Como señalé hace más de un mes, Estados Unidos ya estaba entrando en franca recesión al estar repuntando las nuevas solicitudes de ayudas por desempleo (initial claims), el cual es un signo temprano y claro de contracción económica, "de la que importa".
Es decir, no solo vale la posibilidad de que se produzca una recesión técnica, que suele definirse como 2 trimestres consecutivos de PIB negativos, sino que para llamar recesión a una recesión tiene que verse que la gente pierde su empleo.
Y ahí estamos. Lo señalado el mes pasado ha ido evolucionando a peor, con las nuevas solicitudes de ayudas por desempleo alcanzando las 251.000, en lo que es una tendencia que empeora de forma sostenida y que es un indicador adelantado de que la tasa de paro va a aumentar muy próximamente.
El indicador adelantado sobre la economía de Estados Unidos, calculado por la Conference Board y que como he explicado en esta crisis es más bien un indicador coincidente, declinó con desacostumbrada dureza en el mes de junio, al declinar un 0,8% solo en el mes, haciendo muy visible a simple vista como han virado las condiciones económicas.
Observado de otra forma más objetiva, el deterioro que lleva este indicador adelantado en los últimos 6 meses (anualizados) es el propio que se produce al comienzo de las recesiones en aquel país.
Y a esta lista de de evidencias contundentes se unen otras como la caída en picado del indicador de difusión sobre la actividad económica (PMI), que registra en este mes de julio 47,5 puntos, mostrando una lectura inferior a 50 por primera vez en este ciclo, una lectura que se asocia con registros negativos del PIB (cuando éstos se den a conocer ya que el PIB no solo es un indicador retrasado, sino que se publica con mucho retraso).
Normalmente, según mi propia experiencia y memoria, el público en general y los medios de comunicación de masas, empiezan a aceptar que están en una recesión cuando indicadores como este del PMI compuesto comienzan a declinar. Pero para nosotros sólo son indicadores coincidentes, ya que trabajamos principalmente con indicadores líderes o adelantados, los cuáles nos han permitido advertir de esa recesión desde hace meses.
En Europa las cosas no van mejor. Desde que en marzo se activara la señal de alarma del mejor indicador sobre la economía europea (la M1), éste ha seguido enviando peores señales, confirmando la elevadísima probabilidad de recesión en el viejo continente.
Como señalé entonces, una M1 declinando es un cóctel explosivo para el mercado de valores. El siguiente gráfico muestra los 4 momentos en los que la M1 se volvió negativa por primera vez con respecto al mercado bursátil europeo.
Y al igual que en el caso de Estados Unidos, esta pasada semana el indicador PMI de la eurozona declinó por debajo de 50 por vez primera en este ciclo, confirmando que vamos a empezar a ver lecturas del PIB negativas de aquí en adelante.
Decía el editorial del El País del pasado día 22 de julio, titulado chocantemente Un BCE exigente y previsor que "si la senda de aumentos continuados [de tipos de interés] no se modula con extrema prudencia, perjudicará al crecimiento de la economía, a la actual recuperación y al empleo, y eso afectará a todos".
De dicho editorial se podría extraer que la idea de recesión aún es vista por muchos como una posibilidad, o incluso como un evento de alta probabilidad que aún no ha llegado o que podría llegar en 2023. Pero lo cierto es que la recesión ya está aquí, tal y como advertían los indicadores adelantados y ya no se puede hablar de que tendremos un otoño caliente, sino de que en el verano la economía europea ha empezado a contraerse.
Estamos al comienzo de un ciclo contractivo y desde aquí las cosas se van a poner peor.
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