Cada vez que Bitcoin se pone de moda (i.e. cada vez que experimenta un rally alcista), resurge la preocupación sobre su posible contribución al cambio climático. A menudo, oímos o leemos que Bitcoin consume tanta energía como tal o cual país.
Elon Musk, sin ir más lejos, semanas después de haber cambiado $1500 millones de la caja de Tesla a bitcoin y anunciarlo en Twitter, piaba de nuevo. Esta vez lo hacía escandalizado por su enorme consumo de energía. Nuestro amigo Elon no era el primero en hacerlo, ni mucho menos. Pero ¿qué hay de cierto en ello? ¿Cuánta energía consume Bitcoin? ¿Por qué la consume? ¿Cuál es la alternativa? ¿Qué tipo de energía consume?
En el capítulo 9 de nuestro podcast A lo que íbamos (que podéis escuchar en vuestra plataforma de podcast favorita o en Youtube, Jordi Nadal y yo tratamos este tema en profundidad. Si sois podcasteros como yo (o queréis saber más de lo aquí expuesto), os recomiendo su escucha. Si preferís un resumen por escrito, aquí lo tenéis.
1. ¿Por qué consume energía Bitcoin?
Intentaré resumirlo de forma sencilla. Espero que los expertos en el tema perdonen las simplificaciones e imprecisiones. Como probablemente muchos lectores ya sepáis, todas las transacciones realizadas en Bitcoin quedan registradas en una cadena de bloques (Blockchain en inglés). Y ahí quedan. Para siempre. La de Bitcoin es sólo una de muchas blockchains. Seguro que muchos habéis oído aquello de “Lo interesante no es Bitcoin, es la tecnología Blockchain, que puede usarse para muchas otras cosas”. Bien, en otro artículo ya hablaré de por qué creo más bien que es todo lo contrario.
¡A lo que íbamos! Cuando alguien quiere hacer una transacción en bitcoin (en la cadena principal, en otro artículo ya hablaremos de la ligthning network, la solución a la que se está yendo para poder realizar un mayor número de transacciones), puede fijar la comisión máxima que está dispuesto a pagar por ello. Cada 10 minutos (aproximadamente) se inscribe un nuevo bloque en la cadena. Cada bloque contiene X transacciones. ¿Cuáles? Las que han ofrecido una mayor comisión. Pero ¿cómo se inscriben estas transacciones? Aquí es donde entra en juego la “minería” de Bitcoin.
Los mineros (originalmente frikies en su casa desde un PC, actualmente instalaciones de hardware especializado) invierten capacidad de computación en resolver por fuerza bruta (i.e. mediante prueba y error) un problema criptográfico (espero que me perdonéis si este no es el término exacto, pero espero que se entienda). Pero ¿para qué tanto lío pudiendo usar una simple base de datos? Por seguridad.
En una base de datos pública, sería relativamente fácil que alguien pudiera inscribir una transacción falsa. En el blockchain de Bitcoin, sólo puede inscribir cada bloque quien encuentra la respuesta correcta al problema criptográfico de ese bloque (de nuevo, disculpad el uso de terminología no exacta). Comprobar si es la respuesta correcta es muy fácil. Encontrarla, en cambio, requiere un gran esfuerzo computacional (y por tanto también energético): una prueba de trabajo (proof of work o PoW, en inglés). De modo que tratar de falsificar transacciones pierde sentido. Esto es un ejemplo de las muchas señales honestas costosas que existen en nuestras sociedades o, en general, en la naturaleza. Más ejemplos en el episodio 9 de A lo que íbamos.
2. ¿Cuánta energía consume?
Me temo que la respuesta es DEPENDE. ¿Cómo que depende? Pues sí. La dificultad del problema se reajusta automáticamente cada 2016 bloques (aproximadamente dos semanas) para que se siga inscribiendo un bloque cada aproximadamente 10 minutos. ¿Por qué este reajuste? Una subida en el precio de bitcoin incentiva el minado. Cuanto más alto sea ese precio, más se invertirá en equipos de minado y más potencia se conectará al sistema. Si la dificultad fuera constante, y dado que dar con la respuesta correcta es cuestión de intentos, esta se encontraría más rápido (acortando el tiempo entre bloques). Y viceversa. Para evitarlo, se realiza un reajuste en la dificultad para que el intervalo siga siendo de unos 10 minutos.
En función de lo anterior, se consumirá mayor o menor cantidad de energía. En el momento de escribir este artículo, según el Bitcoin Energy Consumption Index, el consumo anual se situaría alrededor de 130TWh. En el capítulo 9 del podcastvemos varias comparaciones con distintos países para que os hagáis una idea de cuánto es esto.
3. ¿Cuál es la alternativa?
Seguramente hayáis oído afirmaciones del tipo “Bitcoin consume X veces más energía que Visa y Mastercard y tiene capacidad para X veces menos transacciones”. A mi juicio esta es una afirmación que, siendo cierta, no tiene mucho sentido. Trataré de explicarme. Cuando me encontré con Bitcoin por primera vez allá por 2013, yo también pensé que esta nueva tecnología venía a competir como medio de pago con las empresas de tarjetas de crédito. Sin embargo, creo que esto no es exactamente así.
Por un lado, es cierto que el número de transacciones que pueden ser registradas en la cadena de bloques de Bitcoin cada diez minutos es varios órdenes de magnitud inferior al número de transacciones que se realizan hoy en día con tarjeta, lo que a su vez hace que la comisión pueda llegar a ser prohibitiva para pequeñas transacciones. Esto se resuelve con la llamada lightning network.
Cuando pagamos un café con tarjeta de débito en un bar o hacemos una transferencia, nuestro banco no transfiere el dinero al del destinatario. Es suficiente con que uno de los bancos reconozca una deuda por ese importe con el otro. Parte de esta deuda se compensará con deudas en sentido contrario. Sólo será necesario mover el saldo final de un banco al otro cada cierto tiempo, o cuando la deuda haya alcanzado ciertos límites. Esto ocurre en la llamada cámara de compensación.
De forma análoga, la lightning network sirve como primera capa en la que realizar pagos del día a día. Quedando la cadena de bloques de Bitcoin como cámara de compensación o para transacciones de alto importe. Así, es esta “lightning network” y no la cadena de bloques de Bitcoin la que podría competir con Visa o Mastercard. Hablaremos más sobre ella en el futuro.
Por otro lado, creo que Bitcoin podría (repito, podría, no digo que lo sea) convertirse en un “buen dinero” (i.e. mejor a lo que actualmente llamamos dinero). Lo sé, es una afirmación polémica y no voy a justificarla en este artículo. Antes de llevaros las manos a la cabeza, os ruego que me deis una oportunidad y escuchéis las razones expuestas en los capítulos 1, 2 y 3 de A lo que íbamos.
Bien, pues Bitcoin probablemente consuma bastante más energía que las redes de tarjetas de crédito. Pero, como he escrito anteriormente, no creo que esta comparación tenga mucho sentido. A mi entender no lo tiene porqué un buen dinero no sería sólo alternativa a las tarjetas de crédito. En mi humilde opinión lo sería a un gran número de activos en los que parte de la población se ha visto empujada (por las políticas monetarias de las últimas décadas) a invertir sus ahorros con la finalidad de conservar su poder adquisitivo. En resumen, la existencia de un buen dinero podría reducir significativamente el tamaño la industria financiera actual (i.e. empleados altamente cualificados que podrían dedicarse a otras actividades, edificios de oficinas, energía consumida en transporte, climatización, iluminación de esas oficinas, etc.). En el episodio 9 del podcastentramos en mucho más detalle.
4. ¿Qué tipo de energía tiende a consumir?
Hasta aquí hemos visto que Bitcoin consume una cantidad significativa de energía y que no está claro que dicha cantidad sea superior a la que se consumen las distintas actividades ligadas a los activos a los que un buen dinero podría sustituir parcialmente.
En cualquier caso, lo que sí está claro es que el consumo actual de Bitcoin es muy inferior a la cantidad de energía que se desperdicia. Me refiero a la energía que se produce, pero no se usa debido a que no existe demanda suficiente en ese lugar y momento, y no es económicamente viable almacenarla o transportarla. Y es precisamente esa energía la que la minería de Bitcoin tenderá a usar.
Lo es porque los bitcoins son activos digitales. Por ello, a diferencia de lo que ocurre con la práctica totalidad de los distintos usos energéticos, el lugar de producción (minado) está totalmente desligado del lugar en que se encuentra su demanda. No importa dónde minemos un Bitcoin. Al ser digital, su coste de transporte es virtualmente cero (lo que cueste mover de un sitio a otro la clave privada del monedero) y podremos gastarlo en la otra punta del mundo sin que la distancia sea un problema.
¿Por qué competir con otros usos de energía, pagando más por ella, cuando podemos minar usando energía gratuita? Pues lo segundo es precisamente lo que tiende a ocurrir cada vez más. Como ya se ha dicho, en los orígenes de Bitcoin, cuatro frikies minaban desde su casa. Ya hace mucho que eso no sale a cuenta. Para minar de forma rentable hay que usar la energía más barata posible. Idealmente gratis o con precio negativo. Es decir, energía que ya se produce, pero que no se usa.
En el episodio 9 de A lo que íbamos ponemos varios ejemplos y comentamos las consecuencias que esto podría llegar a tener. Lejos de contribuir al cambio climático, el minado podría incluso acelerar la transición hacia una producción de energía más limpia. Lo haría al aportar una rentabilidad extra mediante el uso de una parte de la producción que, de otro modo, se desperdicia.
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Disclaimer: Este artículo es de carácter meramente divulgativo y no pretende ser una recomendación de compra o venta de producto alguno.