El lunes de esta semana se publicó el
informe African Economic Outlook co-elaborado por el Banco
Africano de Desarrollo, la ONU y la OCDE. Hemos conocido que 2014
marcará un record en inversión extranjera en el continente africano,
superando el máximo de 2012. Asimismo, se prevé una aceleración considerable
del crecimiento económico (cercano al 5% para 2014, y del 5,7% para 2015),
volviendo a tasas no vistas desde antes de la Gran Recesión, y con la tasa de
inflación cayendo. En general se pinta un panorama positivo, en el que se
destaca la fortaleza ante los shocks externos de los últimos años, incluyendo
la crisis financiera de 2008, la crisis del euro, o las turbulencias del año
pasado y comienzo de éste en los mercados emergentes.
Viendo el gráfico
del Financial
Times, es destacable que entre 2001-2003 los flujos de cartera (tanto bonos
como acciones) eran negativos. Está claro que la percepción de los inversores
internacionales ha cambiado, pasando de ignorar África a sumarse al meme del
Africa Rising.
Desde grandes fondos
soberanos como el Temasek de Singapur a key players de banca de inversión y
private equity como Goldman Sachs y Carlyle Group respectivamente, pasando por las
gigantes multinacionales como Nestlé, Procter & Gamble, General Electric o
Unilever. Todos ellos se suman a la oleada de capital que está recibiendo el
anteriormente llamado “continente olvidado”. Pero no solo ellos, también los mismos africanos, como refleja el siguiente gráfico que muestra la región de origen de los proyectos de Inversión Extranjera Directa en África:
Fuente: EY Attractiveness survey - Africa 2014
Hablé de estas cuestiones en mis
dos artículos anteriores en inBestia: uno
y dos.
También en una ponencia que di en Málaga, titulada “África:
nuevo amanecer para un nuevo continente” (el link lleva al .pdf de las
actas de las jornadas; mi ponencia se puede leer a partir de la página 69).
Las razones de estas
entradas de capital, una vez que sales de una visión prejuiciada y excesivamente
simplista de África como territorio de miseria y conflicto, parecen evidentes.
Demografía, modesta mejora institucional (desde un punto de partida nefasto),
tecnología, bajos costes laborales..., serían las claves.
Sobre el factor de
los costes laborales, les invito a leer este artículo del WSJ:
China
Inc. Moves Factory Floor to Africa - Rise Wages at Home Spur Makers of Shoes,
TVs, Cars to Expand on the Continent
Faced with rising
labor costs at home and negative perceptions about their employment practices
in Africa, Chinese companies are setting up new factories on the continent and
hiring more Africans. The companies efforts will test whether the masters of
low-cost manufacturing can be as productive in Africa as they are in China.
Mounting labor costs
in China are part of what makes Africa so attractive. The average monthly wage
for a low-skilled Ethiopian factory worker, for example, is about 25% of the
pay for a comparable Chinese worker, according to the World Bank. As the wage
gap widens between unskilled Chinese workers and their counterparts elsewhere
in Asia and in Africa, as many as 85 million factory jobs could leave China in
the coming years, according to former World Bank chief economist Justin Yifu
Lin.
Como no podía ser de
otra manera en este tipo de informes, también se aporta una nota de cautela,
señalando las debilidades y los grandes retos por delante: creciente
desigualdad; niveles de pobreza que pese al notable crecimiento no se reducen lo deseable; inseguridad y conflictos, etc.
En la cautela es en
lo que quiero incidir en este post, por diversas razones:
La mayoría de países
del África Sub-Sahariana tienen una estructura económica muy frágil,
dependiendo en exceso de unos pocos productos, normalmente commodities. Si bien la diversificación de sus economías va en aumento (por ejemplo, Nigeria) en
términos generales, fuertes shocks negativos en mercados particulares (como el
café, el cacao o el petróleo) pueden generar efectos devastadores en economías particulares.
Fuente: @Planeta_Futuro
Además, como señala el prestigioso economista del desarrollo Dani Rodrik en un recomendable artículo (y una reciente conferencia), el notable crecimiento experimentado en las últimas dos décadas no ha venido acompañado de un proceso de transformación estructural (p.ej. industrialización) que permita futuros crecimientos altos de productividad y creación de empleo robusta que absorba el crecimiento esperado de la población en edad de trabajar.
El problema subyacente es el de la debilidad de la transformación estructural de esas economías. Los países del Asia oriental crecieron rápidamente al reproducir, en un marco temporal mucho más corto, lo que los países actualmente avanzados hicieron a raíz de la Revolución Industrial. Convirtieron a sus agricultores en trabajadores de manufacturas, diversificaron sus economías y exportaron una diversidad de productos cada vez más complejos.
En África se están dando pocas de las características de ese proceso. Como han dicho investigadores del Centro Africano para la Transformación Económica, de Accra (Ghana), el continente está “creciendo rápidamente y transformándose lentamente.”
...
De lo que Ruanda y otros países africanos carecen es de industrias modernas de productos comercializables que puedan materializar esas posibilidades haciendo de motor interno del aumento de la productividad.
De cumplirse su negativo pronóstico, Rodrik ve el caldo de cultivo para la inestabilidad social (una abultada población joven sin empleo cuyas expectativas de futuro, que habían sido infladas tras dos décadas de crecimiento alto, se han visto decepcionadas).
Por otro lado, algunos de los países del África Sub-Sahariana sufren de desequilibrios macroeconómicos, como abultados déficits por cuenta corriente (lo señalan desde Blackrock) y déficits públicos (advierte el FMI), que deben vigilarse.
Sub-Saharan African countries have benefited over the past three years from investors’ hunger for yield due to ultra-loose monetary policies in the US, Japan and Europe to finance their deficits. African governments last year raised a record $8bn in global sovereign bonds – including from several debuts –, up from $1bn a decade ago. The borrowing spree has lifted public debt, which the IMF said will hit a ten-year high of 35 per cent of the GDP in 2014.
Fuente: Financial Times.
Tengamos en cuenta que este periodo excepcional de elevada liquidez y búsqueda desesperada de yield no va a durar eternamente, y de mantenerse estos desequilibrios, estas economías podrían sufrir ciertos shocks negativos.
En definitiva, pese a que soy optimista respecto al vasto potencial de las economías africanas, quería resaltar algunas debilidades y argumentos por los que podríamos encontrar obstáculos en la carretera. Algo que, realmente, no deja de ser obvio: siempre existen puntos débiles, vulnerabilidades y retos, y más en un caso como el de África, que apenas estaría comenzando su, esperemos que sostenido, proceso de desarrollo.
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texto)
Nigeria: potencia, terror y futuro - Claves para entender qué ocurre en el país golpeado por Boko Haram.
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