No falla. Cuando aparece una nueva portada de The Economist sobre una compañía, sector o temática particular, siempre saltará alguien diciendo que “hay que comprar” o “hay que vender”. Las portadas de la publicación inglesa se incluyen dentro de una clase de indicadores que son observados por los inversores: magazine cover indicators. Pueden ser útiles como un barómetro de cómo está el “sentimiento” y el “consenso” del público en general, y el mercado en particular, sobre un tema en concreto.
Como sabemos por la teoría de la opinión contraria, cuando existe un exceso de optimismo/pesimismo sobre algo, normalmente hay que estar muy alerta sobre ese consenso, porque las oportunidades suelen estar en el lado contrario. Esto es muy en términos generales, y hay que tener cuidado con aplicar esto a todo y posicionarse siempre a la contra del consenso. Porque éste puede estar en lo cierto durante más tiempo del que tú puedes mantener tu posición contrarian.
La última portada de The Economist que ha suscitado este tipo de reacciones ha sido con Netflix como protagonista. Podéis ver las respuestas a este tuit en el que la difunden: de los 4 comentarios que recibe, 3 son para decir “short”, “sell” o “peak NFLX”. Ya es una reacción instantánea.
Y hay razones para ello, como pone de manifiesto este artículo del 2 de abril: The Economist Cover Is One Of The Greatest Contrarian Indicators, Did It Mark The Top Of The FANG Complex? (La portada de The Economist es uno de los mejores indicadores contrarian: ¿marcó el techo de las FANG?), referido a la siguiente portada.
En esos días el Nasdaq cayó con cierta fuerza, pero a día de hoy buena parte de las caídas se han recuperado. Pero eso todavía no invalida la tesis del artículo, habría que esperar a un plazo más largo.
En el mismo artículo expone varios casos en los que ha funcionado como un muy buen indicador contrarian. Funcionó marcando el suelo del mercado de Brasil en enero de 2016...
...también marcó el máximo del dólar a finales de 2016...
…con el petróleo tampoco atinaron muy bien, con esta portada en 2003...
Vaya, pues ¡parece que este indicador es una maravilla! La idea es que cuando algo así aparece en The Economist, es que la historia ya está muy manida y los precios deberían reflejarlo bien.
Pero no tan rápido. No hemos demostrado nada con las portadas anteriores. Solo hemos puestos unos pocos ejemplos de que en alguna ocasión ha funcionado. Pero, ¿y si las hubiera seleccionado a propósito para defender mi tesis de que el indicador funciona, dejando fuera las portadas en las que no funcionó? Esto es un sesgo peligroso en el que muchas veces caemos, se llama “sesgo de selección” (selection bias). Podemos caer en ello consciente o inconscientemente. Así, simplemente nos quedamos más en la cabeza con aquellos casos en los que sí ha funcionado, pero probablemente existan muchos ejemplos de portadas que hayan pasado desapercibidas y no hayan funcionado como indicador contrarian.
Para demostrar algo, deberíamos coger una buena muestra de portadas y ver qué resultados se han producido pasado un tiempo. Esto es lo que hicieron dos economistas de Citigroup, como se cuenta en este artículo de... The Economist. Cogieron 44 portadas desde 1998 a 2016 que transmitían un mensaje de optimismo o de pesimismo y, con ellas, analizaron si cierto tiempo después se había cumplido la idea de que con buenas señales contrarian en base a indicadores que ellos seleccionaron.
El análisis concluyó que después de 180 días de la publicación, solo el 53% de las portadas de The Economist funcionaron como contrarian; pero la señal mejora considerablemente si se amplia el tiempo a 360 días después: el 68% de ellas hubiera acertado apostando por el mensaje contrario que se transmitía. Comprando el activo si la portada era muy pesimista resulta en una rentabilidad del 18% el año siguiente; poniéndote corto en el activo sobre el que la portada es muy alcista/optimista genera un retorno del 7,5%.
Así que parece que sí, funciona relativamente bien. Pero desde The Economist advierten que habría que tomarlo con bastante cautela, con un ejemplo ilustrativo que hace referencia a la portada de enero 1999 que afirmaba: Por qué las acciones de Internet colapsarán. No he podido encontrar una imagen con mejor calidad, pero ahí está...
Aquí es donde el estudio de Citigroup encuentra sus limitaciones. Si nos atenemos a su definición de qué pasó 1 año después, sí, funcionó bien como indicador contrarian. Pero claramente no fue así: resultó un acierto, aunque fallara en el timing en un año y pico. Su portada, de hecho, trató de ser contrarian, puesto que en ese momento las cotizaciones de las tecnológicas estaban volando. Por tanto, no parece tan fácil...
En definitiva, estamos ante un indicador de sentimiento interesante a tener en cuenta, en la medida en que puede reflejar una posición de consenso en el público y el mercado. Pero que debe interpretarse de forma correcta y no apresurada, considerando además que tiene también un margen de error nada desdeñable.