Estados Unidos, tercera recesión en cinco años

"El mercado de acciones ha pronosticado 9 de las últimas 4 recesiones"

Paul Samuelson

Muchos inversores están obsesionados con la idea de que el mercado tiene que morir de viejo. Hablo de Estados Unidos claro, el mercado más influyente de todos, el cual ha conseguido estar casi 7 años en una fase alcista. 

Esto es muy gracioso porque, ya en la corrección de 2010, cuando los precios rompieron brevemente a la baja a principios de julio en una caída del 15%, la gente estaba aterrorizada con la idea de una recesión. En aquella ocasión el miedo no era que la economía y el mercado alcista murieran de viejos, sino que el bebé no aguantara sus primeros días de vida y se hablaba de "doble recesión".

Así, los seres humanos, atribuimos cualidades antropomórficas a los mercados, utilizamos analogías biológicas que no tienen ningún sentido pero que revelan muy bien cuál es el sentimiento en cada momento: miedo a "morir", miedo a morir de jóvenes, miedo a morir de viejos y, en definitiva, miedo a morir en cada momento. No es culpa nuestra, nuestro cerebro ha sido esculpido durante milenios para temer y así sobrevivir. 

Pero los mercados no mueren ni por sarampión ni por degeneración. Llega a su final cuando las condiciones macroeconómicas cambian. Cuando deja de haber crecimiento y se empieza a destruir. No en un sector, no un segmento de la economía, sino en la economía en su conjunto. 

De ahí la insistencia constante de monitorizar una batería de indicadores macroeconómicos que reflejen las diferentes "constantes vitales" -¡no he podido evitar el antropomorfismo!- del conjunto de la economía y solo llegar a la conclusión de que estamos ante una recesión y un mercado bajista cuando la mayoría de la economía está en problemas. No cuando el sector industrial en conexión con el mercado energético declina, sino cuando todo, o la mayor parte de la economía se encuentra en problemas. 

Una corrección de mercado es una caída fuerte y veloz de los precios dirigida principalmente por el sentimiento de los inversores, los cuales se pueden basar en datos más o menos reales, pero que principalmente son malinterpretados y exagerados. 

Así, en un momento dado, los inversores se centran en un par de aspectos negativos pero obvian que la mayoría son positivos. Su negativismo sesga su interpretación de la realidad y tumba los precios rápidamente. Pero todo movimiento del mercado que no está amparado por los fundamentales, más pronto que tarde termina. Y tan pronto como vino se va. En las correcciones los precios declinan rápidamente, pero también ascienden de manera veloz. La volatilidad se produce a la baja, y con igual virulencia al alza. 

Por contra, un mercado bajista es una caída del mercado prolongada, profunda, basada en un deterioro amplio del conjunto económico o de los fundamentales. Una caída que dura más de un año, normalmente conformada por varias tendencias secundarias alcistas y bajistas dentro de la tendencia primaria bajista. Una caída que no se recupera del todo hasta unos años después. 

Por supuesto, el trabajo de un inversor consiste en diferenciar lo primero de lo segundo. No siempre lo logrará, esta es una profesión que no consiste en acertar siempre como tienen que hacer los ingenieros que construyen puentes, sino en equivocarse menos veces y menos tiempo. En el mundo de los ciegos, el tuerto es el Rey.

En una corrección un día el mercado empieza a caer, no sabes por qué, nadie lo sabe aunque, después, a toro pasado, te lo explicarán como si fuera la mayor obviedad del mundo. Tanto que pareces un estúpido por no haberlo entendido en su momento.

Repentinamente el mercado cae con mayor fuerza, un 15%, un 20% e incluso un 25%. El mundo no ha cambiado sustancialmente, pero todo se derrumba. De repente un factor que era negativo hace 2 meses e incluso hace 2 años, se esgrime como la verdadera razón de las caídas. 

Los bajistas que dicen que han vendido el mercado desde el mismísimo techo gracias a su profunda perspicacia se muestran henchidos de gozo. Los geómetras te explican una y otra vez los beneficios de trazar el cartabón y lo bien que les ha ido para ahorrarse pérdidas, aunque no te mencionan lo bien que les va también para ahorrase beneficios. Los medios de comunicación, al unísono, hablan de los peligros que rezuma el mundo. Malditos sean, haber avisado antes, pero antes decían lo contrario. Los bancos de inversión y sus estrategas jefes, billionarios de todo color, salen a la palestra para recordarte que el fin se acerca. Tus amigos alcistas se muestran cautos, dudan, tiemblan. Estás solo. Es más, eres idiota.

Esto es lo que ocurre en todas la correcciones. Las correcciones no terminan con una sonrisa y un guiño de ojo de los estrategas jefes de los bancos de inversión diciéndote "ahora es el momento de comprar Mike". No te llama Ray Dalio para decirte que todo estará bien. Y las noticias no son buenas, son jodidamente malas.

Y es ahí, en tu soledad, donde tienes que mirar los datos y, si los datos te dicen seguir siendo alcista, entonces girarte, mirar al mercado a la cara y decirle: lo siento pero no te creo, te las veo.

"Resulta extremadamente difícil, sobre todo para un especulador relativamente inexperto, actuar y comprar en contra del consenso general cuando los colegas ,los amigos, los medios de masas y los expertos aconsejan vender.

Incluso aquéllos que conocen esta teoría y desean seguirla cambian su opinión en el último momento bajo la presión de la psicosis de la masa y dicen: 'Teóricamente debería entrar ahora, pero esta vez la situación es diferente'. Más tarde se confirma que también esta vez hubiera sido mejor actuar 'anticíclicamente'.

Hay que entrenar mucho, ser frío e incluso cínico para eludir la histeria de la masa. Ésta es la conditio sine qua non para el éxito. Por este motivo solo una minoría especula con éxito en la bolsa. Por lo tanto, el especulador debe ser valiente, comprometido y sabio. Incluso debería ser arrogante. Debería decirse a sí mismo: ¡Yo lo sé y todos los demás son tontos'.

André Kostolany