Semanas atrás apareció en la prensa que "el oráculo de Omaha" había entrado en Apple. La noticia levantó cierta sorpresa en el mercado porque nadie había visto hasta entonces las palabras "Warrent Buffett" y "tecnología" juntas en la misma frase.
De hecho, y aunque no aparezca entre sus clásicas conocidas, hay otra frase suya que tengo grabada en la cabeza porque tuve ocasión de escuchársela durante la burbuja de internet (una que hubo poco antes de la de Japón, que a su vez fue un poco antes que la de la deuda, que a su vez fue un poco antes que la inmobiliaria, que a su vez fue un poco antes que la del euro, que a su vez fue un poco antes que la del petróleo, que a su vez...). Lo mismo que luego vimos de nuevo aquí con las autopistas, los aeropuertos o los pisos, en aquel momento lo que parecía que se íba a acabar eran las acciones de internet, la nueva tecnología: Lycos, Yahoo, Terra, Tpi, Sogecable... Hasta Telepizza terminó contagiada, porque empezó a correr la suerte de que los pizzeros íban a ser los repartidores de los paquetes a domicilio: "el repartidor del último metro", podía leerse en la prensa salmón.
( Por cierto, dada la demanda de locura que hubo en la colocación de Terra, la adjudicación se resolvió por sorteo. No recuerdo por qué letra empezó finalmente la misma, pero el asunto es que los de la T de mi apellido fuimos de los agraciados. No sé si nos dieron (entonces estaba casado) 80 acciones o así, por un importe que creo que no llegaba a las 200.000 ptas. de entonces. La historia de las colocaciones de las empresas de internet había empezado sobre un año antes en EE.UU., y las subidas habían sido estratosféricas. Sin esa referencia ( por cierto,¿sigue existiendo el Expansión?), imagino que no me hubiera sido posible dejar correr las ganancias hasta hasta 1.100.000 ptas. Bien es verdad, y para contarlo todo, que meses después, cuando ya había llegado el tobogán, y el arbitraje entre Lycos EEUU y Terra España era el pan nuestro de cada día en la sala de bolsa, el cierre de una posición a la apertura con un hueco monumental terminó costándome unas 200.000).
Fue en ese ambiente de locura colectiva, de marea alta preludio de baja desnudez, en el que un periodista cuestionó que Buffett se estuviera perdiendo aquel festín; que esta página tenía X millones de visitas, que aquella X millones por dos, y que la de más allá X millones por tres. "¿Visitas?", le dijo, "avíseme cuando entre un dólar en la caja".
Y eso es lo que le sobra ahora a Apple en la caja: millones y millones, pero de dólares. Además de producto, equipo gestor, marca, imagen de marca y posición en el mercado. Si yo tuviera el patrimonio y plazo de inversión de Warren Buffett no dudaría en comprar ahora mismo con los ojos cerrados. Mientras tanto, mejor esperar con los ojos abiertos a que el precio nos diga cúando.
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