En este inicio de 2022 se acumulan los problemas globales. A la pandemia y el cambio climático sumamos ahora la tensión geopolítica derivada del conflicto de Ucrania. Conflicto creado por Rusia, el país que desplegó tropas en la frontera ucraniana, queriendo Putin revivir la gloriosa época de la URSS.
Naturalmente, para llevar a cabo este despliegue necesitaba una excusa. En este sentido alega que Washington y la OTAN han violado continuamente las promesas que se hicieron a principios de la década de 1990 acerca de que la Alianza no se expandiría a los países que antes formaban parte del bloque soviético.
Sin embargo, ese presunto compromiso parece que nunca fue tipificado en ningún acuerdo y el organismo nunca ha reconocido que se produjera, ni siquiera verbalmente. Incluso se ha indicado que Mijail Gorbachov, el entonces secretario general del Comité Central del Partido Comunista, ha reconocido que "el tema de la expansión de la OTAN no se discutió en absoluto y ni siquiera se mencionó en esos años".
La expansión de la OTAN afectaría a Rusia en dos sentidos. Uno es la zona de influencia política, y otra la seguridad nacional. En cuanto al primer punto, quizá Putin piense que la tensión actual puede desestabilizar el gobierno ucraniano y surja la oportunidad de reemplazarlo por otro más proruso y con menor afinidad por occidente.
Y en el caso de la seguridad nacional, haría referencia a la presencia militar de la OTAN en Ucrania, suponiendo ello una amenaza y riesgo. Una situación que en cierto modo se podría asimilar a la vivida en 1962 en la crisis de los misiles de Cuba. En ese momento, los rusos habían instalado en Cuba misiles nucleares de alcance medio. Pero en este caso, no hay tropas de la OTAN en Ucrania.
En cualquier caso, la crisis actual no tiene como elemento central la seguridad de Rusia, sino la independencia de Ucrania. No existe ninguna amenaza a la integridad o soberanía de Rusia, siendo la OTAN una alianza cuyo principio básico es la defensa colectiva.
Motivo por el que la excusa de Putin solo recoge una actitud profundamente antidemocrática y totalitaria, que atenta directamente contra la soberanía de los países, y por tanto es inaceptable.
Pero la situación es la que es. Y parece ser que Putin ha considerado este un momento propicio. Ha evaluado la coyuntura internacional, considerando débiles a los países occidentales. Valora el éxito de la anexión de Crimea en 2014, la retirada de Afganistan, las tensiones políticas internas estadonidenses, las elecciones francesas, la mayor dependencia del gas ruso de Alemania, y la inestabilidad británica derivada del brexit. Al mismo tiempo que, desde el punto de vista doméstico, ha reducido su dependencia del exterior habiendo amasado un volumen importante de reservas, y cuenta con el apoyo chino.
Al mismo tiempo, el escenario actual hace recordar otros momentos de la historia relativamente reciente, semejantes pero con distintos protagonistas. Se ha asimilado el escenario creado por Rusia, concretamente la invasión de Crimea con la invasión nazi de Polonia en septiembre de 1939 que dio lugar al inicio de la 2 Guerra Mundial, y la negociación sobre Ucrania con el Tratado de Munich de 1938. Tratado en el que Gran Bretaña, Francia e Italia cedieron a Alemania un territorio, los sudetes, en Checoslovaquia, sin consultar ni a los checos ni a la Unión Soviética.
Figura.- 30 de septiembre de 1938: firma de los Acuerdos de Múnich, que permitieron a Alemania anexionarse los Sudetes . Chamberlain, Daladier, Hitler, Mussolini, y Ciano fotografiados antes de firmar los Acuerdos de Múnich.
El tratado formaba parte de la política de apaciguamiento defendida por el primer ministro inglés, Neville Chamberlein, bajo la intención de evitar otra guerra del modo que fuera necesario. Algo que evidentemente no logró. Y que como indica H James, de Múnich, surgió un dictado simple: nunca apacigües a los dictadores
En cualquier caso, en estos momentos, occidente trata de evitar el conflicto dando un voto de confianza a la diplomacia. Pero para las negociaciones, Rusia ha escogido a sus interlocutores en su órdago a Occidente: EEUU, la OTAN y la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea (OSCE), que según el Instituto Elcano tienen experiencia en diálogos sobre seguridad. Intentando excluir a la Unión Europea para generar una fractura en los países occidentales. Sin embargo, esto no parece tener mucho sentido. Por ejemplo, los países de la OTAN y la Unión Europea son prácticamente los mismos (figura siguiente).
Figura.- CNN: Qué es la OTAN y en qué momentos actúa? y Lista De Todos Los Países De La Unión Europea
En el momento actual, no se conoce exactamente la situación de las conversaciones. Pero el hecho de que la OTAN no vaya a intervenir militarmente es un punto de apoyo para que Putin no ceda, ya que evita la confrontación armada directa, el gran riesgo para Putin. Aunque es indudable que la UE y USA impondrán sanciones comerciales y financieras. Otra cuestión es el efecto real de las mismas, sobre todo dada la dependencia energética europea de Rusia.
Y en este escenario, hay que considerar la presencia de otro actor, China, ya que del resultado de la situación actual puede derivar el comportamiento de China con respecto a Taiwan.
Y al respecto, según Soros, Biden le ha dejado bien claro a Xi Jinping que, si usa la fuerza contra Taiwán, China tendrá que confrontar no solo a los EE. UU., sino a una alianza mucho mayor compuesta por los grupos AUKUS ─constituido por Australia, Reino Unido y los EE. UU.─, y QUAD ─constituido por EE. UU., Japón, Australia y la India. Dejando claro también Xi Jinping su determinación de defender la soberanía de China sobre Taiwán, por la fuerza si es necesario.
Hecho que le permite a Soros indicar que la posibilidad de guerra entre los EE. UU. y China se ha vuelto más plausible, aunque personalmente me parece un tanto exagerado, incluso a pesar de que bajo este escenario también subyace la guerra comercial y tecnológica entre ambos países.
Indudablemente llegar a este extremo es indeseable, y en una guerra pierden todos, por lo que esperemos que reine la sensatez y no se llegue a este extremo.
Pero lo inminente es la tensión generada en la frontera ucraniana. Confiemos en que la diplomacia tenga éxito, pero en caso contrario, la tensión y desestabilización global aumentará, y las sanciones comerciales y financieras no afectarán solo a Rusia, sino también a los países occidentales, siendo la energía e inflación actores principales.