¿Qué es un mercado bajista?¿Qué es un mercado alcista? Aunque a priori son preguntas cuya respuesta podría parecer obvia, la realidad es que saber detectar que nos encontramos en un mercado bajista, y no en una corrección puntual de los mercados, es fundamental de cara a gestionar adecuadamente nuestro patrimonio y finanzas personales. Del mismo modo, saber que nos encontramos en un mercado alcista y no en un simple rebote dentro de una tendencia bajista, también puede resultar decisivo a la hora de configurar nuestra cartera de inversión.
Barry Ritholtz, fundador de Ritholtz Wealth Management (empresa de asesoramiento financiero), hacía referencia a estas cuestiones en su columna de Bloomberg View. El autor se pregunta cómo podemos detectar un mercado alcista o bajista, considerando que definirlo únicamente por el porcentaje de subida o bajada respectiva no nos ofrece toda la información que necesitamos como inversores para tomar las mejores decisiones de inversión.
La definición tradicional, y que la mayoría de medios e inversores ha asimilado, indica que un mercado bajista es aquel en el que se produce una caída igual o superior al 20% desde el último máximo. De este modo, y de acuerdo con la definición clásica, podríamos considerar que una corrección es una caída del 10% aproximadamente, y un crash bursátil sería un desplome igual o superior al 30%.
Pero no existe una base racional ni evidencia para usar estos porcentajes y no otros. Ahora vamos a considerar lo contrario: la definición de un mercado alcista es aquel que sube un 20% o más desde los mínimos. ¿Por qué un 20%?¿Por qué no un 25% o un 30% o incluso un 21.759%? Realmente el origen de estos números se desconoce y parece remontarse al principio de los tiempos, pero la gran cuestión fundamental para los inversores es si son realmente útiles y si nos sirven para tomar mejores decisiones de inversión. ¿Nos ayudan estas definiciones convencionales a manejar mejor el riesgo, aumentar nuestras rentabilidades o detectar los ciclos de mercado? Barry Ritholtz señala clara y rotundamente que no.
Consideremos por ejemplo la profundidad de la corrección que tuvo el mercado durante el año 2015. El S&P 500 cayó un 15,2%, mientras que el índice Russell 2000 (índice que aglutina a las pequeñas y medianas compañías estadounidenses) perdió un 27,2%. ¿Resultó de utilidad para el inversor saber que el S&P 500 no se encontraba en un mercado bajista mientras que el Russell 2000 sí lo estaba? Recordemos ahora la mayor corrección que ha tenido el mercado desde los mínimos del actual ciclo alcista alcanzados en marzo de 2009, la cual se produjo entre mayo y octubre de 2011. El S&P 500 cayó un 21,6%, mientras que el Russell 2000 cayó un 30,7%. ¿Qué habría hecho usted sabiendo que el S&P 500 estaba en un mercado bajista y que el Russell 2000 había sufrido un crash?
¿Qué les aportó a los inversores saber que un mercado bajista se había iniciado, teniendo en cuenta la definición clásica de mercado bajista?
Estas definiciones tradicionales son bastante poco útiles e incapaces de ayudar al inversor de manera significativa. No nos ayudan a gestionar el riesgo, así como tampoco nos indican cuándo debemos aumentar o disminuir la exposición a renta variable. Como apunta el autor, simplemente parece que se trata de otro de esos mitos bursátiles que han pasado de generación en generación, sin nadie que se cuestione su validez actual.
Barry Ritholtz ha estado investigando durante más de 20 años mejores formas de definir un mercado alcista o bajista, ya que a su juicio la definición clásica es profundamente insatisfactoria. Por ello, a principios de los años 2000, empezó a considerar establecer unas definiciones alternativas para un mercado alcista y bajista. La idea era crear algo útil que pudiera utilizar como inversor, reflejando lo que estaba ocurriendo en realidad en los mercados. De este modo, incorporó a sus definiciones no sólo la cuantía de la pérdida o la ganancia, sino la situación económica subyacente y la psicología inversora reinante en el momento. Así pues, las definiciones de mercado alcista y bajista según Ritholtz quedarían de la siguiente manera:
Un mercado alcista secular es aquel período largo de tiempo, generalmente diez o veinte años, caracterizado por cambios económicos, sociales y políticos que crean un entorno económico que propicia el aumento de los beneficios e ingresos empresariales. La volatilidad del mercado tiende a reducirse y la característica más destacada es que los inversores están dispuestos a pagar más dinero por cada euro de beneficios conforme el mercado alcista se desarrolla.
Por el contrario, un mercado bajista secular es justo lo opuesto a un mercado alcista secular. Después de un período expansivo largo, tiene lugar un mercado mucho más volátil, caracterizado por potentes subidas y posteriores caídas así como por un ambiente económico cambiante. La característica más destacada de este período es que los inversores están cada vez menos dispuestos a pagar por ese mismo dólar de beneficios conforme el mercado bajista avanza.
Uno de los factores clave que no se incluye en la definición clásica y tradicional de mercado alcista y bajista es el de la expansión o contracción de los múltiplos de beneficios. Cuando analizamos la rentabilidad de un mercado, los incrementos de los beneficios empresariales suelen ser mucho menores que la expansión de los múltiplos. Así por ejemplo, al comienzo del mercado alcista secular iniciado en el año 1982, los beneficios empresariales ajustados por la inflación del S&P 500 eran de 31,72$. 18 años después, justo al final del mercado alcista en el año 2000 y justo antes del estallido de la burbuja tecnológica, los beneficios empresariales de las compañías del S&P 500 se habían más que doblado (70,39$), pero durante el mismo período el S&P 500 había generado una rentabilidad del 1000% y el PER había pasado de 7 a 34. De este modo, la mayor parte de la rentabilidad del S&P 500 fue debida a la psicología del inversor, el cual estaba dispuesto a pagar más dinero por cada euro de beneficios empresariales.
Esta reflexión de Barry Ritholtz nos obliga a cuestionarnos, una vez más, los clásicos mitos, definiciones arbitrarias y leyendas que rodean a los mercados financieros. Las definiciones alternativas planteadas por el autor parecen tener mucho más sentido, puesto que nos exigen considerar un número mayor de parámetros (volatilidad, situación macroeconómica, beneficios empresariales, valoraciones bursátiles, etc.) que la simplemente evolución bursátil de un índice.
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