Excepto quizás por las recompras de acciones, no hay área de la inversión que sufra tanta desinformación y malentendidos como los dividendos. Ya sea que esto esté motivado por anuncios institucionales que se utilizan como táctica de marketing, o quizás porque los inversores los perciben como riqueza tangible en un mundo tan incierto como el de la inversión, los inversores se han enamorado de los dividendos. Desafortunadamente, muy pocos inversores parecen entender los dividendos, tanto en términos de lo que representan para los propietarios de acciones, como en términos de su utilidad para una cartera de inversiones.
Los dividendos son una parte clave para entender la evolución de los mercados en agregado. Como escribió Rob Arnott hace varios años, los dividendos han sido la fuente de la mayor parte de los rendimientos históricos de las acciones, particularmente cuando se reinvierten. Además, esto no es exclusivo del mercado estadounidense. De hecho, las compañías que pagan dividendos han obtenido mejores resultados en casi todos los mercados de renta variable del mundo. Así que, para citar a Rob Arnott, "Los dividendos, sin lugar a dudas, son importantes".
Dicho esto, los dividendos por sí mismos no enriquecen a los inversores. Esto es un hecho matemático, ya que el efectivo distribuido a los inversores a través de los dividendos reduce el precio por acción en una cantidad equivalente. En cierto sentido, todo lo que se ha hecho es un cambio de "valor percibido" a "valor tangible", es decir, un cambio de la percepción del potencial de ganancias futuras de una empresa en forma del precio actual de sus acciones a un valor tangible en forma de efectivo disponible para el inversor. El punto clave, por supuesto, es que ahora el inversor, en lugar de la empresa, tiene la facultad de decidir sobre la reinversión de este capital.
Sin embargo, si los dividendos por sí mismos no crean riqueza, ¿qué explica el rendimiento superior histórico de las acciones que pagan dividendos en comparación con muchas otras alternativas?
No es sorprendente que la respuesta sea compleja e incluya muchas variables. Por un lado, como ya comenté, las empresas que devuelven dinero en efectivo a los accionistas, ya sea en forma de dividendos o recompras, suelen superar a las que reinvierten la mayoría de sus beneficios. Esto puede deberse a que las empresas generalmente no tienen un historial estelar de reinversión del capital de los accionistas, como Corey Hoffstein menciona aquí, y Jack Vogel explica aquí. El argumento en este caso es que los inversores aplauden la humildad de los consejos de administración de las empresas, que reconocen los límites de su capacidad de inversión y, en cambio, devuelven un capital "precioso" a los accionistas para que lo utilicen a su discreción.
Una segunda explicación es proporcionada por Cliff Asness y Rob Arnott, quienes demostraron que los mayores desembolsos (payouts) por parte de las compañías han sido típicamente seguidos por un fuerte crecimiento de los beneficios reales:
Esta sorprendente relación entre los pagos actuales a los inversores (payouts) y el fuerte crecimiento futuro de los beneficios respalda el argumento de que los dividendos son una indicación de una empresa de calidad con perspectivas de futuro brillantes, sobre todo porque está gestionada por ejecutivos favorables a los accionistas que están de acuerdo con pagar a los inversores de hoy porque saben que el futuro de su empresa es brillante.
Por último, y tal vez lo más práctico, como explica este útil estudio de Vanguard, el rendimiento de las acciones de dividendos también puede explicarse por otros factores como la 'baja volatilidad' y el 'valor' en el caso de las acciones de alto rendimiento por dividendo, y los factores de 'baja volatilidad' y 'calidad' en el caso de las acciones de crecimiento de dividendos:
Sin embargo, a pesar de ello, los dividendos no están exentos de peligro para los inversores. Meb Faber ha escrito varios artículos sobre los peligros del encaprichamiento con los dividendos, centrándose especialmente en el lastre que estos generan en las rentabilidades después de impuestos, así como en la escasa utilidad que proporciona el rendimiento por dividendo (dividend yield) como señal de valor en relación con otras métricas (como el PER). Además, los dividendos tienden a atar las manos de los consejos corporativos, lo que los hace reacios a recortarlos en tiempos de restricciones financieras. Estas limitaciones a los dividendos explican en gran parte el cambio de los dividendos a las recompras, que son más eficientes desde el punto de vista fiscal, y ofrecen a los consejos de administración mucha más flexibilidad en términos de su ejecución, proporcionando así a los inversores una señal de valor mucho más fuerte que la que proporcionan los dividendos.
Las estrategias de dividendos pueden y probablemente deberían desempeñar un papel importante en cualquier cartera diversificada. Sin embargo, los inversores en busca de calidad deben ser conscientes de las estrategias de recompra, menos obvias pero a menudo más atractivas, y deben ser conscientes del impacto negativo fiscal que tienen los dividendos.
Nota del editor:
Este artículo se publicó originalmente en inglés, en el blog de Fortune Financial Advisors. El lector puede seguir al autor en Twitter. Traducción realizada por la edición de inBestia.
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