La mayoría de las personas no aman lo que les apasiona sino que aman lo que se les da bien. Recuerdo haber probado muchos juegos de pequeño pero sólo me gustaban aquellos en los que daba la talla o en los que directamente era bueno. Nunca se me dio bien el fútbol ni el baloncesto y por eso no amo esos dos deportes. Cuando aprendí a esquiar lo hice en 30 minutos y ahora cada año sueño con las montañas nevadas mientras me derrito de calor en Lanzarote.
Sin embargo, en ciertas ocasiones las personas buscamos un cambio. Hacer algo de una forma diferente que nos lleve a otro lugar distante del que nos encontramos. Esto ocurre cuando dentro de nosotros nace una ambición de ser mejores personas y de intentar llegar al máximo de nuestro potencial.
Luego, una vez ha sido implantada la semilla del cambio, buscamos la forma de que se produzca o materialice la nueva visión que sobre nosotros mismos tenemos e iniciamos una vía desconocida o una nueva aventura vital. Es decir, damos un primer paso en un campo totalmente desconocido para nosotros. Y, sin embargo, a pesar de toda la ilusión, de toda la motivación, expectativas y esfuerzo que tenemos al principio de los inicios de cualquier empresa, la realidad es que la enorme mayoría de nosotros fracasaremos.
¿Por qué fracasamos? Aparte de que tal vez hayamos empezado un camino para el que tal vez no tengamos ninguna habilidad o porque la (mala) suerte siempre juega un papel importante en nuestras vidas, la realidad, en mi opinión, es que la mayoría fracasamos en muchas cosas que intentamos por no entender el siguiente esquema:
En el eje horizontal está representado el tiempo siendo el día 0 a la izquierda y el día último a la derecha y en el eje vertical está representado el grado de intensidad en que se pueden medir cada uno de los conceptos del esquema siendo la parte inferior un grado de intensidad 0 y la parte superior un grado de intensidad máximo.
El problema de por qué casi todos fracasamos es que a pesar de que comenzamos una nueva tarea o meta cargados de valores positivos, estos van decayendo a medida que pasa el tiempo sin que encontremos resultados. Y no encontramos los resultados deseados porque no siempre o, mejor dicho, casi nunca, al empezar en un nuevo campo el grado de conocimiento, experiencia o habilidad aumenta de forma lineal según el tiempo de estudio o práctica.
Es así. Practicando una nueva habilidad no necesariamente se es mejor al día siguiente que el anterior. O no se es mejor de forma significativa. Uno puede estar intentándolo un día sí y otro día también y no mejorar ¿te suena? A todos nos suena. Y cuando lo intentamos y lo intentamos pero no obtenemos resultados toda la energía y motivación que nos llevó a emprender una nueva vía se esfuman. Y cuando la esperanza y la ilusión se esfuman dejamos de intentar esa vía que nos propusimos. El resultado es que la mayoría de las personas abandonan, fracasan o "se quitan" a mitad del camino.
Lo cierto es que muchas veces el auténtico conocimiento, habilidad o experiencia necesaria solo empezará a nacer en nosotros después de "mucho" tiempo o mucho más tiempo después del esperado. A veces lo intentamos de forma muy intensa pero en la mayoría de las ocasiones el universo no permite atajos y sólo ofrecerá la recompensa después de transcurrido un determinado tiempo o después de que se hayan dado número de circunstancias.
¿O acaso no hemos hecho muchas cosas en nuestra vida y no nos hemos dado cuenta de que verdad sabemos lo que hacemos mucho tiempo después de haber iniciado algo? Todos somos conscientes de que cuando empezamos no sabíamos nada y que cuando transcurrió un tiempo seguíamos sabiendo poco pero que hubo un momento en que el conocimiento creció de forma exponencial. A todos nos ha ocurrido en algún campo, todo hemos alcanzado un conocimiento elevado sobre algo pero sólo después de "mucho" tiempo. El problema es que frecuentemente nos ocurre en aquéllos campos que no hemos elegido y acabamos siendo expertos de algo que no hemos soñado.
La forma de alcanzar el éxito en aquéllo que ambicionamos se basa en perseverar, en continuar, en no abandonar, en no dejar decaer la motivación, la ilusión o en seguir manteniendo las expectativas altas de la tarea que nos hemos propuesto hacer y de los objetivos que hemos jurado alcanzar.
Al igual que en muchas tareas que nos vemos forzados a hacer durante años y en las cuales nos damos cuenta de que hemos alcanzado la maestría o un conocimiento pleno a base de ser forzados a perseverar, el éxito en la mayoría de los casos se alcanza después de un tiempo mayor del que inicialmente habíamos estimado, pero como nadie nos obliga a perseverar en los que libremente hemos elegido, simplemente abandonamos antes de que el conocimiento en ese campo crezca lo suficiente y con ello aparezcan los resultados.
Esta es la diferencia entre el éxito y el fracaso, sabiendo que la suerte (de media) es completamente aleatoria pero que en los casos particulares determina los resultados.
Ahora surge la siguiente pregunta. ¿Hasta cuando perseverar? ¿Hasta que punto uno puede continuar haciendo algo que no funciona? ¿Hasta que punto hacer algo que no funciona o que no te lleva a ningún lugar es un acto cuasi heroico de perseverancia y determinación y hasta que punto solamente es un acto de locura de un pobre ciego que no ve las limitaciones reales de su persona?
Esa es la frontera entre la genialidad y la locura. A veces sólo una capa muy fina separa la una con la otra. ¿Cómo distinguirlas?
"La gente cree que, si, por ejemplo, dos variables tienen una relación causal, un aumento continuo de una debería afectar siempre a la otra. Nuestro sistema emocional está diseñado para la causalidad lineal. Por ejemplo, estudia todos los días y aprende algo en proporción a lo que estudia. Si no tiene la sensación de que está avanzando, sus emociones harán que se sienta desmoralizado. Pero la realidad pocas veces nos da el privilegio de una progresión lineal positiva satisfactoria: puede que estudie el año entero y no aprenda nada y, después, salvo que se haya desanimado por falta de resultados y haya tirado la toalla, algo llegará como en una aparición. Mi socio Mark Spitznagel lo resume de la siguiente manera: imagine que está practicando todos los días, durante mucho tiempo, para aprender a tocar el piano, casi incapaz de tocar Chopsticks, de repente, descubre que es capaz de tocar Rachmaninov. Debido a esta no linealidad, la gente no puede comprender la naturaleza del suceso raro. Esto resume por qué hay caminos al éxito que no son aleatorios, pero muy pocas, muy, muy pocas personas tienen la resistencia mental necesaria para seguirlas. Las que ponen el esfuerzo adicional necesario reciben la recompensa. En mi profesión, se puede tener un título que se beneficiará de menores precios en el mercado, pero puede que no reacciones a esos precios hasta determinado punto crítico. La mayoría de la gente tira la toalla antes de alcanzar la recompensa."
Nassim Nicholas Taleb, en "¿Existe la suerte?"
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