Alemania es indiscutiblemente el auténtico motor de la economía de la Eurozona, por lo que un enfriamiento de su economía va a tener un impacto directo sobre el resto de economías de la zona. Hace escasos días conocimos el dato del mes de mayo del indicador económico adelantado de Alemania elaborado por The Conference Board. Como vemos en el gráfico inferior, el indicador lleva descendiendo de forma casi ininterrumpida desde comienzos del año pasado, y los datos de los meses de junio y julio (aún no se han publicado) seguirán probablemente la senda bajista de los meses precedentes, habida cuenta de otros datos económicos más recientes que estamos conociendo y que siguen siendo profundamente negativos.
(Fuente: The Conference Board)
Tal y como afirmaba hace unos días Hugo Ferrer, “el indicador líder de Alemania está muy débil, en niveles que sólo ha alcanzado en recesiones. No hay que descartar que Alemania esté entrando en una recesión”. Pero como decimos, hay más datos económicos que nos obligan a ser muy cautos con la situación económica de este país. Uno de ellos es el índice de confianza económica ZEW, una encuesta realizada a 350 expertos financieros sobre la situación de la economía alemana. El dato del mes de julio fue uno de los peores de los últimos años, y actualmente nos movemos en unos niveles que en anteriores ocasiones han sido antesala de recesiones económicas (2007 y la fortísima desaceleración de 2012).
(Fuente: inBestia)
A mediados de esta semana conocimos el dato “flash” del sector manufacturero alemán del mes de julio, que se ha situado en 43,1 frente a los 45 del mes anterior. Este dato viene a subrayar la fuerte recesión que está viviendo el sector manufacturero del país en los últimos meses, la cual se está reflejando en las cotizaciones de empresas industriales tan potentes como BMW, Daimler, Continental o Thyssenkrupp, que acumulan caídas superiores al 30% desde comienzos del año 2018 (en algunos casos las caídas son aún mayores). Además, tal y como apunta Nadia Gharbi, economista de Pictet Wealth Management, “los nuevos pedidos cayeron al ritmo más rápido en una década, impulsados principalmente por la debilidad en China y en el sector del automóvil”.
Por último, hoy mismo se ha publicado el dato del IFO alemán (Institut fuer Wirtschaftsforschung), una encuesta realizada a 7.000 ejecutivos que mide el desarrollo de la economía alemana. El dato del mes de julio se ha situado en 95,7 frente a los 97,1 esperado por los analistas y al 97,5 del anterior mes. Unos niveles no vistos desde 2013 y que apuntan a un crecimiento del PIB a la baja en Alemania. Y en consecuencia, tal y como vemos en el gráfico inferior, sugieren que la producción industrial de la Eurozona se desacelerará aún más en los próximos meses.
(Fuente: Nordea)
Con todos estos datos en la mano no es de extrañar que la situación económica de Alemania siga siendo muy débil y un gran motivo de preocupación para políticos, inversores y analistas. El PIB del primer trimestre de este año creció un 0,4% y logró esquivar el mal comportamiento de los dos trimestres finales del 2018, en los cuales se rozó técnicamente la recesión económica (dos trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo).
(Fuente: Trading Economics)
No obstante, no todos son malas noticias. El contrapunto a la fuerte debilidad del sector manufacturero, con un peso del 27,5% en el PIB del país (algo superior al del resto de la Eurozona así como al de Estados Unidos), lo pone el sector servicios, que como vemos en uno de los gráficos superiores, sigue claramente en terreno expansivo. Pero la preocupación es hasta cuándo el sector servicios se mantendrá inmune a la contracción industrial, no solo de la actividad sino también del empleo.
Los datos parecen apuntar a que gran parte de esta debilidad de la industria alemana sea debida a su fuerte dependencia de las exportaciones, donde la guerra comercial entre Estados Unidos y China y sus amenazas a Europa están jugando un papel determinante. Y es que tal y como apunta Tiho Brkan, en la actualidad un 50% del PIB del país depende de las exportaciones, una cifra que se ha duplicado en los últimos 20 años.
(Fuente: Tiho Brkan)
El fin de la guerra comercial así como una mejora del comercio mundial probablemente ayudaría a poner fin a esta debilidad del sector manufacturero. Pero mientras las tensiones comerciales a nivel mundial persistan, es altamente probable que no veamos una recuperación clara y sostenida de este sector, lo cual es un claro obstáculo a una hipotética reaceleración de la economía de la eurozona.
Otros artículos relacionados publicados por el equipo de inBestia:
Puedes consultar todos los artículos de este blog en el siguiente enlace: aquí