La curva de tipos se desinvierte. Por qué debemos prestar atención a este movimiento

21 de octubre, 2019 Incluye: SPX 1
Redactor de contenidos en inBestia
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El debate sobre la inversión de la curva de tipos de interés y su efecto sobre los mercados financieros alcanzó su punto álgido durante el pasado mes de agosto, pero en las últimas semanas la atención de los inversores se ha dirigido hacia otros asuntos de mayor actualidad como la guerra comercial o las negociaciones en torno al Brexit. Sin embargo, en los últimos días se está produciendo un interesante movimiento en la curva de tipos de interés que está pasando bastante desapercibido, al menos para los medios de información financiera tradicionales.

Como ya sabemos, la inversión de la curva de tipos es una de las señales recesivas más potentes que existen. A mediados del mes de agosto, se invirtió la curva de tipos por primera vez desde el año 2006, lo cual despertó los temores de muchos inversores ante una inminente recesión, dado que es una señal que ha demostrado una elevada tasa de acierto a la hora de pronosticar recesiones. Si bien la tasa de acierto ha sido históricamente muy elevada, el inversor no debería mostrar una preocupación tan grande puesto que entre el inicio de la recesión y la primera inversión de la curva de tipos históricamente transcurren unos 12 meses de media (de este modo, tal y como expresa Jeroen Blokland, deberíamos esperar una recesión en Estados Unidos entre julio del 2020 y mayo del 2021).  

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(Fuente: Liz Ann Sonders)

Sin embargo, tal y como apuntaba Ángel Martín Oro hace un tiempo, “la señal verdaderamente preocupante es cuando el diferencial de la curva, una vez en negativo, empieza a subir y se vuelve positivo. Ahí es cuando la recesión sí está realmente próxima y las bolsas a punto de hacer máximo”. Precisamente esto es lo que acaba de producirse. Tras varias semanas en las que la curva de tipos ha estado invertida, en los últimos días el diferencial entre la rentabilidad del bono a 10 años y las letras a 3 meses ha vuelto a situarse en terreno positivo. 

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Como se aprecia en el gráfico superior, acaba de producirse la misma señal que se generó justo antes de las últimas tres recesiones (1990 - 1991, 2001 y 2007 - 2009). Según esto, y si hacemos caso a la historia, una recesión económica estaría más cerca que nunca, puesto que de media sólo transcurren cuatro meses desde que se produce la desinversión hasta que la economía entra en recesión (considerando únicamente las tres últimas recesiones, ya que anteriormente la desinversión se produjo una vez que la economía estaba ya en recesión, cosa que no parece ocurrir actualmente). 

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(Fuente: Liz Ann Sonders)

En consecuencia, y si damos por buenos los precedentes históricos, los niveles actuales deberían considerarse como techo de mercado (en el gráfico inferior se han señalado con una flecha de color rojo los momentos en los que se ha producido una situación como la actual). En la recesión de los años 1990 y 1991, el S&P 500 se anotó una caída cercana al 20%, mientras que en las dos últimas recesiones el desplome de los mercados se situó en torno al 50%. 

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Ahora bien, no debemos fiar nuestro análisis y estrategia a lo que refleje un sólo indicador, por muy potente y acertado que éste sea. Es fundamental analizar todo el entorno macroeconómico para poder calibrar el grado de fiabilidad de la señal generada por la curva de tipos. De este modo, y como se ha comentado en diversos artículos en esta web, las señales que apuntan a un fin de ciclo en Estados Unidos se empiezan a acumular. Desde la recesión del sector manufacturero mundial, pasando por la debilidad del comercio mundial como consecuencia de la guerra comercial, el incipiente estallido de la burbuja de las compañías no rentables como WeWork o el pesimismo mostrado por los CEOs de las grandes compañías estadounidenses, las señales recesivas son cada vez más numerosas.

Ahora bien, también hay que plantearse, como están haciendo muchos analistas en estos últimos tiempos, si la curva de tipos ha dejado de funcionar como lo había venido haciendo hasta ahora. Sin ir más lejos, Juan Carlos Berganza y Alberto Fuertes publicaron a mediados del año pasado un interesante estudio en el Boletín Económico del Banco de España en el que señalan que “a diferencia de episodios anteriores, en los que el aplanamiento de la curva se explicaba por el comportamiento de los tipos de interés esperados en los distintos plazos, en el actual se justifica sustancialmente por la compresión de las primas a plazo. En este contexto, la relación histórica entre la pendiente de la curva y la anticipación de períodos recesivos de la economía estadounidense podría haberse modificado”.

Sea como fuera, y aún teniendo en cuenta que el poder predictivo de la curva de tipos podría haberse reducido, no conviene ignorar la señal que nos está lanzando la curva de tipos. Y más cuando las señales macro a nivel mundial hablan de una desaceleración económica que ya es una realidad.

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