Este domingo estaba leyendo la encuesta encargada por El País para conocer la opinión ciudadana en diversos temas, principalmente intención de voto, como creían que se estaba gestionando la crisis y si están de acuerdo con la reforma del aborto de Gallardón. El resumen es que el PP se está dando un batacazo en la intención de voto, que la gente opina que están gestionando muy mal la crisis y que ni los católicos están a favor de dejar nacer bebés con malformaciones. Pero lo que me llamo la atención fue esta pregunta que se puede ver en la foto que le he sacado al periódico. La pregunta es la de en medio:
Y dice así:
La crisis económica que comenzó hace cuatro años, en su opinión.....
a) Fue causada por actos y decisiones de personas y entidades concretas 84%
b) Ha sido solamente producto del azar y de circunstancias sin que haya un culpable concreto 12%
Una enorme mayoría piensa que la responsabilidad de la crisis la han de soportar unas personas en concreto con nombres y apellidos. O traducido de otro modo: esto está mal porque Fulanito ha hecho algo mal.
Otros, opinan que no hay un culpable concreto sino que es producto del azar y las circunstancias.
¿Usted que opina? Yo lo tengo muy claro.
Creo que el 84% se equivoca gravemente. El día 11 de este mes escribí un artículo titulado "¿Recesión y mercado bajista en EEUU?" y que comenzaba con las primera palabras del prólogo del libro "¿Existe la suerte?" the Nassim Taleb. Estas palabras:
"Este libro trata de la suerte, disfrazada y percibida como no suerte, (es decir, como habilidad) y, en general, del azar disfrazado y percibido como no azar (es decir, como determinismo). Se manifiesta en la forma de "tonto con suerte", definido como una persona que se beneficia de una parte desproporcionada de suerte pero atribuye su éxito a otra razón, por lo general, muy precisa. Esta confusión surge en las áreas más inesperadas, incluso en la ciencia, pero no de forma tan acentuada y evidente como en el mundo de los negocios. Es endémica en la política, como se puede ver en la forma del discurso del presidente de un país sobre los puestos de trabajo que "él" ha creado, "su" recuperación y la inflación de "su" predecesor.
Seguimos muy cerca de nuestros antepasados que recorrían la sabana. La formación de nuestras creencias está llena de supersticiones, incluso hoy (debería decir, especialmente hoy). De la misma forma que un día un hombre de una tribu primitiva se rascó la nariz, vio llover, y desarrolló un método elaborado para rascarse la nariz y atraer la muy necesitada lluvia, relacionamos la prosperidad económica con algún tipo de recorte de tipos de interés de la Reserva Federal, o el éxito de una empresa con el nombramiento de un nuevo presidente "al mando". Las librerías están llenas de biografías de hombres y mujeres de éxito que presentan su específica explicación de cómo lo lograron en la vida (tenemos una expresión, "estar en el sitio adecuado en el momento adecuado", para debilitar cualquier conclusión que se pueda inferir de dichas explicaciones). Esta confusión afecta a gente de distintas convicciones; el profesor de literatura otorga un profundo significado a un orden meramente coincidente de las palabras, mientras que el economista detecta con orgullo "irregularidades" y "anomalías" en datos que son puramente aleatorios."
¿De verdad alguien cree que Zapatero es el culpable de la crisis? ¿O que Rajoy lo es de la no-recuperación?
Pueden tener su cuota de participación, pero es minúscula con respecto a lo que la mayoría de la gente puede pensar.
Si se cree que Zapatero es culpable, entonces también se ha de creer que fue un genio que nos llevo al casi pleno empleo técnico antes de la crisis. Tal vez deberíamos recuperarlo para el cargo, tal vez tengamos suerte y esta vez demos con su vena de genio.
¿Alguien cree que la burbuja inmobiliaria española tiene unos nombres y apellidos en concreto? Por supuesto que en toda esa burbuja hubo conductas individuales censurables y que deben ser penalizadas, pero de igual modo que en tiempos de no-burbuja también existen esas conductas censurables y dignas de pena.
La realidad económica y social es increíblemente compleja para circunscribir la responsabilidad positiva o negativa de algo a una persona o personas en concreto. Cuando un alcalde ordena poner una acera y los vecinos pueden transitar por un nuevo lugar, evidentemente la relación causa-efecto es fácil de hallar: es gracias al alcalde. (Aunque luego les costará entender la relación causa-efecto de no tener otras cosas más valiosas en vez de una acera que transcurre por un páramo).
Pero cuando un presidente del gobierno de la nación legisla (en la pseudodemocracia española el presidente es quien legisla) sobre temas económicos donde interactúan tantos factores y donde la psicología de las masas es tan variable y difícil de medir, es imposible establecer una relación causa-efecto como con el supuesto de la acera.
La realidad es que hay ciclos económicos globales y sí, los políticos pueden tomar decisiones que modifiquen parcialmente ese ciclo haciendo que la consecuencias para su país sean mejor o peores. Pero los políticos, no son el ciclo. Los políticos no pueden dictar la realidad a golpe de leyes. Es la realidad la que los devora a ellos. En cierto sentido, los políticos de alto nivel son actores que interpretan que gestionan la realidad. A veces creen tanto en su habilidad que llegan a convertirse en caricaturas de sí mismos.
No fue un político quien le dijo a millones de españoles que se hipotecaran hasta lo dientes para comprar casas que no se podían permitir. No fue un político el que les dijo a los chavales que dejaran la escuela para trabajar en la obra por 4000 euros. Y no es un político o banquero en concreto el culpable de toda esta crisis.
Ya se que jode, pero los culpables somos todos. Unos más, otros menos, pero antes de lapidar a nadie, hagamos examen de consciencia colectiva (si es que existe eso de consciencia colectiva).
La masa -siempre burda- quiere explicaciones fáciles e infantiles para explicar la realidad. Quieren un "story telling" o narración sencilla que explique el mundo tan complejo en el que vivimos. Y la masa no solo quiere una historia sencilla. Ésta también ha de tener un malvado, así podemos deshacernos de nuestra responsabilidad individual y cargársela toda a él. Es la manera eficiente de no sentirnos culpables con nuestra propia mediocridad.
Por eso, las teorías de la conspiración funcionan tan bien y mucha gente cree que grupos como los Bilderberg, Trilateral o lo que sea domina el mundo.
Por supuesto que en este mundo hay relaciones de causa-efecto donde un político ha hecho algo bueno o malo. Donde alguien causa un impacto en la sociedad. Pero siempre ese impacto es muy reducido en comparación con el impacto que tienen millones de seres pensando y actuando por si mismos. Cuidado con las relaciones causa-efecto espurias. Al fin y al cabo, Churchill fue el animador perfecto para que los británicos resistieran ante los nazis, pero en definitiva fueron los británicos quienes resistieron.