La economía global está pasando probablemente por uno de los momentos más críticos de la última década (quizás con la excepción de la recesión económica del año 2012 en la Eurozona). Las turbulencias bursátiles de los primeros días del mes de agosto a consecuencia del aumento de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos han hecho que muchos inversores huyan de la renta variable y busquen refugio en activos considerados “seguros” como los bonos. Una buena muestra del elevado nivel de miedo reinante (a pesar de que la corrección del S&P 500 ha sido tan sólo del 6%) es el hecho de que el bono a 100 años emitido por Austria acumula una revalorización cercana al 80% en los últimos doce meses. Aunque en el pasado más reciente hemos vivido episodios de miedo y volatilidad similares, los temores actuales podrían estar mucho más justificados que otros, puesto que están basados en una desaceleración económica que ya es una realidad que casi nadie discute.
(Fuente: Holger Zschaepitz)
La ralentización de la economía es tan evidente que el sector manufacturero global acumula ya tres meses consecutivos de contradicción (de acuerdo con los últimos datos proporcionados por Markit Economics). Los datos del mes de julio reflejan que el sector manufacturero de 19 de los 30 países monitorizados por Markit Economics se encuentra ya en recesión, entre los que se incluyen países económicamente tan potentes como China, Japón, Corea del Sur, Taiwan, Brasil, Alemania, Francia, Italia o Reino Unido.
(Fuente: Markit Economics)
Y es que las tensiones comerciales a nivel mundial están empezando a pasar factura al comercio global, lo cual está impactando directamente en la evolución de este sector. En el caso alemán, una economía netamente exportadora, el sector manufacturero se encuentra ya en niveles similares a los alcanzados durante la recesión económica del 2012 y los últimos datos que se van conociendo (índice de confianza económica ZEW, IFO o indicador económico adelantado) no dan muestras de mejoría.
Pero quizás lo más preocupante es que el sector manufacturero de Estados Unidos aún no ha entrado en recesión pero podría hacerlo sin tardar si tenemos en cuenta algunos indicadores adelantados que están dando la voz de alerta. Los últimos datos disponibles del mes de julio muestran que el sector manufacturero estadounidense sigue en expansión, aunque la desaceleración desde comienzos de 2018 es más que evidente, situándose en mínimos de casi tres años. Además, la lectura de este mes de julio no sólo estuvo por debajo de las expectativas de los analistas (51.2 vs 52.0), sino que ha sido la cuarta lectura consecutiva a la baja, lo que se traduce en la racha bajista más larga desde la que tuvo lugar a finales de 2015.
(Fuente: Bespoke)
Uno de estos indicadores adelantados que comentamos es el indicador de actividad del sector químico, que aunque bastante desconocido para la mayoría de inversores, tiene una alta correlación con la producción industrial (y ésta es un buen “proxy” del sector manufacturero). Como vemos en el gráfico inferior, el indicador sufrió una fuerte desaceleración durante todo el año 2018 y en estos últimos meses ha vuelto a retomar la senda bajista. Además, su tasa de variación interanual acaba de situarse por debajo del 0%, algo que sólo ocurrió brevemente durante el año 2012. Esto sugiere que la producción industrial se deteriorará aún más en los próximos meses y, por lo tanto, el sector manufacturero estadounidense aumentará aún más su desaceleración.
(Fuente: American Chemistry Council)
Es por ello que de confirmarse las perspectivas que nos anticipa el indicador de actividad del sector químico, y si no se resuelven con prontitud las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos (no parece que sea lo que vaya a ocurrir), es altamente probablemente que el sector manufacturero estadounidense entre en contracción en los próximos meses, lo cual impactaría aún más en el ya deteriorado comercio mundial.
Ahora bien, el aspecto positivo de esta situación negativa es que el peso de este sector en la economía mundial es cada vez más reducido (en torno a un 20 - 25% del PIB), por lo cual mientras que el resto de sectores de actividad económica no den muestras de mayor deterioro, no deberíamos esperar una recesión al uso (dos trimestres de crecimiento económico negativo). Esto no significa que sea necesaria una recesión para que haya un mercado bajista. Históricamente los mercados bajistas más potentes se han producido en medio de recesiones, pero puede haber correcciones de cierta intensidad (en torno al 20%) sin que haya una recesión.
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