La noticia estrella de hace un par de semanas fue la inversión de la curva de tipos de interés en Estados Unidos (al menos en lo que se refiere a la diferencia de rentabilidad entre el bono a 2 y 10 años, ya que otros tramos de la curva se habían invertido con anterioridad), lo que provocó un pequeño terremoto en los mercados bursátiles ante la posibilidad más real que nunca de que nos enfrentemos a una recesión en los próximos meses (y consecuentemente un mercado bajista en las bolsas).
Como no podía ser de otro modo, el número de búsquedas en internet relacionadas con esta noticia se disparó y alcanzó cotas no vistas desde el año 2005 (pocos meses antes de que el mercado hiciera techo y la economía entrara en recesión). Asimismo, y al igual que ha sucedido en anteriores inversiones de la curva de tipos, diversos miembros de la Reserva Federal se apresuraron a señalar que esta vez la inversión de la curva podría ser una señal falsa, tal y como afirmó la propia Janet Yellen, ex presidenta de la Reserva Federal. Sin embargo, la realidad es que siempre que se ha producido una señal de este tipo la economía ha entrado en recesión a los pocos meses. Por lo tanto, y por mucho que se empeñen en negarlo, probablemente esta vez NO será diferente (otra cuestión es el tiempo que tarde en materializarse dicha recesión).
(Fuente: Macro Charts)
Pero la inversión de la curva de tipos no sólo se ha producido en Estados Unidos, sino que este fenómeno está empezando a volverse global. Tal y como nos alertaba hace unos días Jeroen Blokland, gestor de carteras en Robeco, más del 50% de las curvas de tipos a nivel mundial están ya invertidas. Como podemos apreciar en el gráfico inferior, se trata de un fenómeno que invariablemente siempre se produce antes del inicio de las recesiones.
(Fuente: Jeroen Blokland)
Otra forma de visualizar esta anómala situación que estamos viviendo es la que nos presenta Otavio Costa, analista global macro de Crescat Capital, en la que compara la rentabilidad de los bonos del Tesoro a 30 años frente al tipo de interés de la FED (lo que se conoce como “Federal Funds rate” y que refleja el tipo de interés que los bancos se cobran entre sí por préstamos a 1 día). Pues bien, tal y como vemos reflejado en el gráfico inferior, 18 países tienen ya sus curvas de tipos invertidas, algo que también sucedió justo antes del estallido de la burbuja puntocom y de la Gran Crisis Financiera de los años 2008 y 2009 (en esta ocasión el número de países en esta situación es infinitamente más elevado que en las dos anteriores recesiones).
(Fuente: Otavio Costa)
Como expresa este analista, “No es una imagen saludable. La curva de tipos de interés global está ampliamente invertida”. Y es que esa es la realidad. Aunque la inversión de la curva de tipos de interés en Estados Unidos ha sido la que ha acaparado toda la atención, lo cierto es que estamos ante un fenómeno global. De ahí que los mercados, independientemente de lo que digan los políticos o los banqueros centrales, entraran en modo de “risk off” ante una situación como la actual. Y es que si en anteriores crisis económicas los bancos centrales disponían de herramientas para tratar de paliar los efectos de una recesión (básicamente reducción de los tipos de interés), en un entorno de tipos de interés negativos (ver tabla inferior) como el que nos movemos el margen de maniobra de los bancos centrales es cada vez más reducido (las herramientas tradicionales ya no funcionan y en los próximos meses tendrán que recurrir a políticas monetarias no vistas con anterioridad y cuyos efectos en la economía y los mercados pueden ser imprevisibles).
(Fuente: Jeroen Blokland)
Será interesante ver qué sucede en los próximos meses, no sólo en los mercados o en la economía, sino las decisiones que tomarán los principales bancos centrales del mundo ante la próxima recesión en un mundo de tipos de interés negativos (los mercados ya descuentan agresivas bajadas de tipos por parte de la FED en las próxima semanas y quién sabe si el próximo movimiento será la compra de renta variable por parte de los bancos centrales tal y como lleva años haciendo el Banco Central de Japón).
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