Top-down, fintech, banca y cultura financiera

2 de octubre, 2016 0
Analista en varios fondos de Inversión, Presidente del Colominas Capital fund, club de inversión. (@ColominasCapital).
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En julio de este año se hizo pública la noticia de que Yaap Money, la aplicación de pagos impulsada por Caixabank, Santander y Telefónica cesaba su actividad de forma definitiva. Y es que la aplicación se había convertido en un pozo sin fondo para sus inversores. Con ingresos inferiores a los tres mil euros y una pérdidas anuales superiores a los 8 millones en el ejercicio cerrado en 2014. La inversión en la compañía había sido de 27 millones de euros en capital y de 6 millones en líneas de crédito, a partes iguales entre los tres socios. A pesar de descubrir esta noticia relativamente tarde, una semana antes del cierre final de la app el 2 de octubre, no me sorprendió excesivamente. Hacía tiempo que ni tan siquiera abría la aplicación, la había usado tan solo un par de veces y siempre con iniciativa propia para pagar a algún amigo.

El cierre de la app puede desconcertar a muchos pero creo que tiene una explicación más o menos razonable, además de ayudar a desmitificar ciertas ideas entorno a las startups. En primer lugar, Yaap money tenia cómo accionistas a dos de los mayores bancos españoles, uno de ellos, Caixabank, el primero en cuota de mercado en España. Por si no fuera suficiente también el primer operador de telefonía fija y móvil, Internet y sospecho que próximamente de televisión de pago del país, Telefónica también se encontraba entre sus accionistas y promotores. ¿Con esos socios que ha podido fallar?

En primer lugar, tener mucho dinero para gastar y unas redes comerciales enormes a las que recurrir no garantiza tu éxito. Yaap money no se lanzó desde un prisma orgánico, se hizo con un enfoque top-down, totalmente desde arriba, no es el típico caso de unos locos encerrados en la cocina de su casa intentando sacar una idea de negocio genial al que después se le añaden grandes inversores que les proporcionan el capital para hacer crecer dicha idea. Aunque no se conoce con certeza, es probable que ante la amenaza de la nueva competencia tecnológica, aún indefinida, Caixabank y Santander decidieran crear Yaap Money con una estrategia defensiva, evitar perder clientes ofreciendo ellos un nuevo servicio.

Y es que los errores top-down no se producen sólo en política. Cómo más alejado se encuentre el decision maker, del consumidor final, mayor será la probabilidad de ofrecer un mal producto. Otro de los errores relacionados con esta visión top-down es el continuo retraso del lanzamiento de un producto para modificarlo o incorporarle nuevas características, algo que sin duda sucede con frecuencia en grandes compañías. Así pues, la fórmula de copia una idea, invierte mucho dinero en ella y triunfa, no funcione si no se tiene realmente en cuenta al consumidor. En los proyectos nacidos orgánicamente y con una visión bottom-up se evita cometer este tipo de errores, muchas veces debido a las restricciones presupuestarias. Cuando alguien se ve obligado a hacer crecer un proyecto desde cero, suele suele hacer enfocado al consumidor y ofreciendo valor con un mínimo producto viable.

Uno de los grandes problemas de los proyectos fintech (aunque es un fenómeno ampliable a muchasstartups) es que no se piensa en desarrollar ideas de negocio sino en convertir en gratuito un determinado servicio (transferencias de dinero, cambio de divisas, compraventa de acciones, etc) o rebajar enormemente su coste; comisiones completamente ridículas e incapaces de cubrir los costes estructurales del servicio. Algunas de las compañías con mayor renombre en el fintech necesitan que su volumen de transacciones, cambios o préstamos alcance niveles tan desorbitados (varios miles de millones de euros) para atisbar una rentabilidad ínfima, que parecen condenados a quemar caja de forma permanente. Olvidarse de la rentabilidad de una compañía siempre me ha parecido una mala idea.

Dicho problema sobre modelos de negocio viables en la industria fintech es una consecuencia del blindaje que existe sobre el principal elemento de la industria bancaria, el depósito. La capacidad de tomar depósitos está fuertemente regulada. En el caso de España, por el artículo 3.3 de la ley 10/2014 del 26 de junio en el que se reserva esta actividad únicamente a entidades de crédito, quedando expresamente prohibida a toda persona, física o jurídica, no autorizada ni registrada como entidad de crédito el ejercicio de las actividades legalmente reservadas a las entidades de crédito.

¿Por qué es tan relevante que las fintech no puedan tomar depósitos? El negocio bancario consiste en tomar prestado (depósitos) y prestar (créditos y préstamos) con un diferencial a favor de la entidad bancaria entre lo que paga por tomar prestado y lo que cobra por prestar. Si nadie, excepto el banco, puede tomar depósitos, su negocio queda protegido. Así pues, a priori, no existe en absoluto la posibilidad de que pequeñas startups representen una competencia real para la banca y su actual modelo de negocio. Simplemente no pueden prestar los mismos servicios sin convertirse en un banco, lo cual tiene unos costes regulatorios inasumibles por muchos de estos incipientes proyectos.

A pesar de todo eso, Yaap Money tenia los socios adecuados para poder saltear con éxito estos impedimentos, ya que el saldo de los usuarios se depositaba en uno de los dos bancos socios con lo que la app podía obtener un rendimiento por él en condiciones probablemente mejores que cualquier otra compañía. Lo que puede que el enfoque top-down no consiguiera ver es que, el triunfo o fracaso de estos nuevos proyectos dependen en gran medida de la cultura financiera de cada país.

Que España sufre de un problema de baja cultura financiera ha quedado patente los últimos años en cuestiones cómo las participaciones preferentes en las que ciertas entidades aprovecharon esta asimetría de conocimiento a su favor. El paternalismo legal centrando en proteger a los consumidores, muy habitual en este país, termina por fragilizarlos y los hace más débiles ante ciertos abusos. Cuando se olvida el principio de caveat emptor, el consumidor se convierte en un irresponsible tendiente a cuidar menos de si mismo y a echar la culpa a los demás de sus propios errores. Si nos comparamos con otros países, especialmente aquellos de cultura anglosajona encontraremos otro magnifico indicador: El lenguaje. Para nosotros las acciones en bolsa pueden bajar, para alguien de habla inglesa pueden “go down, decline, shrink, decrase, short, drop…”, este simple ejercicio, repetido con vocablo vario y propio de las finanzas nos puede permitir entender porqué una aplicación de pagos como Venmo triunfó en Estados Unidos y terminó siendo adquirida por PayPal y Yaap Money tiene que acabar cesando su actividad.

El sector fintech representa una verdadera oportunidad para una de las industrias más reguladas, protegidas y oligopólicas. Depende de los consumidores, empresarios y especialmente de gobernantes y reguladores permitir a esta naciente industria construir un sistema bancario verdaderamente confiable (sound) o convertirla en un títere de las entidades de crédito. Esta misma idea ya la apuntó hace un par de meses el ex-governador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordoñez en un artículo publicado en el país sobre la difícil reforma de los bancos, y lo hizo de forma bastante acertada. Es una lástima que mientras el fue gobernador no tomase ninguna política parecida a las que recomienda en el artículo, sino más bien lo contrario. Promovió y obligó a toda una suerte de fusiones frías entre distintas entidades financieras con el objetivo de esconder enormes agujeros de las mismas, lo que terminó afectando a la solvencia de los más saneados y fragilizando todo el sistema. Parece que cómo mínimo el ex-gobernador ha aprendido la lección.

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