Mucho se ha dicho y escrito sobre las pobres rentabilidades obtenidas por la mayoría de gestores de fondos de inversión de gestión activa. Algunos analistas focalizan sus críticas en las elevadas comisiones que cobra el producto, que hacen que sea muy difícil que lo hagan mejor que los índices bursátiles. Pero los datos muestran que el problema es mucho más profundo y que las comisiones no son la única explicación.
Quizá ni siquiera sea la principal, al menos según la columna del Financial Times titulada “Lazy fund managers lead to lousy return”. Está escrita por Tom Brown, que cuenta con una dilatada experiencia de más de 30 años en varias compañías británicas cotizadas, en las que ha conocido de primera mano la forma de trabajar de muchos inversores profesionales.
Brown apunta que la mayoría de gestores de fondos con los que se ha tropezado en su carrera profesional carecían de un profundo conocimiento de sus empresas, simplemente porque no se esforzaban lo suficiente en conocerlas e investigarlas. Éstas iban desde grandes empresas cotizadas en el índice FTSE 250 hasta pequeñas cotizadas en el A.I.M. (Alternative Investment Market), salvando las grandes distancias, el equivalente al MAB español, es decir, un submercado del London Stock Exchange orientado a pequeñas empresas en crecimiento. Señala que los gestores, en lugar de realizar una rigurosa “due dilligence” (investigación profunda sobre la compañía), rara vez abandonan la comodidad de sus oficinas. De este modo, todo su análisis e investigación de la compañía está generalmente basado en análisis superficiales y sesgados proporcionados por los analistas de los brokers o en las presentaciones de la compañía llevadas a cabo en pocos minutos por el director ejecutivo o el director de finanzas.
Tom Brown continúa diciendo que no puede recordar ni un solo gestor de fondos que se mostrara interesado en visitar sus instalaciones o conocer a los directivos de la compañía antes de invertir en la misma. Por tanto, aquellos que finalmente invirtieron en sus compañías, se convirtieron en accionistas de compañías que difícilmente llegarían a entender en profundidad. Pero lo que es más significativo es que una vez dentro de la misma como accionistas, muy pocos gestores se esforzaron por conocer la compañía en profundidad. Y aunque la mayoría de las compañías reciben con agrado las visitas de los gestores de fondos, la realidad es que la mayoría de ellos no están dispuestos a abandonar sus oficinas.
La mayoría de inversores limitan su contacto a los informes trimestrales que la compañía ofrece presentando sus resultados, pero algunos ni siquiera se preocupan de ellos. Estas presentaciones de resultados serían mucho más productivas si el gestor de fondos tuviera un conocimiento y comprensión del negocio razonable, pero como la mayoría no lo tiene, simplemente alienta a los equipos de relación con los inversores de las compañías a organizar un gran evento. Así, en lugar de que los gestores de fondos desafíen a los ejecutivos de la compañía sobre los tema clave de la empresa, Tom Brown descubrió que los gestores suelen concentrar sus preguntas en aspectos tales como “aumento de los márgenes”, “reducción de costes” o “mejorar el flujo de caja”.
Además, señala que ala mayoría de gestores se les da muy mal evaluar la calidad del equipo directivo o management de la compañía, tienden a empezar por el final (analizando los beneficios por acción a corto plazo o incluso lo que es peor, la cotización de la empresa) y sus intervenciones para cambiar la forma de gestión de la empresa son, a menudo, equivocadas.
Tom Brown cita como ejemplo la experiencia que tuvo cuando estaba trabajando en una compañía cotizada en el índice FTSE 250. Una recesión económica había ocasionado el aumento de entrada de efectivo, ya que la compañía necesitaba menos capital circulante (working capital). En un momento determinado, dos gestores de fondos le solicitaron que se reuniera con ellos, ya que tenían una propuesta que realizarle. En lugar de reconocer que la situación de dificultad por la que estaba atravesando la empresa era temporal, ellos querían que se “empaquetara” la deuda y se vendiera a inversores, respaldados por lo que pensaban que era un flujo de caja saludable a largo plazo. Estos eran dos gestores de dos fondos de inversión muy conocidos, y cada uno de ellos había invertido millones de libras (dinero de otras personas) en la compañía.
En los períodos recesivos, los gestores de fondos a menudo exigen a la compañía que tome “acciones decisivas”, tales como despedir a profesionales que pueden ser calificados de “irremplazables” o vender filiales de la compañía que generan una baja rentabilidad. Si bien la venta de estos activos que generan pérdidas puede incrementar los beneficios a corto plazo, con el paso del tiempo puede convertirse en una decisión errónea y causar una gran pérdida de valor en la compañía. Tom Brown señala que en el año 2008, cuando la crisis financiera golpeó particularmente a España, una compañía de servicios de soporte de la cual era director, se vio presionada para vender o incluso cerrar el negocio líder en España. Pero por fortuna, apunta Brown, la compañía se resistió y acabó por recuperarse de manera excelente.
¿Por qué sucede todo esto? ¿Cuál es la raíz del problema? Según este experimentado ejecutivo, la causa principal de esta forma de actuación es el enfoque cortoplacista de la mayoría de gestores de fondos de inversión. En lugar de analizar concienzudamente la empresa, simplemente presionan para que la cotización de la compañía aumente rápidamente de valor. Tienden a ver con malos ojos que las empresas inviertan y principalmente buscan rentabilidad a corto plazo que faciliten mayores dividendos y recompras de acciones.
La perspectiva de Tom Brown aporta luz acerca de las razones por las que la mayoría de fondos de inversión activos no baten al mercado desde una perspectiva muy interesante y diferente a la que suele ofrecerse desde el sector de gestión de activos. No es solo por las presuntamente elevadas comisiones, sino por otros motivos. La búsqueda de resultados a corto plazo, la ausencia de una alineación real de intereses de los gestores con los partícipes o la falta de un análisis riguroso y exhaustivo de las compañías, son algunos de los problemas que presenta la industria tradicional de gestión de activos y que deberán resolver en los próximos años, si no quieren ver como son reemplazados por los productos indexados.
[Nota: este artículo es principalmente una traducción del original publicado por Tom Brown en el Financial Times.]
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