La llegada de un mercado bajista es inevitable, pero es dudoso que usted esté preparado para ello. La razón, en mi opinión, es que el mercado bajista que usted prevé seguramente no tenga nada que ver con el que finalmente tenga lugar. Muchos mercados bajistas son cíclicos, y pueden ocurrir con una caída repentina sólo para recuperarse casi tan rápido como en octubre de 1987. En otros casos puede producirse un periodo deflacionario que se extienda hasta décadas enteras y que desmoralice incluso a los alcistas más convencidos, lo cual puede hacer que toda una generación se olvide por completo de invertir en acciones, como el mercado actual de Japón.
Algunos mercados bajistas son más sigilosos, y llevan la apariencia de un toro, pero en realidad son osos feroces. Esto se debe a que la inflación consume todos los rendimientos nominales, dejando a los inversores sin nada para sí mismos. Tal fue el caso del S&P 500 desde enero de 1970 hasta 1980, cuando el S&P 500 retornó aproximadamente 8% nominalmente, pero prácticamente nada después de la inflación.
Cuando el próximo mercado bajista ocurra -cualquiera que sea su forma- y usted se encuentre mal preparado, puede culpar a estas malas decisiones de inversión:
- Cansado de los intereses ridículos que le ofrecen por el efectivo y los depósitos, usted hizo una incursión en su cuenta de ahorros para comprar más acciones de su fondo indexado. Cuando el mercado se desplomó, se vio obligado a vender a precios inoportunos y, por lo tanto, se vio obligado a cerrar con fuertes pérdidas.
- Preocupado por el fuerte dólar y la reciente caída de los precios del petróleo, usted vendió sus acciones de energía y cubrió la divisa de sus acciones extranjeras, lo que le dejó con una cartera de acciones totalmente dependiente de la fortaleza del dólar para continuar con los buenos rendimientos. Esto a su vez le dejó sin cobertura contra una disminución inesperada del dólar (como al final ha ocurrido durante 2017) y un aumento posterior de la inflación.
- Por temor a la inflación y al aumento de las tasas de interés, usted vendió todas sus posiciones de bonos, por lo que cuando se produjo un ataque de deflación (quizá una recesión deflacionaria al estilo japonés), su cartera quedó destrozada.
- Después de años de observar cómo el S&P 500 superaba al resto de mercados globales, usted vendió sus acciones extranjeras y de los mercados emergentes para invertir en acciones estadounidenses, justo a tiempo para que el ciclo se diera la vuelta.
Sin embargo, existe otra forma de mercado bajista y, en mi opinión, es la más perniciosa de todas. Ese es el mercado bajista que te has provocado tú mismo. Esto se debe a que, atemorizados por todas las cosas terribles (como las de arriba) que podrían pasarle a su cartera, usted nunca invirtió en absoluto, sufriendo una fuerte caída de su patrimonio por el alto coste de oportunidad (la alternativa de haber estado invertido). Esas ganancias no obtenidas nunca se pueden recuperar, ya que el tiempo, su principal aliado como inversor, es un recurso no renovable, y usted lo ha malgastado.
El punto de este post es que el futuro será probablemente más aterrador de lo que pensamos. Nadie puede predecir con ningún grado de precisión lo que ocurrirá, pero los inversores prudentes asignan probabilidades a los eventos imprevistos que tienen más visos de suceder, y diversifican sus carteras en consecuencia. Esta idea es repetida hasta la saciedad por los asesores financieros. Sin embargo, es la única forma en que los inversores pueden tener una oportunidad de luchar contra cualquier situación desagradable que se les presente. Si usted sigue este consejo prudente, sus posibilidades de sobrevivir para luchar otro día en el mercado aumentarán enormemente, aunque tenga en claro una cosa: sus posibilidades de predecir lo que sucederá exactamente son nulas.
Nota del editor:
Este artículo se publicó originalmente en inglés, en el blog de Fortune Financial Advisors. El lector puede seguir al autor en Twitter. Traducción realizada por la edición de inBestia. El gráfico no fue incluido en el artículo original.
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