El ciclo económico europeo, aunque débil desde hace trimestres, aún no había lanzado ninguna alerta clara de peligro por sí mismo, ya que el dinero y lo que se le parece al dinero (M1) en circulación, ha venido repuntando en los últimos meses. Y el crédito, que ha crecido de forma muy moderada en los últimos tiempos, se ha mantenido con un crecimiento positivo y además ha repuntando recientemente.
La M1 es posiblemente el mejor predictor de la actividad económica futura en la eurozona. De ahí que la reciente debilidad del PIB europeo, creciendo tan poco como un 0,9% anual en lo que es su peor lectura en años, no hubiera tenido impacto en los mercados en los últimos meses, porque los indicadores más adelantados como la M1 (dinero en efectivo + depósitos a la vista) vienen augurando un repunte de la actividad, aunque de forma moderada. No hay más que ver que cuando la M1 deflactada cae fuertemente, siempre llega, o un periodo de debilidad económica, o de recesión unos pocos trimestres después.
Y por el lado del crédito, en este caso el "impulso del crédito" a los hogares, como decía, se había mantenido positivo a pesar de la debilidad del año 2019 y el mes pasado cogió fuerza, lo que en principio augura más crecimiento en Europa.
No obstante, si en Europa comienza a ocurrir lo que hemos visto el mes pasado en China, con la implantación de cuarentenas sobre amplias capas de la población y un bloqueo de la actividad económica, todo podría cambiar radicalmente, y eso es lo que los mercados están poniendo precio hoy en día.
Normalmente los mercados son muy eficientes y son capaces de cotizar problemas de forma muy rápida y, así mismo, propiciar fuertes recuperaciones una vez que los miedos han sido reflejado en las cotizaciones, de una forma que rara vez permite tomar una postura inteligente (que valga la pena) en estos rápidos vaivenes del mercado. De hecho, cuando se conoció el resultado del Brexit, confirmando la salida del Reino Unido de la Unión Europea, se dio un caso paradigmático de esto. Quien hubiera vendido el día del Brexit (del referéndum), hubiera cometido un fuerte error porque los mercados enseguida descontaron esa eventualidad y comenzaron a recuperarse formando un nuevo mercado alcista.
¿Ocurrirá en esta ocasión igual que cuando el Brexit? En mi opinión son casos muy diferentes, pero igualmente difíciles de analizar en tiempo real. Normalmente, lo que suele impactar los mercados de forma clara y duradera son aquellos fenómenos que tienen una amplia consecuencia económica. Por ejemplo, el Brexit no lo tenía porque antes de que se produjera la salida efectiva del Reino Unido de la Unión Europea iban a pasar años -como así ocurrió- y, por tanto, habría años para que el mercado tuviera tiempo parar reflejar en las cotizaciones todas las consecuencias económicas de ese gran cambio político.
Pero ¿qué hay de un virus que, más que mortal, amenaza con paralizar la actividad económica europea si se producen cuarentenas masivas y cierre de fábricas y servicios como ya está ocurriendo en el norte de Italia? El caso es muy diferente y, desde luego, para tener una respuesta perfecta, se necesita a la vez, un infalible experto en pandemias y, por otro lado, una persona con una capacidad ilimitada para ver el futuro que pueda saber si realmente todo este bloqueo económico va a tener lugar en Occidente.
Desde luego, si se repite lo que ha ocurrido en China durante el último mes, la respuesta sería sí, la actividad económica, ya débil, se va a contraer fuertemente provocando una recesión y la entrada de las bolsas en mercados bajistas. Las primeras noticias que llegan de Italia no son muy positivas, porque parece que se están implantando cuarentenas al estilo chino y por tanto cabría esperar una contracción económica similar a la vista en el último mes en China, donde la venta de coches, por poner un ejemplo, ha declinado un 96%.
Pero ¿quién tiene esa capacidad para ver los acontecimientos futuros con la perfección necesaria? La respuesta es nadie.
De hecho, la situación actual es muy complicada. Realmente, si el ciclo económico global -ya no sólo Europa- estuviera en una fase temprana, diría que cuando se estabilicen los mercados, sería una oportunidad casi segura de compra. Pero el problema es que a pesar de que el ciclo económico europeo sigue en expansión, el de EEUU lleva un tiempo dando fuertes signos de agotamiento, todo en un mercado extremadamente sobrevalorado y en un mar de optimismo, tal y como he relatado recientemente.
Ese es mi verdadero miedo, no tanto Europa, que tambíén, sino si la gran locomotora del mundo (EE.UU.) se va a enfriar, porque si eso ocurre, las ya relativamente altas probabilidades de recesión se dispararían aún más y finalmente llegaría esa fase contractiva.
En un mercado como el americano, en su fase final del ciclo -la cual siempre es incierta en su duración-, con una valoraciones muy generosas cotizando la perfección futura, basta un pequeño cambio de aire para que todo se venga abajo. Y ese pequeño cambio de aire puede ser cualquier cosa, incluyendo, por supuesto, un virus con graves consecuencias económicas debido al bloqueo de bienes y servicios que causa una cuarentena general. Si se estuviera al comienzo de un ciclo la historia sería otra, pero es que se está en su fase final y cualquier sorpresa negativa representa un mayor peligro.
Nota: este artículo no pretende dar una opinión clara sobre el mercado, porque es imposible, pero sí resaltar que la clave a juzgar es si el virus va a tener una consecuencia económica duradera, ya que sería la única razón que pudiera producir un cambio económico.