Una de las obsesiones de muchos inversores son los movimientos de los insiders, es decir, de los directivos de las compañías cotizadas. O tal vez en un lenguaje alternativo, los movimientos de "las manos fuertes".
Al fin y al cabo, reza la lógica de estos inversores, si la directora financiera de una cotizada ha vendido la mitad de sus acciones durante la última semana, es porque sabe algo que los demás no saben y lo mejor sería actuar como ella. Si la directora financiera no anticipara caídas en el precio de las acciones ¿para que iba a vender buena parte de su posición si manteniéndola podría hacerse aún más rica?
De hecho, de forma agregada, durante los últimos días se ha producido un pico de venta de acciones por parte de los directivos de las cotizadas en Estados Unidos, tal como muestra el ratio de ventas / compras de estos directivos y que durante la última semana se ha disparado hasta 143 (el ratio). Esto, según la información provista a pie de gráfico, sería extremadamente bajista, ya que se nos ayuda a interpretarlo con la leyenda "lecturas mayores a 20 son bajistas".
El dato asusta por su contundencia y, de hecho, se ha convertido en viral durante los últimos días. Vendría a confirmar el temor de muchos de que el mercado está totalmente desconectado de los fundamentales, de que las subidas son puro humo sostenido por los bancos centrales y de que los insiders se han dado cuenta y han comenzado a vender como si el mundo se fuera a acabar mañana.
El problema de este dato o gráfico es que en realidad no sirve para nada. No predice nada porque, en primer lugar, resulta que los directivos de las cotizadas no saben más sobre el futuro de lo que podría saber cualquier inversor minoritario. Esto puede ser impactante para alguien que cree que estas personas situadas en la cima de la pirámide, esa donde se cobran millones de euros, son más listos o sagaces que el resto. Y tal vez lo sean en muchos sentidos, o tal vez no y solo es suerte en la mayoría de los casos, pero de lo que no hay duda es de que, cuando del futuro se trata, nadie sabe nada.
Y ni siquiera hace falta mayor análisis para entender esto, que la información que ofrece el propio gráfico anteriormente mostrado de ventas/compras de los directivos. En los tres grandes picos ocurridos durante el último año por encima de 20 (ese nivel que se nos señala como bajista), simplemente no pasó nada relevante. En el siguiente gráfico del S&P 500 señalo los momentos de esos picos. No solo no anticiparon correcciones de ningún tipo, sino que el timing de los directivos fue horroroso. Podrían haber sido más ricos de aguantar un poco.
Llevo toda la vida viendo este dato de forma recurrente y por experiencia sé que tiene menos capacidad de pronosticar el futuro, de ver caídas, que el simplemente lanzar una moneda al aire.
Por ejemplo, en enero de 2017, el ratio se disparó casi tanto como ahora y de nuevo muchos pensaron que los directivos vendían porque sabían algo que los demás no sabían. Esto ocurría después de una fuerte corrección (ojo, después y no antes) producida entre agosto de 2015 y febrero de 2016.
Y, como suele ser habitual, el timing elegido por los directivos no pudo ser peor, ya que la bolsa había comenzado una gran recorrido al alza que duraría todo un año, todo el año 2017. Los directivos que vendieron acciones durante enero de 2017, podrían haber aumentado significativamente su patrimonio en poco menos de doce meses, simplemente con haber mantenido sus inversiones un poco más. El siguiente gráfico del S&P 500 muestra el momento en el que se produjo el pico del ratio de ventas/compras de los directivos.
Y, por si hubiera dudas, a continuación se muestra un ratio similar (aunque visualmente se lee al revés) de las compraventas de los insiders. Cuando el ratio del panel superior sube, es que los directivos están comprando. Cuando baja, es que están vendiendo. Como se puede ver, en un periodo de una década, el ver directivos vendiendo no tiene capacidad alguna de pronosticar que hará la bolsa. De hecho, lo que suele ocurrir cuando venden es que la bolsa siga subiendo. De nuevo, no saben nada del futuro. No más que usted.
Y entonces llega la pregunta final ¿por qué venden los directivos sus acciones si realmente no es por su capacidad de adelantar el futuro? Y la respuesta es extraordinariamente sencilla: por la misma razón por la que todo el mundo vende. No por un conocimiento especial de lo que va a ocurrir, sino por la muy humana necesidad de hacer caja de sus beneficios cuando la bolsa ha estado subiendo. Por un lado para asegurarse un dinero ante su temor, la mayoría del tiempo equivocado, de que las ganancias se evaporen y, por otro lado, para financiar sus caprichos. Cuando la bolsa sube fuertemente durante semanas y meses, aumenta la percepción de riqueza y surgen "nuevas necesidades", como la de comprarse una cada en los Hamptons.
La falta de divinidad y exceso de humanidad que muestran los movimientos de los insiders, es lo que explica la paradoja de este ratio: la mayoría de las veces que repuntan las ventas de acciones no es porque haya problemas a la vista, sino porque los directivos está contentos y hacen caja para comprar cosas como esta: