Me hubiera gustado poder presumir de entrenador alguna vez desde que escribo aquí en Inbestia. Más que nada porque hubiera significado que mi Athletic estaba creciendo, pero la diosa Fortuna no me lo ha permitido de momento. Por contra, lo que no he podido evitar en varias ocasiones ha sido desahogarme con Vds. al ver proyectadas domingo a domingo las limitaciones del míster sobre una plantilla con un potencial considerable. Para muestra un botón: en el grupo con el que hace tres años ganamos la Supercopa de España (4-0 al Barsa en San Mamés) no estaban todavía ni Iñaki Williams, ni Yeray, ni Raúl García. Los primeros por estar todavía en el filial y Raúl porque todavía estaba en el Atlético de Madrid. Así que habiéndose producido años atrás una mejora en la calidad de la plantilla de naturaleza exponencial, el equipo no fue yendo sin embargo sino hacia atrás, sin prisa pero sin pausa, hasta terminar explotando la que podemos llamar "la quinta onda de Valverde": la eliminación de la Europa League a manos de un equipo de Chipre, como colofón a una liga de grupo incalificable, y el paupérrimo séptimo puesto al final de la Liga española. !!! Y todo ello prácticamente sin un puto lesionado que echarse a la boca en tres años ¡¡¡
(No he llevado nada bien lo del Athletic de estos años, la verdad, pero propósito de enmienda no me falta. Habrá que perseverar. Les dejo aquí Warrent Buffett, el Athletic y el espacio temporal y aquí Warren Buffett, tener o no tener, de octubre y noviembre de 2015 respectivamente por aquello de la visión global).
Y es que en el fútbol, amigos, cualquiera puede ser contratado como entrenador por un magnate de cualquier cosa y ganar una liga, dos, tres o cuatro en el Olimpiakos -- el Real Madrid griego -- de la misma manera que lo llevaban haciendo los anteriores entrenadores desde hace cerca de veinte años de forma casi consecutiva, y de la misma manera que Michel ganó las dos siguientes. "Fútbol es futbol", que dijo Vujadín Boskov. Sin embargo, en los mercados financieros la cosa cambia y, a modo de ejemplo, podemos decir que en los mismos las debilidades ajenas no sirven, que no hay talonario que llene vitrinas y que solo suben al marcador los goles que marquemos nosotros mismos. Cuestión de naturalezas.
Una de las quejas de Txingurri en su agonía final en el Athletic fue que no teníamos extremos. Chungo cuando nos llega ese momento de echar menos lo que nunca tuvimos. Casi mientras tanto, otro entrenador, Julen Lopetegui en este caso, sacaba a la selección española el sábado a la noche ante Italia no solo sin extremos, sino también sin delantero centro. "Nosotros nos hacemos primero con el balón y luego ya le llevaremos dónde y cómo nos salga de los cojones", p.e. Pero no solo eso, sino que solo cuando existieron espacios arriba, ya con el 2 a 0, activó el modo contraataque y dio entrada a Morata, quien hizo el tercero. Y es que sucede con frecuencia, amigos, que no somos capaces de ver las cosas hasta que alguien nos las enseña. Ora Luis Aragonés, ora Ancelotti, Ora Guardiola, ora Rajoy...
Saben los italianos ahora, por ejemplo, que Lopetegui les ha adelantado el dos de Octubre al sábado pasado. De la misma manera que los españoles sabemos desde hace tiempo, que en Cataluña todos los días es dos de Octubre desde que Artur Mas se colocó de rodillas con los pantalones bajados delante de Rajoy y el presidente procedió. Aunque al delfín de Pujol la posición le volvía loco, y le encantaba presumir y que su mujer le sacara fotos, Mas tuvo que retirarse muy a su pesar cuando se le acabó la vaselina. Eso sí, como ya se sabe que desde la época de Convergencia tienen en ese partido una cierta y cuasiatávica querencia por la genuflexalidad, bastó una mínima indicación de su Artur para que el siempre púber Puigdemont se colocara en posición tan familiar sin rechistar. Por otra parte, haciéndoles tan poco caso, siendo todos tan iguales y llevando tanto tiempo dándoles por el búho, a nadie extrañaría que el Presidente no hubiera percibido cambio alguno desde el primer día y pensara que el que sigue estando debajo es al abuelo Florenci. Resumiendo, que todos sabemos ahora que solo Rajoy vio esa querencia convergente a la genuflexalidad, que va ganando dos a cero y que para el Presidente esto no es otra cosa que coser y cantar. Que les den. S2.