Escribí hace unos años un post en El Confidencial titulado "Un judío en el Gobierno de Hitler". Un par de meses antes Artur Mas había convocado elecciones anticipadas en Cataluña convencido de que Convergencia i Unio (CIU) conseguiría pasar de 62 a 68 diputados y podría de esa manera él gobernar con mayoría absoluta en el Parlament. Pero como ya saben que hay personas a las que nos cuesta que nos cuenten las cosas, pasó que poco después terminaron por bloquearme la cuenta. Aun así, una tarde intenté localizar el post -- a resultas de lo cual me encontré algo que me generó este breve artículo reseña --, pero finalmente no conseguí recuperarlo.
El asunto es que después del sueño de una noche de verano, Artur Mas no se despertó con doce diputados más, valga la redundancia, sino con doce menos, 50. Si alguien puede localizar la rueda de prensa de los de CIU esa noche electoral del 25 del noviembre de 2012 verá a Josep Antoni Duran LLeida -- a la sazón Presidente de Unió y durante años portavoz del grupo parlamenterio de CIU en el Congreso de los Diputados -- dirigirse tras la misma al ascensor y, a través de un micrófono todavía abierto, oirá al entrar en el mismo rumiar en su boca estas palabras: "¡ La que nos espera...!".
"Un judío en el Gobierno de Hitler" narraba mi punto de vista sobre la situación que se le planteó a Durán Lleida el día que se levantó de la cama y de repente se dio cuenta de que su vida había pasado a desarrollarse no solo entre una manada de independentistas, sino entre una manada de independentistas conversos. Contaba también que un día al levantarse de la cama Durán LLeida había sentido de repente que tenía en sus manos la posibilidad, el poder, de hacerse bien a sí mismo, a su familia, a su gente, a su partido, a los catalanes...al mundo entero. Sabía que solo tenía que dar un paso, un paso adelante, sabía que todo dependía de él y sabía que nadie podía hacerlo por él, porque solo él era el Presidente de Unió y sabía que sus diputados eran matemáticamente imprescindibles para que un govern independentista no acabara de un plumazo con él, con su vida política y con la de todos los que habían confiado en él desde hacía tantos años y desde el primer día. ¡Hasta la CUP se refocilaba aquellos días con su entrada en un Govern independentista!
Sobre Albert Rivera y los suyos escribí tiempo atrás "Ciudadanos se suicida" y "Ciudadanos se suicida (Segunda parte). Todos nacemos en un lugar, en un ambiente, en una idiosincrasia. Y eso a todos nos marca. Pero también nacemos, como saben, con unas capacidades y un potencial de desarrollo prácticamente ilimitado. En cierta manera, la vida no deja de ser un conjunto de instantes en los que decidir qué hacemos, por qué lo hacemos, para qué lo hacemos, con quién lo hacemos y cuándo lo hacemos, y no son pocas las ocasiones en las que las contestaciones nos las pone todas en bandeja, ¡¡ escenario y timing incluidos !!, el miembro de una familia de iluminados ya de toda la vida como los del Psoe; que es a la vez "hijo" directo del legado de un iluminado impenitente como BambiZp; quien a más a más ya ha mostrado con anterioridad su talla de incólume iluminado, de clase, de familia; y que por supuesto no ha desperdiciado de nuevo la primera ocasión de suicidarse en público que ha vuelto a presentársele.
En "Un judío en en Gobierno de Hitler" concluía que o Durán Lleida acababa con los hitlerianos o los hitlerianos acababan con él. La única posibilidad que tiene Albert Rivera de seguir soñando un día ser Presidente del Gobierno es hablar de sí mismo, de lo hecho y conseguido por sí mismo, de su lealtad originaria, de su patriotismo de raíz... comparándose, contrastándose y desafiando la cara del manso en todo momento; sin entrar en ningún momento en el argumentario maruja del otro. No existe ninguna otra posibilidad ya para Albert Rivera de seguir soñando un día ser Presidente del Gobierno que no sea destrozar desde el estrado y desde el primer instante a esa figura patética, mansa y floja que es el iluminado por definición. Yo, yo y yo frente al tú, tú y tú, mirándole a la cara y disfrutando de la mansedumbre que sigue reflejando la misma desde que nació: "yo, yo y yo porque tú no eres de fiar", gilipollas; "yo, yo y yo porque tú lo has querido, pringado". Hoy es el momento, otro momento, hoy es el momento de Albert. O eso, o la que le espera...
Identifíquese ó regístrese para comentar el artículo.