Los mercados financieros de los países desarrollados se enfrentan a una delicada situación. Están inundados de liquidez, como consecuencia en gran parte de las medidas de expansión monetaria llevadas a cabo al unísono por casi todos los bancos centrales del mundo. Ello ha provocado que, según Barry Ritholtz, fundador de Ritholtz Wealth Management y columnista de Bloomberg, existan muy pocas oportunidades de inversión viables a gran escala.
¿Cómo terminará esta situación? Las consecuencias de este escenario probablemente resultarán conocidas para todos aquellos que hayan estudiado la historia de los mercados financieros. Para los que la desconozcan o quieran refrescarla, Ritholtz nos plantea una posible secuencia en cinco fases de lo que ha ocurrido hasta ahora y lo que podría ocurrir en el futuro:
Fase 1. La acumulación de riqueza se acelera.
Fase 2. La demanda de rentabilidad por parte de los inversores hace que los flujos de capital se dirijan hacia todo tipo de activos.
Fase 3. Los precios se disparan al alza y algunos analistas empiezan a cuestionarse si la situación se está exagerando.
Fase 4. Wall Street responde a la demanda de los inversores creando más productos financieros.
Fase 5. Las valoraciones aumentan hasta un punto insostenible y finalmente se produce un crash bursátil.
¿En qué fase nos encontraríamos hoy? Echemos un vistazo detallado a cada una de estas cinco etapas para poder responder a la pregunta.
¿Alguien tiene dudas de que actualmente hay billones de dólares en riqueza patrimonial (acciones, planes de pensiones, fondos de inversión, etc.)?. Analicemos el patrimonio de los hogares y asociaciones sin ánimo de lucro. La Reserva Federal señaló recientemente que la riqueza patrimonial se había incrementado en 1,7 billones de dólares en el último trimestre hasta alcanzar la cifra de 96,2 billones de dólares. Este incremento se debió fundamentalmente al aumento de valor de los activos financieros (acciones, fondos de pensiones, fondos de inversión, etc.) así como a la revalorización de los precios de la vivienda. Esta situación que mencionamos sólo hace referencia a Estados Unidos, es decir, no se está teniendo en cuenta la riqueza acumulada en regiones como Europa, China o Japón. Como pueden deducir fácilmente, nos encontramos ante una ingente cantidad de riqueza no vista con anterioridad.
La segunda etapa es aquella en la que el dinero empieza a entrar con fuerza en multitud de activos en busca de rentabilidad. En estos momentos, como señala Ritholtz, está entrando dinero en todo tipo de activos: acciones, bonos, materias primas, capital riesgo, etc. Hace algo más de dos años el autor señaló la enorme escasez de bonos soberanos de calidad de largo plazo así como otros activos de renta fija (investment grade), algo que a día de hoy sigue produciéndose. El aumento de la demanda de bonos a largo plazo con categoría “investment grade” junto con una oferta limitada ha creado una escasez de los mismos, y por consiguiente, unos precios muy altos.
Se puede debatir acerca de las valoraciones de que han alcanzado muchos activos, pero de lo que no hay duda es de que la mayoría de ellos han obtenido rentabilidades positivas, incluso extraordinarias, desde que la Gran Recesión finalizó en el año 2009. A partir de aquí entramos en la tercera etapa. Algunos analistas consideran que muchos activos no sólo cotizan con unas valoraciones ajustadas, sino que en muchos casos éstas se han disparado. Pero esta situación no sólo se circunscribe a Estados Unidos. También apuntan que lo mismo está a punto de suceder en Japón y en Europa y que, por último, ocurrirá en los mercados emergentes y frontera. Como hemos apuntado anteriormente, la valoración que han alcanzado determinados activos es uno de los debates sobre los que más se está discutiendo en los últimos meses. Ritholtz señala que el dinero va donde se le trata mejor, y esto es básicamente lo que ha impulsado fuertemente al alza las valoraciones de las acciones.
Según el fundador de Ritholtz Wealth Management, hoy nos encontramos en mitad de la tercera fase, ya que algunos activos están sobrevalorados mientras que otros se encuentran camino de ello. Tenga en cuenta que la duración de esta etapa suele ser mucho mayor de lo que la gente imagina. A modo de ejemplo, recuerde el periodo comprendido entre 1996 y el año 2000, en el cual el mercado subió cerca de un 150%, si tomamos como referencia el S&P 500, o más de un 700% si consideramos la evolución del Nasdaq 100. En 1996 personalidades como el ex-gobernador de la Reserva Federal, Alan Greenspan, o el premio Nobel Robert Shiller, ya alertaban de la sobrevaloración del mercado.
La cuarta fase es aquella en la que, como consecuencia de las atractivas rentabilidades que generan la mayoría de los activos, los inversores comienzan a demandar nuevos productos financieros. La respuesta natural de Wall Street a esta demanda es crear más oferta de productos financieros para el inversor. Recuerde, por ejemplo, cómo la industria financiera respondió a principios y mediados de la década del 2000 creando ingentes cantidades de hipotecas subprime con los mayores ratings crediticios (AAA), a pesar de que los activos reales que formaban parte de dichas carteras eran, en su mayor parte, basura. La demanda de más activos es satisfecha con la creación de más oferta.
Inevitablemente las valoraciones seguirán subiendo, pero mientras los precios continúen su escalada, la mayoría de las personas ignorarán las señales de advertencia (elevadas valoraciones, excesiva complacencia, aplanamiento de la curva de tipos de interés, etc.). Esto nos lleva a la quinta y última fase de todo mercado alcista, en la cual el dinero entra de forma indiscriminada en cualquier tipo de activo, hasta el momento en que las entradas de capital comienzan a reducirse y finalmente unos pocos valores, en el caso de los índices bursátiles, son los que tiran de éstos. Esto conduce eventual e inevitablemente al desplome de los precios, que puede ser como consecuencia del estado de la economía (recesión económica), algún evento o shock externo o incluso el comportamiento de las masas.
Ritholtz afirma que no puede establecer con exactitud los plazos que tardará en desarrollarse cada una de estas fases, pero le sorprendería que esta vez no sucediera lo mismo.
El reloj de la inversión, un sencillo modelo que analiza la situación del ciclo económico en función de los parámetros de la inflación y el crecimiento económico, también nos muestra una situación parecida. Según éste, nos encontramos en la fase de “sobrecalentamiento”, es decir, una fase que se caracteriza porque el crecimiento económico alcanza niveles máximos y la inflación aumenta, lo que obliga a los bancos centrales a subir los tipos de interés (los mercados descuentan con una elevada probabilidad que la Reserva Federal volverá a subir los tipos en diciembre hasta el rango 1,25% - 1,50%). Como consecuencia de estos movimientos, la curva de tipos de interés comienza a aplanarse, aspecto que estamos viendo cómo se acentúa en las últimas semanas.
Así pues, tanto si tenemos en cuenta el reloj de la inversión, como si analizamos el mercado de acuerdo con el esquema planteado por Barry Ritholtz, la situación actual refleja un mercado maduro con valoraciones elevadas. Lo que no podemos decir es cuándo se terminará e iniciará un nuevo ciclo bajista o lateral. Pueden pasar varios años más de mercado alcista, pero no tengan duda de que tarde o temprano esta situación cambiará.
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