A falta de pocas horas para que termine el año 2019 así como la actual década (2010 - 2019), ya podemos afirmar con total seguridad que estamos ante un momento histórico: la década actual será la primera desde 1850 en la que no se produzca ninguna recesión en Estados Unidos. Dato que se confirma en estos momentos, cuando ya técnicamente es imposible que se produzca una recesión en Estados Unidos, pero que se podía intuir desde hace meses (a mediados de este año el actual ciclo alcista se convirtió en el período económico expansivo más largo de la historia, aunque uno de los más débiles en términos de crecimiento del producto interior bruto).
Pero si nos fijamos con atención en la tabla inferior, en la que se relacionan todas las recesiones que han existido en la economía estadounidense desde la década de 1850 se pueden extraer algunas conclusiones interesantes. En primer lugar, las recesiones son cada vez de menor intensidad en términos de caída del PIB. A finales del siglo XIX y principios del XX la caída media del PIB en cada una de las recesiones se encontraba en torno al 20%. Desde los años cincuenta hasta la actualidad, la caída media se ha situado en torno al 2 - 3%. En segundo lugar, las recesiones son cada vez menos numerosas. Han existido décadas, sobre todo a finales del siglo XIX, en las que se han producido hasta cuatro recesiones, circunstancia que se ha repetido de forma bastante recurrente hasta mediados del siglo pasado. Por último, el único aspecto que se ha mantenido razonablemente estable a lo largo de estos últimos 170 años ha sido la duración de las mismas. En la mayoría de los casos, y salvo excepciones puntuales, la duración media de las mismas se ha situado en torno a 12 - 18 meses.
(Fuente: ISABELNET)
Teniendo en cuenta estos aspectos, la pregunta que se estarán haciendo casi todos los inversores (y muchos de ellos llevan ya varios años haciéndose) es cuándo llegará la próxima recesión. Aunque pueda parecer una pregunta sencilla de responder, pronosticar con exactitud cuándo va a llegar una recesión es una tarea casi imposible. Ante esta circunstancia, conviene recordar una vez más las palabras del afamado gestor Peter Lynch, en las que decía que “los inversores han perdido mucho más dinero preparándose o intentando anticipar las correcciones, que en las correcciones mismas”.
Actualmente hay indicios altamente fiables de que el ciclo actual (de más de diez años de duración) estaría llegando a sus etapas finales (Hugo Ferrer ha señalado en las últimas semanas algunos de ellos - I, II, III, IV, V y VI), si bien también tenemos señales bastante fiables que apuntan a que podría producirse una cierta reaceleración económica en los próximos meses y, por lo tanto, alargarse aún más la duración del actual ciclo económico. Pero además de estas señales de carácter macroeconómico, no podemos olvidar la situación geopolítica, con una guerra comercial entre Estados Unidos y China que indudablemente va a impactar en la evolución del ciclo económico global. Un acuerdo satisfactorio para ambas partes sería un espaldarazo importante para la economía, mientras que si las tensiones persisten, la economía podría acelerar aún más su deterioro.
En cualquier caso, la conclusión que puede extraerse a la vista de la tabla superior es que la situación actual es una “anomalía” histórica. Muchos de los inversores que han llegado a los mercados bursátiles en los últimos años no han vivido nunca una recesión, lo cual puede generarles una falsa sensación de seguridad al pensar que lo que está ocurriendo en estos años es algo normal. Nada más lejos de la realidad. La próxima recesión llegará (probablemente más pronto que tarde), pero es fundamental tener presente que lo normal no es lo que ha ocurrido en esta década. Y cuando llegue una recesión, y consecuentemente un mercado bajista, se verá realmente quién es un inversor de largo plazo y aprovecha los periodos de “rebajas” para comprar y quién sale huyendo al más mínimo contratiempo.
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