Estados Unidos y China: el Dólar y el Yuan

26 de mayo, 2018 0
Inversor particular. Autor del libro: "El Camino hacia el Sol: Economía, Energía, Medio Ambiente y Sociedad"
Inversor particular. Autor del libro: "El Camino hacia... [+ info]

Es públicamente conocido el desarrollo económico que ha experimentado China en las últimas décadas, que ha permitido elevar su PIB hasta suponer la segunda mayor economía mundial. Este hecho, sumado al de haberse constituido como potencia comercial, ya que es el primer exportador mundial y el segundo mayor importador mundial ; y el tamaño de su mercado, de 1.700 mill de personas con cada vez mayor poder adquisitivo,  han contribuido a impulsar en paralelo la importancia geopolítica de China a nivel global.

Esta situación supone, en principio, una amenaza para el estatus estadounidense de liderazgo global, lo que, por lo menos parcialmente, se encuentra en el origen de las tensiones comerciales entre ambos países. Situación de tensión que no es nueva y ya fue descrita siglos atrás como la “Trampa de Tucídides” , por la que la nación que ostenta el liderazgo se siente amenazada y emprende acciones contra la que considera que amenaza su status.

La cuestión a determinar es si efectivamente el desarrollo chino y sus estrategias suponen una amenaza a la posición estadounidense, ya que de no ser así, las tensiones serían gratuitas y el efecto dominó negativo sobre la economía global infundado.

A pesar de esta situación, y aunque parezca contradictorio, la realidad es que se producen sinergias entre ambos países, ya que las exportaciones chinas incrementan el poder adquisitivo de los estadounidenses, y al mismo tiempo China está financiando el déficit del país. Sin olvidar un hecho esencial,  el problema exterior estadounidense es doméstico y radica en la falta de ahorro interno y el incremento de la demanda de dólares, resultado del privilegio de esta divisa de ser considerada de reserva global.

En cualquier caso, en el escenario actual, la supuesta amenaza sobre la hegemonía estadounidense ha conducido a la administración Trump a exigir cambios en la política china, tanto comercial   como de desarrollo estratégico. En este sentido, China puede ceder parcialmente a las presiones comerciales estadounidenses para evitar perder este mercado, pero es muy poco probable que ceda en aspectos que considera estratégicos para el desarrollo de su economía a largo plazo, de los que depende su competitividad, y que indudablemente se encuentran asociados al deseo de reforzar su posición geopolítica global.

Cabe recordar que China está inmerso en un cambio de modelo productivo, con el que pretende sobrepasar el muro de la “trampa de países de ingresos intermedios”  y convertirse en país desarrollado. Motivo por el que ha potenciado la inversión en I+D  y elaborado el programa “Made in China 2025”  de desarrollo tecnológico que ha suscitado mucho nerviosismo en la administración Trump, hasta el punto de que su desaparición estaba inicialmente incluida en las exigencias para evitar una Guerra comercial, pero que China difícilmente abandonará, ya que se trata de una pieza estratégica esencial a largo plazo para elevar la economía china en la cadena de valor global.

En este sentido cabe desatacar que, en el escenario de la geopolítica, dado el carácter afable y conciliador de Trump, ha jugado una baza importante, de tal forma que persistir en esta actitud, probablemente contribuirá más el acercamiento y cooperación entre países enfrentados a U.S. como China, Rusia e Irán, al mismo tiempo que distancia a U.S. de sus aliados como resultado de las sanciones secundarias impuestas que penalizan el comercio con los países incluidos en la “lista negra” estadounidense.

Por tanto, las políticas de Trump están facilitando que China alcance sus objetivos a través de acciones como el abandono del tratado de libre comercio TPP, reduciendo su influencia en la región del Pacífico, y la ruptura del acuerdo nuclear con Irán, con un posible efecto dominó global con múltiples implicaciones, provocando inestabilidad  regional, al mismo tiempo que reduce el comercio y crecimiento económico. 

En este escenario hay que considerar otro aspecto, si cabe, más importante, que  es el hecho de que el dólar es la divisa de referencia mundial en la que se realizan la mayoría de transacciones comerciales, siendo en gran número de casos necesario contar con el recurso de acceso a la financiación en esta divisa, de tal forma que la restricción a fondos en dólares puede impedir el comercio, generando una red de externalidades negativas derivadas del privilegio del dólar de ser utilizado como divisa de referencia.  

Pero este hecho contribuye simultáneamente a favorecer las aspiraciones chinas de desarrollar el yuan como divisa de reserva global y sistema de pagos internacional, ya que contribuye a que se busquen alternativas a la utilización del dólar como divisa de referencia en los intercambios comerciales.

De hecho, en el año 2017, el 15% de las importaciones rusas de China se hayan pagado en yuanes..  Y en este contexto, la reanudación de las sanciones a Irán impidiendo las exportaciones de petróleo de este país, podría fomentar las exportaciones hacia China de esta materia prima liquidadas en yuanes; y de hecho, la reanudación de las sanciones ha incrementado la negociación en el mercado de futuros de petróleo de Shangai recientemente inaugurado. 

Este hecho cobra mayor importancia al observar como el 25% de las exportaciones de Corea del Sur y el 28% de las exportaciones australianas se dirigen a China (comparado con el 7% de las estadounidenses), siendo China el principal socio económico de Australia. Australia es un claro ejemplo de aliado de U.S. que comparte las preocupaciones sobre el incremento de importancia global del China, pero que al mismo tiempo entiende que necesita tener buenas relaciones con este país, ya que del orden del 20% del PIB australiano depende de las exportaciones de recursos naturales como el hierro y carbón, dominando estas materias primas el comercio entre China y Australia. 

Estos datos nos muestran la relación existente entre el comercio internacional y la utilización del yuan fomentando a este como una divisa global, constituyendo una pieza clave de la  estrategia china para incrementar su poder geopolítico global, para lo cual ya ha tomado ciertas iniciativas. Entre ellas, haber establecido bancos de compensación en yuanes en todo el mundo, promocionado el establecimiento de depósitos y emisiones de bonos en yuanes, establecido acuerdos de swaps de divisas con distintos bancos centrales, haber incorporado el yuan en 2015 a la cesta de divisas que compone los Special Drawing Right (SDR) del FMI, y más recientemente haber lanzado el mercado de futuros sobre petróleo en yuanes en Shangai. Hechos que sin embargo no garantizan el éxito.

Sin embargo, China tiene otro as en la manga para dar apoyo internacional al yuan, ya que formando parte de la estrategia de internacionalización china se encuentra el desarrollo de infraestructuras de todo tipo, como de ferrocarril, carreteras, telecomunicaciones, centrales eléctricas, gasoductos y oleoductos, incluidas en el proyecto “One Belt One Road” (OBOR) (figura siguiente) que pretende revivir la antigua ruta de la seda (silk road), que abarca 65 países que comprenden el 62% de la población y el 40% del PIB mundial  , y el desarrollo del OBOR contribuiría a una mayor utilización del yuan como divisa de intercambio, y quizá también de reserva, dando un paso más hacia constituirse como divisa global.

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Figura.- One Belt One Road: El sueño chino y su impactosobre Europa.

Pero el OBOR presenta además otras ventajas para China. El conjunto de infraestructuras favorecerá el comercio entre los países, pero especialmente el de China, permitiendo colocar los excedentes de producción, cuando además, la dependencia del proyecto de China le permitirá en gran medida definir los estandar comerciales para favorecer a sus empresas. Y simultáneamente perseguir el objetivo sibilino de colocar bajo la órbita china a distintos países favorecidos por las inversiones o deudas con China, constituyendo un modo de colonización moderna.

Simultáneamente, el OBOR  se acompaña del acuerdo comercial multilateral del Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) con la ASEAN y otros cinco países de la región del Pacífico  (Australia, China, India, Japan, Corea and Nueva Zelanda) constituyendo esta una plataforma para desarrollar lazos más fuertes entre China y la ASEAN a largo plazo, de tal forma que se prevé que el RCEP será crítico en promover el comercio y la inversión. 

La iniciativa OBOR por tanto, presenta sus luces y sus sombras, ya que mientras inicilamente puede favorecer el desarrollo economico de los países en los que se llevan a cabo las inversiones, también puede dar lugar a una dependencia no deseada de estos de China.

Esto ultimo es una realidad contrastada, ya que las inversiones ese realizan con préstamos chinos ejecutados por empresas chinas, es decir, el dinero no sale de China y endeuda a los países target de las inversiones, de tal modo que si las inversiones no reflejan la rentabilidad esperada, provocan defaults, endeudando y comprometiendo a dichos países con China, haciéndoles depender financieramente e incluso condicionando sus políticas exteriores, como ya ha sucedido en el caso del Puerto de Gwadar en Pakistan o Hambantota en Sri Lanka . 

Por tanto, la estrategia china en este sentido genera en realidad un tipo de neocolonialismo a través de la extensión de su esfera de influencia en los campos comercial, de seguridad, transporte y comunicaciones.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

El mundo económico actual se ha visto tensionado por las medidas que unilateralmente ha tomado la administración Trump, como la salida del TPP, el conflicto comercial con China, o la reimposición de sanciones sobre Irán.

En el caso concreto de las tensiones con China, subyace potencialmente la apreciación para los estadounidenses de que el progreso de China supone una amenaza a su status de potencia líder mundial. Y ello a pesar de las sinergias que se producen entre ambos países, y el hecho de que el origen del déficit exterior estadounidense es doméstico y radica en la falta de ahorro interno y el incremento de la demanda de dólares, resultado del privilegio de esta divisa de ser considerada de reserva global.

En cualquier caso, las medidas tomadas por la administración Trump están erosionando la posición de liderazgo estadounidense y favoreciendo la estrategia china, ya que está tomando medidas, como las sanciones secundarias, que perjudican a sus aliados y además provoca un acercamiento entre los países con los cuales se han generado tensiones.

En este sentido, y es algo que interesa de forma sustancial a China, se contribuye a facilitar que el yuan cobre mayor importancia global, al constituirse como alternativa a la utilización del dólar. Cuando además, las estrategias paralelas de infraestructuras (OBOR) desplegadas por China facilitarán el uso de esta divisa en las transacciones entre los países implicados.

Indudablemente, estos hechos no implican que China desbanque a U.S. como líder mundial ni el yuan al dólar como divisa de referencia mundial en el corto plazo, ni siquiera que lo llegue a desbancar. Pero como dicen los chinos, un largo camino se comienza con un primer paso, y los chinos ya han dado varios en esta dirección.

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