Ayer, el indicador de difusión ISM Manufacturero de Estados Unidos, que refleja cómo se está comportando el sector industrial de aquel país, declinó por debajo de 50 puntos por segundo mes consecutivo. Cuando el indicador desciende de esa marca, se entiende que probablemente la actividad económica del sector está contrayéndose.
Y si bien hablamos de "probablemente" ya que solo es un indicador de difusión, en verdad hay que hablar de certeza porque el propio indicador de producción industrial declinó en términos anuales por primera vez. Entre noviembre de 2014 y noviembre de 2015 la producción en Estados Unidos declinó un 1,2%. Es decir, tenemos una recesión en el sector industrial.
Todos estos datos y con la confirmación del ISM Manufacturero de que las cosas van a peor, sirvieron para que ayer la idea de una próxima recesión en los Estados Unidos ganara enteros.
Sin embargo, ninguna información está completa si no se contextualiza adecuadamente.
En primer lugar, no hay que olvidar que el sector industrial solo representa el 11% de la economía americana. En segundo lugar, que lo que le está haciendo daño a este sector es la caída del precio del petróleo, un factor que es positivo para el sector servicios (más de 2/3 de la economía).
Aparte de que el sector industrial solo representa el 11% de la economía, resulta que la contracción industrial no está ocurriendo de forma uniforme. Este sector está formado por tres grandes grupos, el manufacturero propiamente dicho (piensa en fábricas que construyen cosas), el minero (piensa en la extracción de petróleo) y el grupo de empresas de servicios públicos (piensa en la generación y distribución de luz para los hogares y empresas).
De estos tres grandes grupos que componen el sector industrial, el primero crece un 0,9% anual. Desde luego no está brillando, pero crece. Siempre que ha habido una recesión, este indicador ha declinado, pero no lo está haciendo de momento.
Luego, el sector industrial minero, ese que se dedica a extraer petróleo entre otras materias primas, declina el 8,2% en el último año. No es ninguna sorpresa. La caída del petróleo, provocada en parte por una guerra comercial, hace que los productores más ineficientes que extraen a costes más altos tengas que cerrar. Eso está ocurriendo desde hace ya un año.
Y, finalmente, el sector industrial de servicios públicos de las compañías que generan y llevan a los hogares la electricidad y el gas declina el 7,6% anual.
¿Qué es lo que vemos al desglosar los tres componentes de la producción industrial? Que un factor, el precio en caída libre del petróleo, está haciendo daño a los subsectores que viven de extraer, procesar y vender energía. Su fuerte caída enmascara el crecimiento de la producción industrial no energética que sigue creciendo.
Es decir, no estamos ante un declinar del conjunto del sector industrial. Sigue habiendo demanda creciente para construir cosas y el sector minero y el de servicios públicos no declina por falta de demanda, sino por exceso de oferta debido a una guerra comercial.
Y si esta guerra hace que una parte -y solo una parte- de ese 11% de la economía se encuentre en horas bajas, resulta que esta guerra es beneficiosa para el resto de la economía americana, una que puede disfrutar de menores costes de transporte, de menor factura eléctrica y, por tanto, de mayores beneficios y crecimiento.
Una recesión económica acontece cuando una mayoría de sectores de la economía entran en recesión, cuando uniformemente la actividad económica declina en casi todos los subsectores porque se ha producido algún tipo de shock que ha llevado al ciclo económico expansivo a su final.
Por ello es absolutamente necesario monitorizar una batería amplia de indicadores adelantados al ciclo económico que reflejen varios ángulos del conjunto económico de un país, para no caer en la trampa de que la contracción de un sector -o una parte del mismo- nos haga pensar que el ciclo expansivo ha llegado a su final.
Este es uno de los principios de mi forma de analizar el ciclo -una batería de indicadores adelantados para filtrar el ruido-. Una idea que repito constantemente en mi libro porque, precisamente, uno de los mayores errores a la hora de invertir es dejarnos llevar por factores menores y temporales en vez de por el conjunto o la visión general.
A veces, por causas propias del sector o por factores temporales, alguno de estos indicadores mostrará una información contradictoria respecto a los demás indicadores, por eso es necesario contar con una batería o conjunto de indicadores y hacer caso a lo que indique la mayoría de ellos.
El Inversor Global, capítulo 24.