Ayer por la tarde bajé al bar a ver al Athletic. Perdimos 2-0 con el Granada, pero lo peor no fue eso, lo peor fue la forma en la que perdimos. Seguro que muchos vieron el Madrid-Barsa, el Sevilla-Madrid o el Madrid-PSG. Una cosa es el resultado: ganar, perder o empatar -- que viene a ser lo de "la bolsa va a fluctuar" de J.P.Morgan -- y otra cosa es el cómo y el porqué.
Al Athletic ayer le pasó como al Madrid el sábado. Benítez se avino a jugar con el sistema de Ancelotti, tal como le habían pedido los jugadores durante la semana. Sin embargo, a los cinco minutos ya se veía que puedes copiar un sistema, pero no puedes copiar una personalidad. Por lo menos, no en unos días. Como consecuencia de ello el Madrid perdió 4-0. Y, al igual que como ante el Sevilla o contra el PSG, el resultado no fue lo peor. Florentino Pérez es un gigante empresarial a la vez que un enano futbolístico: su talento en el primer campo está haciendo crecer a su empresa ACS de la misma manera y a la vez que su falta de aquel en el segundo está llevando al Real Madrid a la insignificancia futbolística a la velocidad de la luz.
El entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, vive también su propio "vivir sin vivir en mí". Al llegar al Athletic tras haber ganado dos ligas y una copa con el Olympiakos griego dio la impresión de que nos clasificamos para la Champions League como consecuencia de haber logrado idear un sistema ganador. Dos años ganando títulos, aunque fuera en Grecia, y que supuestamente ideara un sistema, ¡¡ sin incluir a Beñat en el once titular !!, con el que nos llevó a la Champions era como aquello de "blanco y en botella...": ¡¡ este tío es un crack!!. Pero hete ahí que el Manchester United se llevó a Ander Herrera en verano y, aunque nadie lo sabíamos todavía, tampoco él, al entrenador extremeño se le acababa de bajar la marea. Poco tiempo después, y palo de ciego tras palo de ciego, su desnudez comenzó a hacer acto de presencia partido tras partido.
Convencido por los antecedentes de que el míster tenía criterio, de que poseía un determinado y personal manejo de fundamentales que no estaba a mi alcance y sobre el que fundamentaba la construcción y el funcionamiento de un equipo ganador, lo que hemos vivido él y todos los seguidores del Athletic desde entonces no deja de tener cierta similitud con lo que hemos vivido Valentino Rossi y todos sus seguidores desde el momento en el que el italiano sacó la pierna y empujó a Marc Márquez en plena carrera. Pero con una diferencia, a mi modo de ver, realmente interesante: mientras que en el caso de Valentino la caída del mito se produce de manera instantánea porque instantánea es la visión y la comprensión de lo sucedido, en el caso del Txingurri -- por la diferente naturaleza del medio, de las circunstancias y del ritmo que acaece en el mundo del fútbol -- la caída se va produciendo día a día, partido a partido, semana a semana, mes a mes y a un ritmo desigual. Entre otras cosas también porque aquél realiza una actividad individual y éste una colectiva. En el caso de Rossi la incredulidad, la decepción y la validación de la realidad se graba en un instante en el cerebro del espectador, mientras que en el caso de Valverde el ritmo del espacio temporal al que se producen sus actuaciones o sus "desactuaciones" hacen que la caída del mito se vaya produciendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y que a día de hoy no haya sido no solo no validada sino siquiera todavía percibida por alguien más que por este que les escribe.
En el caso de Valentino, la posibilidad de engañarnos a nosotros mismos negándonos a aceptar la realidad se derrumba ipso facto en el mismo instante y a la misma velocidad en que lo hizo la moto de Marc Márquez. Ipso facto. Puedo dar fe de que no es así en el caso de la afición del Athletic, de los periodistas, de los tertulianos, de los comentaristas, de mis amigos, de mis conocidos...
El Athletic empezó el encuentro partido en dos, jugó el primer tiempo partido en dos, se fue al descanso partido en dos, comenzó la segunda parte partido en dos, continuó la segunda parte partido en dos, y terminó el partido perdido en dos. Y su entrenador no hizo nada salvo tres cambios hombre por hombre para no tocar nada, porque según su "supuesto" criterio nada había que tocar, ninguna posición que corregir, nada que arreglar. Perdimos 2-0, pero eso no fue lo peor. Lo peor fue cómo perdimos. De nuevo la falta de criterio, de ahí la falta de sistema solvente, de ahí la imposibilidad material de ver dónde está fallando el sistema, de ahí la imposibilidad material de aportar soluciones...
En el fútbol, en los mercados o en la vida: tener o no tener...criterio. He ahí la cuestión.
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