El actual mercado bursátil ha sido calificado por muchos como “el mercado alcista más odiado de todos los tiempos”. Según un artículo publicado por el diario The Wall Street Journal, una de las mayores sorpresas de este mercado es la gran cantidad de inversores que se han quedado fuera de él.
A pesar del fortísimo rally del mercado más importante del mundo, los inversores particulares han estado sacando dinero de forma constante de los fondos de renta variable estadounidense en los últimos años. De acuerdo con los datos facilitados por la empresa EPFR Global, casi 1 billón de dólares se han retirado de estos fondos desde comienzos del año 2012. Durante el mismo período, el S&P 500 se ha revalorizado algo más de un 120%, cifra similar a la del Dow Jones aunque inferior al 175% de revalorización alcanzado por el Nasdaq Composite.
No obstante, la cifra excluye los flujos de dinero a ETFs y fondos de inversión institucionales. Según sus estimaciones quizás hasta el 40% de las salidas de dinero de fondos de inversión han vuelto al mercado de renta variable a través de ETFs.
(Fuente: EPFR Global)
Aunque parte de este dinero haya vuelto al mercado de renta variable a través de ETFs, los fondos de renta variable estadounidense en su conjunto han sufrido salidas de dinero en cada uno de los últimos tres años, tal y como apunta Investment Company Institute, lo cual podría verse como un signo del escepticismo sobre la fuerte subida del mercado bursátil.
Los índices bursátiles siguen marcando nuevos máximos históricos, pero en lugar de aprovecharlo, los inversores particulares durante buena parte de este mercado alcista se han mostrado escépticos. En los últimos meses y semanas sobre todo, los indicadores reflejan creciente optimismo, pero como hemos apuntado recientemente, el miedo a otro crash bursátil similar al acontecido en 2008 ha privado a muchos inversores de disfrutar de extraordinarias rentabilidades.
El director de inversiones de Fenimore Asset Management, por ejemplo, señalaba que este “es el mercado alcista más desagradable de mi carrera. Nadie está emocionado. Esto no es como los años 1999 y 2000, donde ibas a un bar y estaba la CNBC en la televisión”. Por aquella época, se cuenta que en las peluquerías se intercambiaban consejos sobre las acciones tecnológicas, los jóvenes estaban excitados por las acciones tecnológicas más de moda, incluso profesionales cualificados dejaban sus trabajos para dedicarse a tiempo completo a la inversión en bolsa.
La situación es muy diferente hoy en día. Los millenials, por ejemplo, no se han visto atraídos hacia la bolsa, mostrando probablemente más interés por las criptomonedas. Los datos de la encuestas llevadas a cabo por Gallup indican que el porcentaje de personas adultas que está en posesión de acciones cotizadas ha retrocedido desde 2007. Así por ejemplo, entre el estallido de la burbuja puntocom y el inicio de la crisis financiera del año 2008, el 62% de los estadounidenses señalaron que eran propietarios de acciones, número que se ha reducido al 54% en 2017.
Esta desconfianza en la renta variable ha llevado a muchos inversores particulares a buscar refugio en el mercado de bonos, a pesar de los bajos tipos de interés y de un rally incluso mucho más largo, que en muchos aspectos parece más “caro” que las acciones. Más de 950.000 millones de dólares se han movido hacia fondos de inversión y ETFs de renta fija desde el año 2012, según Investment Company Institute.
El diario estadounidense The Wall Street Journal encuestó a más de 150 inversores individuales, de diferentes edades y niveles de ingresos en Estados Unidos, sobre los motivos por los que han evitado la bolsa en estos últimos años. Sus respuestas reflejan bastante bien cómo la cultura sobre la renta variable en Estados Unidos se ha desvanecido, no de forma súbita, sino en medio de uno de los mejores períodos para tener acciones en cartera.
En la encuesta tenemos el caso de una persona de 33 años, que decidió invertir poco después de terminar la Universidad. Siguiendo el consejo de la CNBC, invirtió pequeñas cantidades en acciones del sector bancario en los años 2007 y 2008, y durante la posterior crisis financiera, vio cómo su pequeña inversión se reducía de forma muy significativa. “Fue una buena experiencia de aprendizaje. Ahora voy a invertir solo en cosas que entienda”.
Algunas personas han empezado a ponerse nerviosas conforme el precio de las acciones ha ido subiendo en estos últimos meses. Por ejemplo, otra persona de 60 años apunta que las subidas bursátiles han hecho que el mercado bursátil sea menos atractivo que hace unos años. Ella ha estado vendiendo renta variable estadounidense en los últimos años, acumulando efectivo e invirtiendo parte en fondos de inversión fuera de Estados Unidos. En esta línea, señala que no ve ninguna razón para estar invertido en renta variable al final de un mercado alcista.
A medida que los “baby boomers” (expresión utilizada para describir a las personas que nacieron durante el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, entre los años 1946 y 1964) se acercan a la edad de jubilación, muchos de ellos están reduciendo su participación en fondos de renta variable en favor de otros activos más estables, como los bonos, siguiendo el consejo de la mayoría de asesores financieros.
Muchos jóvenes estadounidenses que comenzaron a ahorrar justo después del estallido de la burbuja de las hipotecas subprime, nunca han desarrollado un interés por la renta variable. “Siempre he tenido miedo de perder mi dinero por comprar o vender una acción a destiempo, pero ahora prefiero no arriesgarme a perder el poco dinero que tengo por leer mal el mercado”, señaló una modelo de 26 años, que era estudiante universitaria durante la recesión de los años 2008 y 2009.
Para algunos estadounidenses, su falta de interés en los mercados bursátiles es un reflejo de la falta de ingresos, después de un período de salarios estancados y una creciente deuda estudiantil que se ha más que duplicado en la última década. Por ejemplo, un camarero de 25 años señalaba que se gasta su dinero en pagar los préstamos estudiantiles. Por ello, hasta que la deuda se reduzca, la subida bursátil tendrá que continuar sin él.
Pero la renta variable estadounidense ha seguido subiendo gracias a la fuerte demanda por parte de otros compradores, como los inversores institucionales o las propias compañías mediante las recompras de acciones. Con la reciente reforma fiscal, muchos analistas esperan que las empresas usen al menos parte del efectivo adicional para recomprar más acciones propias. Esto puede ser un buen augurio para el mercado bursátil en este año 2018, pero hay escasas evidencias de que esto sirva para revivir lo que una vez fue una próspera cultura de renta variable en Estados Unidos.
Pese a todo lo anterior, Jeffrey Ptak, director de investigación de Morningstar, cuestiona que realmente el pequeño inversor se haya quedado fuera de este gran mercado alcista. Justifica su argumentación con una serie de datos y gráficos que muestran la evolución de los flujos monetarios hacia fondos de renta variable estadounidense e internacional en los últimos años por parte de inversores institucionales y minoristas. Señala Ptak que la definición que hace The Wall Street Journal (a través de los datos proporcionados por EPFR Global) sobre inversores minoristas o “retail” es una definición pasada de moda, ya que la clase institucional también es utilizada por inversores minoristas a través, por ejemplo, de los planes de pensiones.
Si analizamos la evolución de los flujos invertidos en fondos de renta variable estadounidense desde 2012, podemos apreciar una salida fuerte y progresiva de inversores particulares (a través de fondos de inversión), al tiempo que los institucionales continúan comprando y las entradas en ETFs siguen aumentando a un ritmo constante.
(Fuente: Jeffrey Ptak)
Si damos por sentado que los inversores particulares tienen una profunda aversión hacia la renta variable, deberíamos esperar que también evitaran los fondos de renta variable de acciones internacionales, sin embargo, la realidad es algo distinta. Las salidas de flujos monetarios de particulares sobre estos fondos se han ido incrementando ligeramente en los últimos años, si bien éstas no han sido tan pronunciadas como en el caso de fondos sobre renta variable estadounidense. Por su parte, los flujos monetarios procedentes de inversores institucionales y ETFs no ha parado de crecer.
(Fuente: Jeffrey Ptak)
La realidad no es tan dramática como la describe The Wall Street Journal en su artículo. El gráfico inferior muestra cómo han evolucionado los flujos monetarios en función del método que utilicemos. Si utilizamos la clasificación establecida por The Wall Street Journal, la salida de flujos es clara y evidente. Por contra, si utilizamos una clasificación “inclusiva” (incluye fondos de renta variable estadounidense e internacional procedentes de inversores particulares e institucionales), la diferencia es muy notable. Por ello, Jeffrey Ptak concluye diciendo que (1) muchos inversores minoristas han pasado a utilizar clases institucionales gracias a las plataformas de distribución de productos de inversión (con costes más bajos) y (2) que parte del dinero se está moviendo claramente hacia los mercados internacionales, como forma de diversificación de sus carteras de inversión.
[Nota: Este artículo es parcialmente una traducción del original publicado por Akane Otani y Chris Dieterich en The Wall Street Journal.]
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