Ahorrar dinero es un hábito imprescindible y totalmente saludable, particularmente en un contexto donde las pensiones públicas del futuro prometen ser cada vez menores. Pero todo en exceso puede ser perjudicial, y en el caso del ahorro no es una excepción, como se explica en un artículo de MarketWatch.
Algunas personas nacen ahorradoras, mientras que otras personas desarrollan este hábito con el paso del tiempo, como por ejemplo después de ver a sus padres, familiares o amigos pasar por una situación económica dramática como la acontecida en la última recesión económica de los años 2008 y 2009. Sin embargo, según apunta Scott Rick, profesor de marketing en la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan, existe una diferencia sustancial entre querer ahorrar dinero y sentir dolor por gastarlo, lo que coloquialmente conocemos como “ser tacaño” (tightwad, en inglés), que también refleja el miedo a sufrir problemas graves financieros.
En algunos casos extremos, ser tacaño se traduce en que las personas descuidan su salud y evitan pagar por lo que necesitan, como alimentos o medicinas. Scott Rick dice que la frugalidad consiste en disfrutar del gasto de manera conservadora, pero los tacaños ahorran dinero porque son incapaces de gastarlo, no porque lo decidan consciente y libremente.
Una encuesta llevada a cabo a principios de este año por la compañía de seguros MetLife reveló que casi la mitad de los trabajadores estaban “preocupados, ansiosos o temerosos por su actual bienestar financiero”. Y el alto coste de la vida dificulta el ahorro para millones de personas.
¿Cuál es la causa de este escaso ahorro? Otra encuesta llevada a cabo este mismo año por Princeton Survey Research Associates nos desvela alguno de los motivos. La principal razón que esgrimen muchas personas es que tenían muchos gastos y que sus salarios se habían estancado en los últimos años. Además, un porcentaje importante de personas señalaba que no tenía trabajo o que estaba endeudada, lo cual dificultaba enormemente la tarea de ahorrar.
Por lo tanto, tiene todo el sentido del mundo que algunas personas tengan miedo de sufrir problemas financieros. Por ejemplo, la mitad de las familias estadounidenses están viviendo al día, por lo que cualquier tipo de emergencia financiera (hacer frente a una reparación del coche, pagar una emergencia sanitaria, etc.) podría llevarlos al límite en términos financieros. Según los últimos datos publicados por la web de finanzas personales Bankrate, cerca de un 25% de los estadounidenses no tienen ningún tipo de ahorro para emergencias. La buena noticia es que esta cifra parece ir reduciéndose en los últimos años.
La escala de gastos emocionales
Scott Rick, junto con otros académicos, desarrollaron una escala de gastos, basada en unas pocas preguntas clave. Las preguntas surgieron de una encuesta en la que un grupo de investigadores pidió a 13.000 personas que calificaran sus respuestas a las siguientes afirmaciones en una escala de uno a cinco, que iba desde "Gastar dinero me duele" hasta "Ahorrar dinero es placentero para mí”. Posteriormente preguntaron a cada participante qué deudas de tarjetas de crédito tenían en una de las nueve categorías, situadas entre 1$ y más de 50.000$. Los participantes también podían indicar si pagaron el saldo total cada mes o si no usaron tarjetas de crédito. Lo que descubrieron fue lo siguiente:
Una cuarta parte de las personas son consideradas “tacañas”, mientras que otra cuarta parte se considera “derrochadora”. El 50% restante se sitúa en niveles medios de gasto y ahorro.
Scott Rick apuntó que las personas situadas en la mitad de la escala gastan más o menos lo que les gustaría gastar, y son más felices que los tacaños y los derrochadores, es decir, que la gente situada en los extremos.
También descubrieron que las mujeres son tan propensas a ser tacañas como derrochadoras (aproximadamente el 20% de las mujeres son tacañas y otro 20% son derrochadoras), mientras que el 60% restante se sitúa en la categoría “no conflictiva”. Sin embargo, los hombres son más de dos veces y media más propensos a ser tacaños que derrochadores.
Por último, descubrieron que los tacaños tenían un 9% más de probabilidades que los derrochadores de tener formación académica superior a una licenciatura (por ejemplo, un master o un doctorado).
Los derrochadores se sienten indiferentes, mientras que los tacaños muestran ansiedad
Los derrochadores realmente sienten “dolor” al pagar y experimentan sentimientos como ansiedad y angustia cuando hacen compras. Esa inquietud no parece ser algo que desaparezca una vez que se obtiene dinero. Por el contrario, los derrochadores no sienten ningún dolor ante la idea de gastar, por lo que tienden a gastar más de lo que quisieran.
En la investigación llevada a cabo, Rick también descubrió que los tacaños y los derrochadores tienden a casarse con personas que tienen un comportamiento de gasto opuesto a ellos. Esta dinámica, por ejemplo, está presente en el propio matrimonio de Rick (él es un derrochador, mientras que su esposa es una tacaña). Ella va de compras y en ocasiones regresa a casa con una lista de cosas que se lamenta no haber podido ser capaz de comprar. “Es una característica clásica. Es saber que debes o quieres comprar algo, tener el dinero para hacerlo, y simplemente no poder hacerlo. Es difícil romper el círculo vicioso”, apunta Rick.
El efecto “Ebenezer Scrooge”
Ebenezer Scrooge es el nombre del protagonista de la famosa novela Cuento de Navidad escrita por Charles Dickens en 1843, un hombre egoísta y al que le disgusta la Navidad o cualquier cosa que produzca felicidad.
Para algunas personas ahorradoras, no es solamente una cuestión de tener unos ingresos elevados. Es simplemente un deseo de guardar tanto dinero como sea posible. Se trata del efecto “Ebenezer Scrooge”. Las personas crean una vida de pobreza a pesar de que tienen mucho dinero. Pueden negarse a sí mismo placeres simples, pueden descuidar su atención médica y es posible que no se hayan tomado vacaciones durante años a pesar de que tienen derecho a ellos. No pueden permitirse disfrutar de sus recursos financieros.
El sentimiento de culpa también podría ser el causante de que la gente evite gastar en cosas no esenciales, porque piensan que están utilizando un recurso valioso que podría salvarles la vida en el futuro, dijo Maggie Baker, psicóloga clínica, terapeuta financiera y autora del libro “Crazy About Money: How emotions confuse our money choices and what to do about it”
Qué hacer si gastar te causa dolor
Bari Tessler, terapeuta financiera y autora del libro “The Art of Money”, señala que a la mayoría de nosotros no nos enseñaron cómo relacionarnos con el dinero. Las personas necesitan saber qué valores son importantes para ellos, pero también como esos valores se relacionan con sus ingresos y responsabilidades financieras. Tessler también dijo que el objetivo es tener harmonía monetaria, es decir, vivir dentro de nuestras posibilidades y disfrutar de lo que tenemos.
Las ventajas de ser ahorrador
Por supuesto, la acción y el deseo de ahorrar dinero en sí mismo es bueno para todos, especialmente para aquellos que se acercan a la jubilación. Tener un fondo de emergencia evita que la gente se endeude, especialmente después de la pérdida del puesto de trabajo.
Ahorrar, y tener un presupuesto o un plan financiero, permite a la gente alcanzar sus metas, como comprar una casa, tener una familia, comenzar un negocio o sentirse cómodo en la jubilación. Ser ahorrador puede incluso ayudar a salvar el planeta, ya que disminuiría la cantidad de desperdicio y energía utilizada en los viajes no esenciales y el consumo de electricidad.
De este modo, no olvide que ahorrar es fundamental de cara a disfrutar de una jubilación tranquila o poder hacer frente a gastos imprevistos, pero obsesionarse demasiado con el ahorro puede traernos consecuencias no deseadas como no disfrutar de los pequeños placeres de la vida hasta sufrir episodios ansiedad y nerviosismo.
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[Nota: Este artículo es parcialmente una traducción del original publicado por Alessandra Malito en MarketWatch]
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