que hace. El qué, el cómo, el cuándo, y el por qué, dependen de el quién.
Para ser mejor inversor, no preguntes qué acción va a subir, o cuánto te puede rendir una inversión. Esas son las preguntas que hacen las jubiladas nonagenarias cuando entran por la puerta de un banco. Un inversor profesional tiene un método, sabe íntimamente por qué usa ese método, sabe lo que puede esperar del mismo en los buenos y en los malos tiempos y, sobre todo, lo sigue a rajatabla. Llueva o haga calor.
Me costó muchos años y millones de euros entender esto. Así que si estás buscando tu camino, tal vez valga la pena reflexionar mis palabras viendo qué hay de valor y verdad en las mismas.
Por último, el año se acaba y como suele ser habitual hago un índice de lo publicado en el último ejercicio. Pero este año no comparto lo más leído, sino los artículos que considero más importantes, independientemente de la reacción de mis lectores y los he dividido en diferentes categorías. Si no los has leído, espero que los disfrutes, al menos casi tanto como yo me lo pasé en grande escribiéndolos para ti.
Saludos cordiales, feliz Navidad y te deseo un gran 2022.
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