¿Recuerdan que tras la victoria de Trump en las elecciones estadounidenses de 2016 se escuchaba mucho en el mercado la palabra “reflación”? Parecía que la economía global iba a acelerar su crecimiento, impulsando al alza la inflación.
Algo de eso ocurrió, pero fue efímero. Hoy el escenario es totalmente diferente. La economía se desacelera, las tasas de inflación se reducen y los inversores extrapolan esta tendencia reciente hacia los próximos trimestres. Así lo pone de manifiesto el posicionamiento defensivo en Renta Variable y particularmente en los sectores más cíclicos de los gestores de fondos globales (según la encuesta de BofAML).
Y la otra derivada es que el porcentaje de estos gestores que piensan que a 12 meses vista los tipos de interés a largo plazo serán menores que hoy está en prácticamente máximos desde al menos 2003 (fecha en que se empezó a recopilar este dato). El actual es un porcentaje similar al de finales de 2008 cuando el pesimismo sobre la economía era extremo, en el clímax de la peor crisis económica desde la Gran Depresión.
Fuente: Tracy Alloway.
Esta expectativa, además, se da después de que los tipos de interés hayan caído significativamente desde finales de 2018. Es decir, que los gestores piensan que tras esta gran caída (o subida de precio de los bonos), lo más probable es que la tendencia siga hacia abajo. Al pesimismo sobre el crecimiento se unen las recientes declaraciones de sesgo dovish de los banqueros centrales, que han abierto la puerta a nuevas medidas de relajación de la política monetaria.
Como indicador aproximado podemos ver la evolución del tipo de interés del bono estadounidense a 10 años, como ha pasado del 3,2% en octubre y noviembre de 2018 al 2% actual.
Su tasa de cambio (caída en este caso) ha alcanzado niveles similares que en ocasiones anteriores en las que rebotó con cierta fuerza:
Fuente: Aspen Trading Group.
En el siguiente gráfico vemos lo bien que lo han hecho los inversores en deuda a largo plazo estadounidense, a través del ETF TLT. En el último año han obtenido un 13% de rentabilidad frente al 6% del S&P 500, con una volatilidad sustancialmente inferior.
Este descenso de rentabilidad de la deuda ha favorecido a sectores estables que tienden a repartir altos dividendos (y que “compiten” con el yield de los bonos en su atractivo de cara a los inversores), como las utilities o empresas de consumo estable, reflejadas por los ETFs XLU y XLP, respectivamente. En el siguiente gráfico vemos que en el último año estos dos sectores lo han hecho bastante mejor que el S&P 500 y el TLT:
Nota: Bonos (TLT) en negro, S&P 500 (SPX) en marrón, Consumo básico (XLP) en azul, Utilities (XLU) en gris.
En este contexto me hago varias preguntas: ¿es este pesimismo sobre la economía global excesivo? ¿son las expectativas de descenso de la inflación acertadas? ¿Y si se resuelven favorablemente las tensiones comerciales entre EEUU y China y disparan los animal spirits? ¿Dónde quedarían las múltiples bajadas de tipos de la Reserva Federal que descuenta el mercado, con una economía sólida y en pleno empleo? (¿Realmente hace falta bajar tipos?) ¿Y si sube el petróleo con fuerza, elevando con ello la inflación? ¿No se están pasando los inversores con el optimismo relativo en bonos vs. acciones que reflejan los flujos?
Esto parece un sentimiento y posicionamiento extremo. Cuando todo el mundo está posicionado para que pase X, si X pasa eso normalmente no tiene un gran impacto en los precios porque ya estaba descontado, pero si no pasa X, tendrá un fuerte impacto en contra. Cuando todo el mundo piensa que los tipos seguirán cayendo y compran bonos / venden bolsa masivamente, no es desde luego el mejor momento de posicionarse largo en bonos y acciones que actúan como bond-proxies. Y probablemente tampoco lo sea para ser negativo en el mercado bursátil.
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