Es bastante evidente que uno de los grandes problemas de la economía española es la situación del mercado laboral, que es fruto de distintos factores, entre ellos la regulación laboral, las políticas activas de empleo y el tamaño empresarial.
Esta entrada está basada en un muy interesante artículo de R Domenech, que incide sobre los problemas que arrastra el país en el mercado laboral, caracterizado por su dualidad, paro estructural y empleo a tiempo parcial no deseado, ojo, no deseado, ya que en otros países el trabajo a tiempo parcial es un indicador de calidad de vida.
La dualidad existente es fruto de una nefasta regulación laboral que ha primado intereses individuales sobre colectivos, dando lugar a un lastre sobre la productividad creando un sistema no equitativo, sobre todo para los jóvenes. Lo que constituyendo además una situación de insolidaridad intergeneracional.
Y esta situación es grave, ya que de los jóvenes y su capital humano depende la productividad, competitividad, progreso y futuro del país.
Sin embargo, siendo necesario un impulso al empleo juvenil, no es suficiente. La productividad se basa también en la inversión y crecimiento empresarial, ambos dificultados por la regulación existente.
Fiscalmente, al no implementar un sistema como el de Estonia , y administrativamente a través de distinto tipo de requisitos implementados en función del número de empleados y facturación.
El resultado es un menor tamaño empresarial , lo que afecta a la inversión, productividad, competitividad, empleo y salarios. Es decir, limitar el tamaño empresarial impide crear empleo de calidad e implica pobreza.
Es decir, la excusa de utilizar el gasto social para cubrir las necesidades del estado de bienestar es parcialmente una falacia, ya que los gobiernos deberían tener como objetivo limitarlo, pero porque la calidad de vida de la gente no lo requiriese por innecesario.
Es evidente que la regulación del mercado laboral requiere un profundo cambio estructural, eliminando la dualidad existente, hecho que no tendría excesiva dificultad si excluimos intereses particulares de lobbies como los sindicatos y también partidistas y personales.
Es necesario mejorar la flexibilidad del empleo para adaptarse a las circunstancias particulares del ciclo económico y de cada empresa en particular. Para ello sería importante implantar el contrato único y la mochila austríaca, así como incidir en los sistemas de flexiseguridad.
La flexiseguridad implica proteger al trabajador, no el empleo, y facilitar la reinserción laboral a través de las políticas activas de empleo, ineficientes en España como resultado del elevado desempleo (toca a menos por trabajador) como la ineficiencia de su utilización, ya que debe adaptarse a las necesidades del mercado.
Estamos inmersos en una revolución económica y tecnológica como resultado de la pandemia, en que se hace necesaria la flexibilidad laboral para trasladar el empleo a las necesidades cambiantes de la sociedad, siendo para ello imprescindible el capital humano y su flexibilidad de adaptación. Pero además, para aprovechar este capital humano, es necesario que existan empresas grandes y competitivas que permitan desarrollar este potencial.
En España, el cambio es posible, pero es esencial un elemento: la voluntad de cambiar y de poner por delante los intereses de la sociedad antes que los particulares y partidistas ¿seremos capaces?