El rebote bursátil que se inició a finales del pasado año, tras los fuertes desplomes vividos durante el mes de diciembre, sigue aún vigente. La cuestión fundamental para el inversor radica en saber si estamos ante un simple rebote técnico producto de la fuerte sobreventa o el mercado ya ha corregido “suficiente” y desde los niveles actuales se desplegará un nuevo tramo al alza sostenido.
Cuestión difícil de pronosticar y que depende de varios factores. Entre ellos, los datos macroeconómicos que vayamos conociendo en los próximos meses, que nos darán pistas no tanto de si la economía global se está desacelerando (algo que es evidente, sobre lo que ya advertimos hace muchos meses), sino acerca de su magnitud. ¿Estamos ante una desaceleración suave o ante el comienzo de un deterioro macro mucho más intenso, antesala de recesión? Es una pregunta que está en la cabeza de muchos inversores, y lo seguirá estando durante un tiempo hasta que los datos decanten la balanza por uno u otro escenario.
Datos macro los hay para todos los gustos. Si nos centramos en la economía más importante del mundo, la de Estados Unidos, unos siguen sin señalar problemas, otros son mixtos, pero otros alertan de una importante debilidad macroeconómica. Uno de estos indicadores es el relativo al sector químico estadounidense, que como podemos comprobar en el gráfico inferior tiene una elevada correlación con la producción industrial.
(Fuente: Troy Bombardia)
De este modo, teniendo en cuenta que la producción industrial es un indicador generalmente bueno de la salud de una economía, las señales que nos está lanzando el indicador de actividad del sector químico no son positivas. En los últimos meses su tasa de crecimiento ha sufrido una fuerte caída, lo cual podría estar anticipando una marcada desaceleración de la producción industrial.
No obstante, a pesar de su estrecha correlación con la producción industrial, también hay que apuntar a algunas señales falsas. Por ejemplo, en el año 2012 entró brevemente en terreno negativo, mientras la producción industrial se mantuvo firme. En 2015-16, en cambio, el sector industrial sufrió una contracción de su actividad (liderada por el sector del petróleo y gas y minería), no corroborada por la actividad del sector químico.
Pero el dato es coherente con la debilidad que se está viendo en los últimos meses en la economía mundial. Los mercados se han vuelto muy sensibles con este tema, temiendo que podría ir a peor. Una buena muestra de ello fue la reacción de ayer del mercado a los datos del cuarto trimestre de 2018 de Caterpillar, el gigante industrial estadounidense dedicado entre otras muchas cosas a la fabricación de maquinaria para la construcción, equipos de minería, motores diesel, etc. Caterpillar es uno de los máximos exponentes del sector industrial estadounidense, por lo que es un buen termómetro de la salud de este sector y de la economía global manufacturera.
Tras la publicación de unos resultados trimestrales que han sido la mayor decepción frente al consenso de analistas desde 2008, la cotización de la empresa cerró con una caída del 9%. Caterpillar obtuvo en 2018 un beneficio neto de 305M$, lo que supone una caída de casi el 48% frente al resultado del año anterior, además de emitir perspectivas flojas para los próximos trimestres. Según apunta la compañía, el principal responsable de estos malos datos es la menor demanda procedente de China, lo que reaviva el miedo al impacto de la desaceleración china sobre la economía mundial.
Si estos datos negativos (de Caterpillar y el sector químico) se extienden a otras empresas y sectores e intensifican en magnitud, existe el riesgo de que, como alertan los analistas de Nordea, el rebote actual sea una “trampa alcista” y veamos próximamente una vuelta a los mínimos de finales del pasado año. Por lo que merece la pena estar vigilantes.
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