Medir el sentimiento inversor no siempre es una tarea fácil. A corto plazo es muy errático y cualquier noticia puede cambiar el ánimo de los inversores en cuestión de minutos. Sin embargo, tal y como apuntaba antes de ayer Hugo Ferrer, el optimismo es la nota dominante a medio plazo. Métricas como los niveles de exposición a renta variable de los inversores particulares, las valoraciones bursátiles (especialmente el ratio PER de Shiller), el número de OPVs sin beneficios o ciertas encuestas de sentimiento inversor son datos que nos permiten afirmar que el inversor vive actualmente en un estado elevado de optimismo (e incluso de euforia).
Si bien estos ratios son una buena medida para medir la temperatura del mercado, hay un sector que está pasando bastante desapercibido para el gran público y que sin embargo está alcanzado unos niveles de euforia como no se habían visto antes. Estamos hablando del sector del capital riesgo o “venture capital”, un sector que básicamente se dedica a financiar compañías de pequeño y mediano tamaño (generalmente startups, es decir, empresas con pocos años de vida y que no pueden acceder a los mercados tradicionales para buscar financiación). Tradicionalmente es considerado un sector con elevado riesgo, que puede proporcionar retornos muy superiores a los de la bolsa, pero que sin embargo está expuesto a más problemas (volatilidad muy superior a la bolsa, mayor número quiebras, etc.).
(Fuente: The Market Ear)
Pues bien, si tomamos como referencia la evolución del índice “Thomson Reuters Venture Capital Index”, es decir, el índice que mide la rentabilidad de las compañías privadas de capital riesgo estadounidense cotizadas, se aprecia el espectacular comportamiento que ha tenido este sector desde el final de la gran crisis financiera del año 2009. Se trata de un índice que engloba compañías de sectores tan diversos como la tecnología - software, cuidados de la salud, tecnología - equipamiento, consumo o industria y materiales. Hay que apuntar que aunque en el gráfico superior se observa la evolución del índice desde 2009, la realidad es que el índice se lanzó al mercado en octubre del año 2012, por lo que los datos anteriores son una simulación de lo que teóricamente habría hecho el índice.
Por lo tanto, si consideramos como fecha de inicio el mes de octubre de 2012, vemos que el índice acumula una rentabilidad anualizada cercana al 27% (datos a 30 de septiembre de 2019), dejando en “ridículo” al todopoderoso Nasdaq, que tan sólo se anota una revalorización anualizada del 17%. Un índice que se lanzó al mercado en niveles de 1.600 puntos y que actualmente cotiza en las cercanías de los 12.800, lo que significa una revalorización cercana al 700% y haberse multiplicado por más de siete en apenas ocho años.
(Fuente: Refinitiv)
Incluso durante el año 2018, que fue probablemente uno de los peores de la historia puesto que prácticamente todas las categorías de activos arrojaron pérdidas, este índice se anotó una subida superior al 8%. Por lo tanto, lo que parece claro es que el dinero está fluyendo con gran intensidad a uno de los sectores más arriesgados del mercado, lo cual es una muestra clara y evidente del apetito por el riesgo de los inversores. Si nos parecía increíble la revalorización del Nasdaq y las FAANG, lo que ha obtenido este índice es simplemente asombroso. Mantengan sus posiciones pero vigilen muy de cerca el mercado. Los actuales niveles de euforia en determinados sectores no son buenos augurios a medio plazo.
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