Invasión de Ucrania ¿Una nueva blitzkrieg?

22 de febrero, 2022 0
Inversor particular. Autor del libro: "El Camino hacia el Sol: Economía, Energía, Medio Ambiente y Sociedad"
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La inestabilidad global da un paso al frente. Putin reconoció oficialmente las "repúblicas populares" secesionistas de Donetsk y Luhansk, y ha comenzado a enviar tropas a la región, que  justifica como un movimiento de protección a un país aliado.

Un probable reflejo de que nunca hubo intención de darle una oportunidad al diálogo y la negociación, además de una burla a las recientes reuniones con líderes occidentales. Cuando además, el hecho constituye una provocación y un atentado contra un estado soberano. Un hecho que ha sido adornado con una posverdad fabricada a través de la publicidad rusa bajo unas supuestas agresiones de Ucrania, creando las excusas propicias para justificar la invasión La declaración constituye una hipocresía sin límite que pretende culpar al agredido de ser violado. Una provocación que recuerda la invasión de Crimea en 2014 ante la pasividad occidental, e incrementa la probabilidad de iniciar un conflicto armado al existir zonas de Donetsk y Luhansk controladas todavía por Ucrania (figura siguiente).

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Figura.- The Economist.- Vladimir Putin orders troops to two breakaway “republics” in Ukraine  

No conocemos las intenciones de Putin. Si se conformará con el control de las regiones de Donetsk y Luhansk controladas por los prorrusos, o si pretenderá extender el control al conjunto de las regiones, o si  este movimiento será una punta de lanza para ocupar toda Ucrania.

En cualquier caso,  después de la anexión de Crimea, puede significar solo un paso más de un camino no muy largo para expandir Rusia. Quizá la pregunta sea cuando lo hará, no si lo hará.

Cuando además tenemos los precedentes de 2008 en que se reconoció la independencia de las provincias de Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, fronterizas con Rusia, momento en el que Putin también envió “tropas en misión de paz”.

La presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, ha condenado  el reconocimiento de la independencia de las autoproclamadas repúblicas prorrusas en Ucrania y avisa de que la historia se repite. "Es el mismo guion que llevó a la ocupación del 20% del territorio de Georgia”. La cuestión es que actualmente, estos territorios dependen del Kremlin.

Podríamos pensar que Ucrania es un paso más en la expansión rusa por Europa. Sin embargo, expandir el control a otras repúblicas exsoviéticas es, por lo menos de momento, poco probable, sobre todo si estas son miembros de la OTAN y están protegidas por el principio de seguridad colectiva reflejado en el artículo 5 de la Alianza Atlántica  , la piedra angular del tratado fundacional de la OTAN, que estipula que un ataque contra uno de los Aliados se considerará un ataque contra todos los aliados.

En cualquier caso, la situación actual parece caracterizarse por una cierta pasividad, quizá ingenuidad, occidental que puede costar cara a la UE-27 y contribuir simultáneamente a la desestabilización global. Una pasividad que recuerda la política de apaciguamiento de la que hizo gala Nevil Chamberlain en el tratado de Munich de 1938 , y que no presagia nada bueno , tanto en cuanto  a los posibles efectos de la implementación de las sanciones económicas sobre la UE-27, o peor aún si Putín pierde la cordura y atenta militarmente contra la OTAN.

En lo que se refiere a las sanciones, The Economist acaba de publicar un interesante artículo sobre el efecto de las sanciones: “A new history of sanctions has unsettling lessons for today”. En él relaciona la efectividad de las sanciones económicas con la globalización, al mismo tiempo que diferencia la efectividad de las medidas en función del tamaño del país sancionado.

En el artículo se incide en que la imposición de sanciones no es una herramienta nueva en la política internacional, y que en la década de 2010 un tercio del mundo estaba sometido a sanciones, entre estos países Rusia.

Actualmente las sanciones son impuestas por grupos de países más que por países aislados. Una situación que se vio favorecida por la creación de la Liga de Naciones en 1919-1920, que facilitó la coordinación entre los países para imponer sanciones, por lo que se podía negar la exportación de bienes esenciales y/o comprar bienes de los países rebeldes. Siendo apreciado en mayor medida como un medio para evitar la guerra que como un acto de guerra. A pesar de lo cual, en el pasado, situaciones semejantes han conducido a conflictos bélicos.

En cualquier caso, las sanciones son también un producto de la globalización, ya que derivan de una mayor integración e interdependencia económica entre las distintas naciones. Incrementando su importancia por ejemplo de forma paralela al incremento del comercio medido tanto como porcentaje del PIB,  como del propio incremento del pIB.

De hecho, el comercio global representaba el 5% del PIB en 1914, mientras que en la actualidad supone del orden de entre el 55-60%, al mismo tiempo que el PIB ha pasado de 3,4 bill $ en el año 1900 a unos 110 bill de $ en la actualidad ope  (en precios constantes de 2011)

La cuestión es que las sanciones pueden contribuir a acelerar el proceso de desglobalización y profundizar en la autarquía. En mayor medida si se lleva a cabo sobre países grandes, en que el sector exterior suele suponer un menor porcentaje del PIB, ya que los países grandes presentan una mayor capacidad para autoabastecerse. De hecho, el comercio de USA, China y Rusia representa respectivamente para cada país, el 26,6%, 35,84% y 49,44% del PIB.  (datos 2019).

Y la cuestión es que las sanciones no funcionan en un mundo desglobalizado y contribuyen a una mayor fractura internacional. Cuando además, la historia demuestra que las sanciones funcionan bien con países pequeños, y en el caso de los grandes, pueden acabar convirtiéndose en conflictos armados, como ha sido por ejemplo, el caso de la entrada de Japón en la 2 Guerra Mundial.

En cualquier caso, como ya había comentado, la escalada de sanciones occidentales sobre Rusia se verán correspondidas muy probablemente con represalias rusas. Cuando además, el previsible daño ocasionado a Rusia se verá limitado por las medidas preventivas tomadas previamente por Putin, y Europa tiene intereses en Rusia que pueden resultar perjudicados.  

Por ejemplo, la eliminacion del acceso al sistema SWIFT podría provocar esta situación. Rusia es el quinto mayor socio comercial de la UE, es la sede de activos europeos por valor de 350.000 mill de $  , y los bancos europeos tienen 56.000 mill de $ de activos en manos rusas que podrían ser utilizados en forma de represalias.

Cuando además, Europa ha sido golpeada por distintas circunstancias, como las condiciones climatológicas, una imprudente transición energética, y la pandemia del coronavirus, que han conducido al incremento de los precios del gas natural y la electricidad. Sumándose ahora las tensiones con Rusia como resultado de la situación creada en Ucrania.

Como indicaba, y espero que no sea así, y creo poco probable, las tensiones geopolíticas, a nivel europeo, podrían acabar desembocado en conflictos armados, y estos tienen su espejo en la economía, siendo un ejemplo las caídas del Dow Jones en anteriores situaciones bélicas (figura siguiente). Por tanto, hay que estar vigilantes sobre los acontecimientos y las posibles repercusiones en los mercados bursátiles, ya que cuanto mayor es el conflicto, mayores son las caídas.

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Figura .- Fuente: Renta 4

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