Tras finalizar la lectura de ‘The Outsiders’, estoy en condiciones de afirmar que este es uno de los libros más ricos entre los enfocados al mundo de la inversión. El estilo de narración histórica de las trayectorias de los CEOs que lograron mejores resultados no solo muestra la toma de decisiones de los mismos, sino que también aporta un contexto muy útil para entender otras épocas de los mercados financieros. En este aspecto iguala a los libros de inversores de éxito pasados como Peter Lynch o Philip A. Fisher, de los cuales se aprenden muchas anécdotas pasadas y se obtiene una gran perspectiva.
El libro representa un programa de investigación sobre las cualidades adecuadas que debería tener un directivo para generar valor a los accionistas y la parte final intenta buscar puntos comunes a esas grandes trayectorias analizadas en el libro. Las ideas principales defendidas por el autor encajan bastante bien en el entendimiento previo que yo tenía sobre el tema tras leer a otros inversores y autores relevantes. También encajan bastante bien sobre cómo he percibido el mundo corporativo y las ideas tan absurdas que circulan.
De estas conclusiones e ideas clave que defiende el autor en las conclusiones, yo destaco la siguiente:
Charisma Is Overrated.
The outsider CEOs were also distinctly unpromotional and spent considerably less time on investor relations than their peers. They did not offer earnings guidance or participate in Wall Street conferences. As a group, they were not extroverted or overly charismatic. In this regard, they had the quality of humility that Jim Collins emphasized in his excellent Good to Great. They did not seek (or usually attract) the spotlight. Their returns, however, more than compensated for this introversion. Tillerson is involved in all major capital allocation decisions at ExxonMobil. He rarely participates on earnings calls or goes to conferences and is known among the Wall Street analyst community for his laconic communication style.
El carisma está sobrevalorado.
Los CEOs outsiders particularmente no se autopromocionaban en los medios y dedicaban bastante menos tiempo que sus compañeros a las relaciones con los inversores. No ofrecían previsiones de beneficios ni participaban en conferencias en Wall Street. Como grupo, no eran extrovertidos ni extremadamente carismáticos. En este sentido, tenían la cualidad de la humildad que Jim Collins destacaba en su excelente libro Good to Great. No buscaban (o no les atraía) ser el centro de atención. Sus resultados, sin embargo, más que compensaban esta introversión. Tillerson participa en todas las decisiones importantes de asignación de capital en ExxonMobbil. Raramente participa en presentaciones de resultados o va a conferencias y es conocido entre la comunidad de analistas de Wall Street for su estilo de comunicación lacónico.
William N. Thorndike - The Outsiders
El primer paso para empezar a levantar la cabeza en el análisis de compañías y el tratamiento de la información es dejar de ser impresionado por el humo y la propaganda que nos invade en el mundo actual. Es realmente molesto que muchos debates y análisis giren en torno a las formas o el lenguaje corporal de los ponentes. En la formación a los estudiantes para las profesiones directivas se hace demasiado hincapié en eso de “venderse bien a sí mismo”, tanto que llega un punto en el cual el contenido o el mensaje de fondo deja de ser relevante. Empieza la obsesión por qué impresión se va a dejar, cuando a veces estar en lo correcto implica ganarse opiniones en contra.
Está muy bien que el ponente haga gestitos con las manos para generar buenas sensaciones en el público, pero lo relevante es el contenido. Como inversor, los gestitos con las manos, la apariencia pública y el carisma alrededor del comunicador no me interesan en absoluto. Me interesa la coherencia y la lógica de lo que se comenta, así como que los puntos de partida y los supuestos sean correctos. En mi opinión, el liderazgo es algo más que el carisma, es ofrecer algo de sustancia.
Así, hay personas con un habilidad tremenda para convencer a un público determinado de que son unos genios sin ofrecer verdaderos resultados o un método consistente de hacer las cosas. En un entorno en el que contrastar esas cualidades es casi imposible a corto plazo, este perfil de directivo puede progresar en el mundo empresarial sin haber logrado demasiado.
Sin embargo, el autor del libro descubre que los mejores CEOs para los accionistas no seguían este perfil, sino que llegaban a sus posiciones por vías no convencionales y que tenían una visión diferente a lo que era aceptado por la ortodoxia. Son personas centradas en lograr resultados y no dar charlas o conferencias. No pierden su tiempo en analizar su lenguaje corporal o en intentar moldear las expectativas de los inversores, están centrados en las decisiones importantes de asignación de capital y están dispuestos a seguir un camino distinto al marcado por el entorno. Tienen un mensaje de verdad, con contenido. La mayoría de ellos se saltaron por completo las reglas y la ortodoxia establecida en muchas escuelas de negocios. Un ejemplo actual es el CEO de Ubiquiti Networks, de perfil ingeniero y máximo dirigente de la compañía porque es el mayor propietario, no porque haya tenido una carrera como directivo. Recientemente he mostrado algunas de sus declaraciones poco políticamente correctas y las críticas que se ha ganado automáticamente de ciertos analistas (I y II), empeñado en hablar del desarrollo de los productos y la gestión de equipos de ingenieros en vez de previsiones de beneficios para el próximo trimestre.
No siempre van a estar las compañías dirigidas por un CEO excepcional, pero sí que tenemos que tener claro que la óptica o las apariencias no valen nada en el comportamiento del negocio a largo plazo. Con perspectiva, lo único que queda después de todo es la capacidad de generación de beneficios y la creación de valor de las empresas. Como principio básico a la hora de filtrar comentarios y opiniones, el principio “el carisma está sobrevalorado” funciona muy bien. “Mucho ruido y pocas nueces” se suele decir cuando hay muchas palabras y poca sustancia, estaría bien que los inversores nos centrásemos en las nueces más a menudo.
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