Los inversores más brillantes suelen estar de acuerdo en la importancia de estudiar la historia y extraer sus lecciones clave. La historia nos proporciona un espejo en el que mirar los errores y aciertos del pasado, sin necesidad de tener que experimentarlos en carne propia. Podemos analizar cómo los inversores y analistas se enfrentaron a un problema hace décadas o incluso siglos, que puede estar vigente en la actualidad. Eso nos puede ayudar a comprender mejor la situación de hoy y los escenarios futuros.
Aunque el hoy casi nunca es idéntico al ayer, la naturaleza humana (que es la que al fin y al cabo está detrás de los movimientos del mercado) no ha cambiado. Decía Jeremy Grantham en una reciente carta trimestral que “en el mundo económico y de la inversión en que casi todo parece haber cambiado en los últimos 20 años, una cosa ha permanecido constante: la naturaleza humana”.
¿Quién no ha oído hablar del crash bursátil más famoso de todos los tiempos? El 26 de octubre de 1929 el Dow Jones llevaba acumuladas unas pérdidas del 13% en el mes. El 28 del mismo mes cayó un 13% adicional, y el 29 de octubre se derrumbó otro 12%. ¿Fue alguien capaz de predecir el gran crash? ¿Qué podemos aprender de dicho acontecimiento?Jason Zweig, reconocido periodista financiero de “The Wall Street Journal” nos relata la historia de Karl G. Karsten, el hombre que pronosticó el crash de 1929.
Al igual que sucede hoy en día, los expertos de la época afirmaban con relativa frecuencia que una fuerte corrección estaba a la vuelta de la esquina. Incluso se cuenta que el especulador Joseph Kennedy, que más tarde se convertiría en el primer director de la SEC - Securities and Exchange Commission - (lo que en España es la CNMV), vendió todas sus acciones y se salió completamente del mercado cuando se topó con un limpiabotas que presumía de su buena selección de acciones en el mercado bursátil.
El economista Irving Fisher, en su libro “The Stock Market Crash - and After”, publicado en 1930, señaló que el Karsten Statistical Laboratory de New Haven había demostrado matemáticamente que a principios de 1929 el mercado estaba sobrevalorado un 25%.
Fisher, el economista más prestigioso de Estados Unidos de la época, sigue siendo famoso por haber afirmado en un discurso realizado a mediados de octubre de 1929 que los precios de las acciones habían alcanzado una valoración que se mantendría permanentemente alta ("permanently high plateau"). En su libro sobre el colapso bursátil, Fisher declaró que, mirando en retrospectiva, era relativamente fácil afirmar que los números de Karsten estaban pronosticando un crash. Sin embargo, Karl G. Karsten, el estadístico que estaba detrás de estos números, no estaba tan seguro.
Karsten nació en el año 1891 e ingresó en la universidad antes de cumplir los 16 años. Tras graduarse, en 1917 fundó el Karsten Statistical Laboratory. En el libro “Scientific Forecasting”, publicado en el año 1931, Karsten hizo trizas sus propios métodos de predicción. Señaló que había estado analizando datos desde el año 1866, pero sus pronósticos tenían dos defectos letales. En primer lugar, la enorme subida del mercado durante los últimos años de la década de los 20 no tenía precedentes, por lo que uno no se podía apoyar en las guías del pasado. En segundo lugar, la psicología del mercado era un factor muy importante, y era absolutamente imposible encontrar ninguna serie estadística que pudiera pronosticar de antemano la situación.
Así que Karsten renegó del trabajo y las investigaciones sobre métodos de predicción que Fisher tanto elogió. El estadístico llegó a incluir en su libro advertencias acerca de poner excesiva confianza en cualquier pronóstico, incluidas las suyas propias. Sin embargo, profundizando en el análisis de los datos, realizó una serie de descubrimientos que anticiparon muchas de las ideas que están detrás de los hedge funds actuales y de las estrategias denominadas “smart beta”, las cuales son tan populares en la actualidad.
Ya en el año 1928 Karsten estaba invirtiendo en base a sus teorías. Desperdició dos años tratando de combinar el análisis subjetivo con el análisis estadístico, pero el 17 de diciembre de 1930 lanzó un pequeño fondo con dinero real y con una gestión puramente cuantitativa y matemática.
Su “Demonstration Fund” (fondo de demostración), según cuenta Zweig, invirtió en las tres acciones de mayor capitalización del sector industrial cuyos precios habían estado subiendo; al mismo tiempo, se puso bajista sobre el resto del mercado de acciones, estrategia que Karsten denominó “principio de cobertura”. Además, el fondo rotaba de un sector a otro en función del que tuviera el mayor “momentum”. El 3 de junio de 1931 el “Demonstration Fund” había subido un 78%, mientras que el Dow Jones había caído un 21% durante el mismo período.
Pero a pesar de este muy buen comportamiento, Karsten advirtió que técnicas como la suya podrían no funcionar si muchas personas la utilizaban. Es decir, el sistema sólo podría funcionar si era utilizado por una cantidad limitada de capital. No sabemos qué sucedió después con el fondo dado el mal estado de los documentos originales, pero sí parece que por el año 1937 había menguado, y no se conocen registros posteriores a 1942.
Si Karsten estuviera aquí hoy, tendría dos advertencias muy claras para los inversores. La primera de ellas es que cuando alguien utiliza datos históricos para predecir un próximo crash de mercado, tiene que tener en cuenta que los patrones del pasado pueden no ser válidos, es decir, pueden no funcionar. El pasado suele ser una buena guía y es importante conocerlo si no se quieren cometer los mismos errores del pasado. Pero dar por hecho que lo que ha sucedido en el pasado se va a repetir de igual forma no es lo más acertado. Y más hoy en día, en el que el mundo se mueve a una velocidad de vértigo y dónde la irrupción de las nuevas tecnologías está cambiando de forma radical la sociedad, la economía o las finanzas. Aunque ha habido casos de expertos que han acertado en sus pronósticos, como John Kenneth Galbraith anticipando el crash de 1987 o David Einhorn poniéndose corto en Lehman Brothers justo antes de su colapso, la realidad es que es algo realmente difícil de conseguir. Pasan a la historia aquellos pocos casos de pronósticos y traders exitosos como los mencionados, pero ¿cuántos habrán perdido buena parte de su dinero intentando pasar a la gloria?
La segunda de las advertencias es que debemos recordar que aquellas estrategias de inversión que se ponen de moda, como por ejemplo las "smart beta", funcionan probablemente mejor cuando la mayoría de los inversores dudan de que funcionen. Sin irnos muy atrás en el tiempo, concretamente durante la época de la burbuja tecnológica, Warren Buffett sufrió uno de sus momentos más difíciles como inversor. Mientras la mayoría de las acciones, especialmente las tecnológicas, subían como la espuma, su vehículo de inversión (Berkshire Hathaway) sufría pérdidas importantes. Por ello, mucha gente se lanzó a afirmar que el value investing había muerto y que era algo del pasado. Sin embargo, el paso del tiempo ha demostrado que no fue así, tal y como Karsten acertadamente señaló.
Puedes consultar todos los artículos de este blog en el siguiente enlace: aquí