Una de afirmaciones más repetidas durante el actual mercado alcista americano es que las cotizaciones están siendo empujadas y manipuladas por las enormes recompras de acciones que realizan las propias compañías. Hablamos de recompra de acciones cuando una compañía cotizada compra sus propias acciones en el mercado, lo que en la práctica es una operación inversa a la ampliación de capital. La compañía retira sus propias acciones del mercado, mientras que en la ampliación de capital aumenta el número de acciones en circulación.
Ha habido mucho pesimismo en los años anteriores sobre la renta variable americana, y a medida que los peores augurios no se han ido materializando, se han buscado las nuevas excusas para explicar por qué la bolsa sube cuando debería bajar. Una de las grandes excusas son las recompras de acciones, que supuestamente realizan muchas compañías para inflar las cotizaciones y aumentar las remuneraciones de los directivos que se basan parcialmente en el pago en acciones. El fenómeno de que en muchos consejos de administración existen incentivos inadecuados para empujar a las cotizaciones al alza a corto plazo no debería pasar inadvertido. Pero esta es una verdad parcial. Existe pero no es todo lo relevante para el inversor, por lo que es necesario analizar con algo más de profundidad la naturaleza y funciones de las recompras de acciones.
La realidad es que las recompras de acciones son una herramienta muy efectiva para que las cotizaciones incorporen información de mayor calidad. Después de todo, los directivos de las empresas tienen más información y conocen mejor la compañía, por lo que su opinión a la hora de valorar la compañía debería ser más importante que la de muchos operadores del mercado. En aquellas estructuras accionariales en las que los conflictos de intereses y los incentivos inadecuados desaparecen, las recompras de acciones hacen al mercado mucho más eficiente.
Para entenderlo así, hay que desterrar la teoría de los mercados eficientes, ya que no todos los operadores tienen la misma información ni son capaces de interpretarla en la misma medida. No tanto porque la información sea inaccesible, sino porque en muchos casos no se molestan en buscarla. Los sistemas automáticos, operadores técnicos y otros participantes en el mercado pueden estar comprando o vendiendo una compañía sin ni siquiera establecer un mínimo contexto sobre la misma. Cuando la cotización se desploma de forma absurda, la compañía puede utilizar su exceso de caja para recomprar acciones y generar gran valor para el accionista de largo plazo. Esta posibilidad supone un gran freno a las caídas excesivas. Si consideramos que una acción puede desviarse de forma temporal de niveles razonables, las recompras de acciones pueden limitar decisivamente este fenómeno, haciendo que el mercado sea más eficiente.
Las recompras de acciones no son infalibles. No es buena idea comprar acciones porque una compañía esté realizando un programa de recompra. Aunque el CEO conozca mejor la compañía, puede que se esté equivocando en la gestión del capital. También es posible que sus incentivos no sean los adecuados, fenómeno que prácticamente desaparece cuando el CEO es uno de los mayores accionistas, y lo que es malo para la empresa a medio plazo, es muy malo para él también. Su patrimonio no procede prácticamente de su remuneración como directivo, sino de su participación accionarial en la empresa que no puede liquidar en poco tiempo. Aún así, hay empresarios muy imprudentes y ser propietario de la mayoría de acciones no es una garantía de éxito. Otra característica que ayuda a evitar los errores en las recompras de acciones es que se realicen con exceso de caja y no aumentado el endeudamiento de la compañía. Las recompras de acciones no significan un rebote inmediato de la cotización y esta podría estar aún más deprimida durante un tiempo considerable.
Otra característica de las recompras que mejoran el funcionamiento de los mercados es disponer una forma alternativa de remuneración para los accionistas sin coste fiscal. Los impuestos distorsionan la toma de decisiones de los empresarios, ya que al distribuir dividendos hay que pagar por adelantado el correspondiente peaje a la hacienda pública. Sin embargo, si la compañía reinvierte los fondos en el negocio, se retrasa ese pago y con los mismos fondos se pueden generar más rendimientos/intereses. Esta realidad incentiva en mayor medida que las compañías inviertan más recursos en su negocio debido al gran coste que tiene distribuir los beneficios en el presente. La recompra de acciones supone una forma de remuneración al accionista que no requiere pasar por la ventanilla de hacienda. Es evidente que al reducir el número de acciones en circulación, la participación del accionista en la empresa aumenta de forma inmediata. Aumenta la participación en los dividendos futuros sin que la compañía tenga que invertir en nuevos negocios, o lo que es lo mismo, sin comprometer un volumen grande de inversiones. Las recompras son flexibles, la compañía decide en un momento dado cuánto compra hoy, pero no tiene por qué obligarse a comprar el año que viene, cosa que no suele ser habitual cuando la empresa emprende nuevas actividades que requieren constantes inversiones, incluso cuando las condiciones financieras son muy exigentes. Es un mecanismo que permite evitar el gran error que supone realizar inversiones reales poco rentables.
Todo lo anterior hace que las recompras de acciones sean una alternativa de remuneración al accionista muy atractiva en ciertas situaciones. Esta opción adicional supone un mecanismo muy potente para que el mercado se reajuste tras ciertos desequilibrios de forma más rápida y reduciendo el coste fiscal para el accionista. Gracias a las recompras de acciones, las distorsiones de los impuestos sobre dividendos son menores en el mercado, ya que existe una opción de remunerar al accionista en ciertas situaciones sin que las empresas tengan que reinvertir más en su negocio.
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