La desaceleración económica es una realidad que ya se venía atisbando desde principios de este año, pero los datos económicos que se van conociendo no han hecho sino agravar este deterioro económico. Por un lado, tenemos un sector manufacturero global que ya se encuentra en recesión y diversas evidencias apuntan a que su deterioro continuará probablemente en los próximos meses. Por otro lado, el sector servicios estadounidense (y por extensión mundial), que hasta la fecha no había sufrido aparentemente los efectos de la guerra comercial, comienza a sufrir sus efectos y se está desacelerando más rápidamente de lo que se preveía.
(Fuente: Daniel Lacalle)
Pero lo realmente preocupante es que las perspectivas que se manejan, tanto por inversores, analistas, economistas o políticos, es que esta desaceleración continuará en los próximos meses. Y aunque parezca mentira, no parecen ir muy desencaminados. Sin ir más lejos, hace pocas semanas conocimos los datos de exportaciones de Corea del Sur, un país, que aunque pueda parecer extraño, es un excelente “proxy” de la economía mundial. Tal y como apunta Philip Petursson, jefe de estrategias de inversión de Manulife Investments, es fundamental poner el foco de atención en Corea del Sur si queremos pronosticar la evolución de los beneficios empresariales, ya que éstos han estado altamente correlacionados durante más de veinte años con las exportaciones del país asiático.
Como se aprecia en el gráfico inferior, las exportaciones del país asiático se han desplomado en el mes de septiembre (en sus veinte primeros días) algo más de un 20% en tasa interanual. Se trata de la mayor caída en una década y muy similar a la que se produjo en plena gran crisis financiera durante los años 2008 y 2009. Un análisis más detallado de los datos revela que las exportaciones coreanas a China cayeron cerca de un 30%, un 21% a Estados Unidos y un 13% a Europa.
(Fuente: Zerohedge)
Es evidente que un desplome tan significativo de las exportaciones en el mes de septiembre (unido a la caída acumulada durante todo este año) no son buenas noticias para la economía mundial. Como se refleja en el siguiente gráfico, es altamente probable que la desaceleración del comercio mundial continúe en los próximos meses, lo cual va a impactar indefectiblemente en todos los sectores económicos.
(Fuente: Martin Enlund)
Una desaceleración del comercio mundial de la cual es responsable en gran medida la guerra comercial desatada desde hace meses entre China y Estados Unidos. Hay que apuntar que este deterioro del comercio mundial podría verse aliviado temporalmente si finalmente el mini acuerdo alcanzado entre ambos países la semana pasada llega a buen puerto. Se trataría en cualquier caso de un acuerdo puntual y provisional, puesto que alcanzar un acuerdo definitivo entre China y Estados Unidos parece algo bastante improbable teniendo en cuenta que las discrepancias entre ambas partes en relación con los asuntos más importantes siguen siendo muy elevadas.
Tal y como se apuntaba al principio del artículo, las exportaciones de Corea del Sur han tenido históricamente una elevada correlación con los beneficios empresariales de Estados Unidos, aspecto que puede verse reflejado a la perfección en el gráfico inferior. De cumplirse de nuevo esta pauta histórica, deberíamos empezar a asistir en los próximos meses a un descenso en los beneficios empresariales de las cotizadas estadounidenses, en una cuantía como mínimo similar a la que se produjo durante la desaceleración de los años 2015 y 2016.
(Fuente: ISABELNET)
Pero no sólo las empresas estadounidenses van a sufrir como consecuencia de la desaceleración económica mundial. Si tenemos en cuenta que Corea del Sur es un país altamente exportador y muy abierto al comercio global, y por lo tanto, muy buen “proxy” de la economía mundial, la ralentización económica va a impactar directamente en los beneficios empresariales de las principales empresas cotizadas mundiales (medido a través del índice MSCI World que agrupa más de 1.600 empresas de mediana y gran capitalización de 23 países diferentes del mundo desarrollado). En consecuencia, y al igual que en el caso de las empresas del S&P 500, deberíamos esperar también un significativo frenazo a nivel mundial de los beneficios empresariales.
(Fuente: ISABELNET)
Este frenazo de los beneficios empresariales que estamos comentando se puede ver por ejemplo en la tremenda caída de los beneficios por acción de las empresas del DAX alemán. De forma agregada han caído cerca de un 30% desde que se inició la guerra comercial hace algo más de un año, momento en el cual la economía mundial empezó a mostrar síntomas de debilidad. El caso de Alemania ha sido muy paradigmático, en el sentido de que es uno de los países que más está sintiendo los efectos de la guerra comercial. Actualmente, y como hemos comentando en diversos artículos, Alemania ya se encuentra en recesión (dos trimestres consecutivos de contracción del PIB) y aunque hay algunos “brotes verdes” en la industria alemana, la situación sigue siendo muy delicada.
(Fuente: Jeroen Blokland)
De este modo, la debilidad económica actual no parece que vaya a finalizar a corto plazo si nos atenemos a lo que sugiere el desplome de las exportaciones de Corea del Sur. Detectar una recesión, como bien decía a principios de mes Hugo Ferrer, es “increíblemente difícil”, pero lo que sí es posible afirmar con bastante seguridad es que las señales que apuntan a que la recesión está más cerca son cada vez más numerosas. No sólo las exportaciones de Corea nos están avisando de problemas económicos futuros. El incipiente estallido de la burbuja de las compañías “no rentables” como WeWork (al igual que se produjo en el año 2000), la recesión del sector manufacturero global, la burbuja en el mercado de renta fija, el desplome de FEDEX (una compañía muy cíclica y altamente sensible a la evolución del comercio mundial) o las pesimistas perspectivas de los CEOs de las grandes empresas estadounidenses son síntomas claros y evidentes de que no algo no va bien en la economía.
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