Víctor Sánchez, el jóven entrenador del Deportivo de la Coruña, quitaba un centrocampista pelotero como Cani y metía un delantero directo como Oriol Riera. Corría el minuto veinte de la segunda parte; Beñat, San José y el resto eran dueños y señores del balón, del juego y del partido; y el Athletic ganaba 0-1. No pudiendo creer lo que veían mis ojos, estiré el cuello hacia la pantalla para obtener confirmación: en efecto, Riera por Cani. "Les vamos a crucificar", pensé al instante. Lo que nunca imaginé fue que lo vería en la primera jugada tras el cambio. Recuperación en el centro del campo, dos pases y gol: 0-2. ¡¡ Y todavía nos quedaban más de veinte minutos de partido para repetir, repetir y repetir !!
Pero el paso del tiempo nos marca, nos representa sea cual sea el escenario en el que nos movamos. Nosotros tomamos o no decisiones, continuamos haciendo o dejamos de hacer y el tiempo actúa de simple notario de consecuencias. Podríamos decir, por tanto, que alcanzar la excelencia en los mercados, y en la vida, no es otra cosa que ir aprendiendo a poner el tiempo a nuestro favor. Así consigue hacerlo, por ejemplo, Warrent Buffett también con sus inversiones.
El entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, perdió en Riazor -- y son ya enésimas en esta su segunda etapa en Bilbao -- otra nueva oportunidad de poner el tiempo a su favor. Les ahorraré los detalles. El Depor acusó el golpe del segundo gol durante cinco minutos, justo los que necesitó para empezar a cumplir el guión e irse arriba con un 0-2 a falta de veinte minutos. El mejor escenario que pudiéramos imaginar para una manita. Pero desgraciadamente, el Athletic de Valverde también cumplió el suyo: se disolvió como un azucarillo en un café cortado y solo la llegada del pitido final consiguió que el estrépito terminara en empate final en vez de en derrota. Incapaz de momento de romper con su bucle, se venía ahora de nuevo lo peor: sus ruedas de prensa postpartido. Yo las tengo bajo control parental. No quiero que mi hijo las vea.