Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que la volatilidad es uno de los aspectos más odiados por la mayoría de los inversores. El VIX, también conocido como “indicador del miedo”, es el índice utilizado para medir la volatilidad y actualmente se encuentra en uno de los niveles más bajos de los últimos años. El motivo de este “odio” de los inversores hacia la (alta) volatilidad es muy simple. Cuando ésta sube, las acciones caen, lo cual se traduce en pérdidas monetarias para las carteras de los inversores. Por ello, cualquier repunte de la volatilidad, por pequeño que sea, es motivo de preocupación y alarma.
Muy acertadamente, Richard Turnill, estratega jefe de inversiones de Blackrock, ha escrito un fantástico artículo en el que nos explica cómo no debemos interpretar la baja volatilidad del mercado, algo que la mayoría de los inversores hace constantemente y, que en último término, se traduce en malas decisiones de inversión, tanto por querer anticipar caídas o correcciones en el mercado como por perderse fuertes mercados alcistas.
Lo primero que nos indica Turnill es que una baja volatilidad no es un signo de venta o de un repunte inminente de esta. Típicamente el grueso de los inversores tienden a pensar de esta forma, es decir, que a un periodo de baja volatilidad le va a seguir inmediatamente uno de alta volatilidad y caídas bursátiles, por lo cual la venta de acciones y activos de riesgo estaría más que justificado. Sí que es cierto que altos niveles de volatilidad (se considera alta volatilidad cuando el VIX se sitúa en niveles superiores a 20) suelen proporcionar señales de compra de gran fiabilidad, pero lo contrario no es cierto, es decir, un nivel bajo de volatilidad no genera ninguna señal fiable de venta ni nada por el estilo. La baja volatilidad nos dice muy poco (o nada) de la dirección de los mercados en el futuro.
Pero lo mejor que podemos hacer para corroborar este aspecto que señala Richard Turnill, es echar un vistazo al gráfico siguiente, en el cual podemos comprobar cómo en momentos de baja volatilidad (VIX por debajo de 14), los retornos han sido muy variables, lo que implica que la mayoría de las ideas preconcebidas que tenemos sobre la baja volatilidad están equivocadas.
En primer lugar, si analizamos los retornos del mercado (tomando como referencia el índice S&P 500) a tres meses después de que el VIX cierre por debajo de 14, se aprecia como la rentabilidad del S&P 500 ha oscilado en un amplio rango entre -12% y +12% aproximadamente, con una rentabilidad promedio del 2%.
En segundo lugar, cuando analizamos la rentabilidad del S&P 500 en un periodo más amplio (12 meses), los retornos en los que se mueve el mercado son más amplios todavía, ya que oscilan entre -13% y +38%, con una rentabilidad promedio del 10%.
Como se puede deducir del análisis del gráfico anterior, períodos de baja volatilidad suelen venir acompañados de rentabilidades promedio positivas, aunque no siempre es así. En ciertas ocasiones se producen caídas más o menos significativas en los mercados financieros.
Dado que no hay ningún dato concluyente, ¿qué puede hacer el inversor?. Richard Turnill indica que lo que el inversor debe hacer es simplemente centrarse en los fundamentales y asumir que períodos de baja volatilidad no implican necesariamente períodos inminentes de alta volatilidad. Estos momentos de baja volatilidad históricamente han durado mucho tiempo y suelen ocurrir en medio de expansiones económicas y políticas monetarias predecibles, tal y como está sucediendo ahora.
Actualmente estamos viviendo un entorno de estabilidad económica, con una expansión económica global sostenida, lo que debería hacer que la volatilidad de los mercados financieros se mantuviera en niveles bajos como los que hay en la actualidad. Turnill señala que desde BlackRock ven pocos signos de la complacencia inversora que suele aparecer en las últimas etapas de un ciclo económico, pero también apunta que los inversores deberían tener precaución con respecto a aquellos activos en los que la volatilidad ha sido baja y que ha atraído en masa a multitud de inversores.
Es claro y evidente que una subida de la volatilidad sería perjudicial para las acciones y los activos de riesgo, pero Turnill apunta que es casi imposible predecir qué evento o eventos generarán un repunte de la misma. Una drástica caída del crédito en China o un endurecimiento más estricto de la política monetaria por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos podrían ser los detonantes de un futuro repunte de la volatilidad, pero por el momento ninguno de ellos lo es. Tampoco descartan picos puntuales de volatilidad en los mercados como consecuencia de la inestabilidad política en Estados Unidos (Bridgewater pronostica un “mini crash” bursátil si se produce el “impeachment” de Trump). Las tensiones geopolíticas entre Corea del Norte y Estados Unidos, aspecto del cual ya nos hemos hecho eco en inBestia (“El ataque de Estados Unidos a Corea del Norte es inminente”), también podría ser causa de una subida de la volatilidad.
Para finalizar su artículo, Richard Turnill señala que por el momento los inversores están siendo recompensados por asumir riesgos, especialmente fuera de la renta variable estadounidense. Por ello, la recomendación que Turnill hace a los inversores es que se olviden, en la medida de lo posible, de la volatilidad de corto plazo y se centren en los fundamentales.
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