Domingo Soriano acaba de publicar un artículo interesante sobre la solución al problema de las pensiones: “La cuenta 'mágica' del Gobierno para cuadrar las pensiones: ¿se soluciona todo retrasando la jubilación? ”
La posible solución a la financiación de las pensiones recae sobre distintos factores. Indudablemente, la productividad es uno de ellos, asociada a salarios, pero puede no ser suficiente. Otros incluyen el incremento de la tasa de actividad (población en edad de trabajar incorporada al mercado de trabajo), del empleo y el retraso en la edad de jubilación.
No siendo de ninguna de las formas una solución enmascarar el déficit pasándolo a los presupuestos del estado. Los apuntes contables no solucionan los problemas de financiación del sistema.
Sorprende, que Soriano haga referencia al mantra de la izquierda de la necesidad de inmigración teniendo más de 3 mill de parados. No quiere decir que no necesitemos inmigración, sino que antes de saberlo, necesitaremos dar trabajo a los españoles “que lo necesitan”
Y en cuanto a esa inmigración, cabe considerar que no es lo mismo cualquier tipo de inmigración, ya que el valor añadido que pueden aportar depende del capital humano que lleven con ellos.
Se argumenta que la cantidad de trabajo incrementa el PIB y eso hace que se reduzca el ratio gasto en pensiones/PIB. Siendo cierto, olvidan que el capital es también importante, y más todavía la productividad total de los factores, que viene a comprender el conocimiento y la eficiencia en la utilización de los recursos, y que es lo que en mayor medida determina la productividad.
Y en este ratio influye también el denominador, el gasto en pensiones, que se ha indiciado a la inflación convirtiéndolo en un gasto estructural suponiendo el 75% del mismo , lo que a su vez hará que el déficit estructural persista en un escenario de deuda elevada, lo que a su vez puede generar incertidumbre sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas, y que a su vez puede tener consecuencias sobre la capacidad de financiación del país en un escenario en que el BCE pierde protagonismo.
Y con respecto al mercado de trabajo, incidir en la productividad entra, al menos parcialmente, en contradicción con el hecho de considerar que la cantidad de trabajo es fija y por ello se deben jubilar los mayores para dejar paso a los jóvenes. Un tipo de reparto de trabajo parece potenciarse con la última reforma laboral, que ha incrementado de forma importante el contrato indefinido a tiempo parcial, siendo quizá esta la nueva fórmula de dualidad que flexibilice el mercado de trabajo
La cantidad de trabajo no es fija e incrementa con la actividad económica, motivo por lo que interferir en esta, ya sea a través de la regulación o la fiscalidad, no incrementa el empleo ni consecuentemente los ingresos por cotizaciones de la seguridad social.
Por tanto, elevar la edad de jubilación, incrementar el empleo y la productividad, esta última a través de la creación de valor añadido, es fundamental, pero puede no ser suficiente.
En este sentido, quizá deberíamos volver la vista al pasado y recordar la reforma de Rajoy, no perfecta pero sensata, incluyendo el índice de revalorización anual y el factor de sostenibilidad, que adaptaban las pensiones a los ingresos del sistema y esperanza de vida.
Sin excluir al mismo tiempo que se incentive el retraso de la edad de jubilación, de una forma semejante a las cuentas nocionales, que son cuentas de acumulación. Siendo en este caso importante la diferencia entre el salario prejubilación y pensión.
Cuanto mayor sea esta diferencia, mayor serán los incentivos a no jubilarse. Lo opuesto a lo que ocurre en España con tasas de sustitución elevadas. Al mismo tiempo que esta iniciativa debe asociarse a una mayor contributividad del sistema. Lo contrario de lo que ocurre en España a través de la reforma silenciosa de las pensiones, ya que el sistema, progresivamente, se está convirtiendo en asistencial: una pensión más igualitaria para todos independientemente de lo cotizado.