Está claro que existen niños prodigio en multitud de ámbitos. La pregunta es entonces: ¿Podría un niño ser realmente bueno en el ámbito de la especulación/inversión? En mi opinión, sin lugar a dudas.
En su libros, Robert T. Kiyosaki anima a que los padres y madres le enseñen a sus hijos conceptos sobre el dinero, a darles esa educación financiera que en la escuela no recibirán. Porque la verdad es que nadie nos enseña a ganar dinero. De pequeños (y no tan pequeños) se nos dice "Trabaja duro, estudia y consigue un buen empleo", pero si el objetivo de obtener un buen empleo es ganar dinero, ¿porque no se nos enseña a tratar con el dinero, que sería el objetivo final?
Es una buena pregunta y tiene una sencilla respuesta, "No interesa". Si esto interesase habría clases, extraescolares o algo parecido en las escuelas relacionado con la educación financiera.
Desde mi propia experiencia personal como estudiante puedo decir que ni en la Educación Primaria (6-12 años) ni en la ESO (12-16 años) me han enseñado algo relacionado con las finanzas. Quizás podría mencionar una clase en la que vimos un poco de historia sobre el crack de 1929 y nada más. TODO lo que sé sobre finanzas es gracias a lo que me han enseñado mis padres y a lo que he aprendido yo de forma autodidacta.
Los niños con sus gustos y preferencias personales son consumidores natos. Si toda esa información que tienen como consumidores la usaran para invertir o especular obtendrían muy buenos resultados.
Pongamos un ejemplo: Un niño se descarga el día 6 de julio de 2016 (día del lanzamiento) la app de PokemonGo y a los pocos días todos sus amigos juegan al nuevo juego estrella. En ese mismo momento el niño piensa: "Como muchos niños de mi edad juegan o jugarán a PokemonGo, los creadores ganarán mucho dinero". Se lo comenta a sus padres que están de acuerdo con él y deciden comprar 1000€ en acciones de Nintendo Company Ltd. en la bolsa de Frankfurt (es un ejemplo exagerado, pero sirve para mostrar el concepto). El resultado sería el siguiente, pongamos que compran el día 8 de julio (2 días después del lanzamiento) a 145€/acción obteniendo un total de 7 acciones (7 x 145 = 1.015€). Tan solo diez días después, el 18 de julio esas acciones valían 270€/acción y por lo tanto los 1.015€ se habrían convertido en 1.890€ sin contar comisiones. Obviamente, vender en el máximo es muy difícil pero lo que está claro es que alguien que compró Nintendo el 8 de julio nunca ha estado perdiendo dinero.
Este ejemplo es parecido a uno que Peter Lynch explica en "Un paso por delante de Wall Street". En el, habla de que un día, su mujer, yendo al supermercado se da cuenta de que en el expositor metálico al lado de la caja, hay una nueva linea de medias de mujer, empaquetadas en huevos de plástico. Esa linea de medias se llamaba L'eggs y la empresa distribuidora se llamaba Hanes. Durante los setenta, está linea de medias alcanzo un éxito rotundo entre todas las mujeres, ya que antes para comprar medias debían ir a los grandes almacenes y ahora con tan solo pasar por la estantería de caja ya accedían al producto. Millones de personas conocían el éxito de L'eggs pero solo Peter Lynch y algunos inversores más aprovecharon el éxito de L'eggs y compraron acciones de Hanes. Desde la salida de L'eggs, Hanes multiplicó por 6 su precio, antes de ser adquirida por Consolidated Foods.
Este es un claro ejemplo del poder de lo que todo el mundo sabe. Peter Lynch multiplicó por 6 su inversión gracias a una "confidencia" de su mujer.
La clave de un buen inversor es preguntarse por el valor de las cosas. Si coges a cinco niños y les preguntas: "¿En tu opinión, cuánto vale un helado de cucurucho?", un posible resultado sería: el primero dice 2€, el segundo dice 3€, el tercero dice 1€, el cuarto dice 4€ y el quinto dice 0€ (no le gusta el helado). Si yo ahora les dijera que les vendo el helado por 2€, el primero, el segundo y el cuarto lo considerarían adecuado o barato, el tercero lo consideraría caro y el quinto no lo consideraría ni caro ni barato porque para él, el helado de cucurucho no vale nada.
"Precio es lo que pagas, valor es lo que recibes”
Warren Buffett
El precio siempre es objetivo. El valor, en cambio, es subjetivo. No sabemos si esta empresa seguirá dando beneficios dentro de un año, si aumentarán sus ingresos o si se habrá declarado en quiebra, tan solo tenemos datos del pasado y del presente que nos permiten hacer conjeturas sobre el futuro. Lo que si que es verdad es que el valor se acaba reflejando en el precio. Una empresa en quiebra no vale nada y una que multiplica sus resultados y su salud financiera, multiplica su precio.
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