Tanto si hablamos de manzanas, o de servicios de telefonía, como de acciones, si estamos en un mercado más o menos libre, los precios los fija el mercado a través de la Ley de la Oferta y la Demanda, al menos eso es lo que se estudia en economía y no parece que esa Ley haya cambiado desde que existe.
Pero desde siempre los Gobiernos respectivos han querido hacer sus aportaciones haciendo descarrilar el mercado, por lo que establecen diferentes regulaciones, que tergiversan los precios, como es el caso de los alquileres, o a través de los impuestos y demás tributos como es el caso de la electricidad donde la proporción de tributos es exagerada en relación al precio de la materia o servicio consumido. Lo mismo pasa con los combustibles de nuestros coches y con todo lo que se mueva.
Pero en este artículo no vamos a hablar de la teoría de la fijación de los precios, sino de la creencia que se palpa en la calle de que los precios siempre suben, y si no suben tienen que subir, sean de inmuebles o de deuda pública o de acciones o de lo que sea.
Porque ¿Dónde pone que un valor que en un momento determinado ha llegado a un máximo de 20 euros por acción y que empieza poco a poco a bajar con el paso del tiempo va a volver a 20 euros la acción?
Porque digo yo que esta es la creencia de todos aquellos que cuando una acción empieza a bajar no quieren vender, ya que esperan que volverá a 20 euros, e incluso a más de 20 euros, pues de lo contrario sería un comportamiento irracional mantener una acción sabiendo que nunca volverá a ese valor máximo.
Hemos visto casos en los últimos años de empresas muy buenas o al menos esa impresión daban que después de x años cayendo han acabado desapareciendo y no hablo de empresas pichuleras sino de primeras empresas en sus sectores, como el Banco Popular recientemente, el Banco Español de Credito, Astilleros Españoles, el Banco Urquijo, Tudor, Explosivos de Riotinto, FECSA, Galerias Preciados y así podríamos mencionar otras 100 empresas más dentro de España.
En algunas ocasiones la debacle se ha producido a lo largo de 2 ó 3 años, pero otras veces se ha producido a lo largo de más de 10 años y siempre nos encontramos con accionistas bien pensados y encariñados de su inversión que están esperando a que sus acciones vuelvan al máximo o al menos al precio al que compraron las acciones y mientras tanto no sueltan la acción ni aunque les echen aceite hirviendo.
A continuación os pongo un par de gráficos de valores muy importantes para que veáis las bajadas tan espectaculares que han sufrido en los últimos años y donde habrá más de un inversor bien pensado, pensando que si no vende no ha perdido en su inversión:
El anterior es el gráfico del Commerzbank, creo que es el segundo mayor banco alemán, donde ha pasado de 281 euros la acción en el año 2007 a 8,29 euros el día 06-09-2018 cuando escribo este artículo.
Otro grafico también muy llamativo es el del Credit Suisse que os pongo a continuación:
Aquí el valor de la acción ha pasado de 96 euros en mayo del 2007 a 14,56 euros.
Por lo tanto, según mi entender el problema es creerse que los precios van a volver al valor donde nosotros entramos o al que más nos apetezca y por eso merece la pena quedarse enganchado a la acción el tiempo que haga falta.
Es importante distinguir los valores reales de los valores nominales, y más viniendo de una economía como la española, donde hasta hace cuatro días y medios nos tenían sometidos a una inflación de doble dígitos, pero que hay que saber que esa inflación mientras sigamos en el euro se ha acabado, por más que le pese a los respectivos gobiernos populistas.
En este sentido me viene a la memoria lo que me contaron hace ya muchos años en la mili. El caso era el siguiente: Cuando estuve en la mili coincidí con dos mellizos españoles que se habían criado en Guinea Ecuatorial, que por entonces era una provincia española más, pero en Africa. El padre de estos mellizos era maestro y ejercía en un pueblo en mitad de la selva y como entonces no había televisión, ni Facebook, ni teléfonos móviles para hablar o chatear, ni otros entretenimientos como tienen los chicos jóvenes de ahora, pues cuando salían de la escuela se iban a levantar piedras buscando bichos y a cazar monos.
El método de cazar monos era muy sencillo e ingenioso y consistía en coger un coco y hacerle un agujero muy estrecho para que la mano del mono cupiera muy ajustadamente. Dentro del coco ponían una nuez y el coco naturalmente le ataban a un árbol y empezaba el juego.
Como el mono había estado viendo a los chicos maniobrar con el coco y habían visto que metían la nuez, porque ya se encargaban de enseñársela bien para suscitar su curiosidad, pues bien, en cuanto se retiraban del coco llegaba el mono más diligente y metía la mano por el agujero del coco y cogía la nuez. Pero aquí empezaba el problema, pues para sacar la nuez el mono cerraba la mano para sacarla, con lo que ya no podía salir, pues la mano cerrada y con una nuez dentro del puño era mucho más grande que el agujero que habían hecho los chicos, pero como el mono no soltaba la nuez pues ya estaba cazado.
A continuación empezaba el juego, donde lo más gracioso era darle una manta de palos al mono, hacerle fumar, etc, etc, hasta que se hartaban y rompían el coco y el mono conseguía quedarse la nuez a costa de sus sufrimientos.
Ese mono había aprendido la lección y ya no volvía, pero los chicos al día siguiente se iban a otro sitio y siempre encontraban a otro mono curioso que no estaba dispuesto a soltar la nuez aunque le hartasen a palos.
Como ya hemos planteado el problema tanto con las acciones, como con los monos, vamos a ver qué soluciones podemos aplicar para no quedarnos enganchados con la mano dentro del coco y que por no vender a tiempo nos quedemos sin nuestros ahorros. Os recomiendo varias lecturas recientemente publicadas en esta página web, como era el artículo de antes de las Navidades del 2017 “Del Mal, el menor”, o los diferentes artículos sobre la aplicación de la estrategia beligerante que no han perdido actualidad.
Para no repetir lo explicado en los anteriores artículos mencionados y desde el punto de vista práctico os resumiría los siguientes puntos a aplicar:
- Comprar siempre dudando del acierto. Es evidente que si pensamos que la inversión es mala no la vamos a hacer, pero me refiero a que aunque pensemos que estamos ante la mejor inversión de la historia, la compra la hagamos con total desconfianza, para que cuando surjan las bajadas nos empecemos a plantear si no nos habremos equivocado o que han cambiado las circunstancias del valor y por eso lo mejor sea vender, tanto con perdida como con beneficios.
- Si salimos pronto también podremos volver a entrar y recuperaremos las pérdidas como era el caso del artículo sobre Bolsas y Mercados, donde entrabamos mal, pues comprábamos en el máximo, salíamos enseguida, según nos marcaba el LUMAGA SYSTEM y hacíamos el juego de entradas y salidas siguiendo ese sistema, pero también hubiera sido eficaz siguiendo otro sistema de detección de cambios de tendencias. Al final acabábamos ganando y bastante.
- No confundir una acción con el equipo de futbol de toda la vida al que nos sentimos obligado a defender vaya el primero o vaya el último, juegue bien o juegue desastrosamente. Podéis mira el artículo titulado “El inversor sentimental y su equipo de toda la vida” que publicábamos el año pasado por estas fechas al iniciarse la Liga en España. Las acciones no son para enamorarse, sino para ganar dinero.
- No creerse que somos Warren Buffett o los Botines, sino más bien saber que somos unos mindundi y que porque entremos o salgamos no vamos influir en la cotización y además de eso con lo insignificante de nuestra inversión no nos van a ofrecer un puesto de consejero en el Consejo de Administración, nos quedemos un mes más o 50 años más. Todavía hay gente que tiene acciones de Telefonica de la época de las Matildes, con la cantidad de dientes de sierra que ha padecido la acción.
- Por último para no tener pereza al vender por no asumir el coste fiscal, venimos diciendo siempre que es más ventajoso comprar fondos de inversión mobiliaria para que si llega el momento de una bajada, y vaya que llegan las bajadas, pasar a fondos de inversión monetarios. También podéis repasar el artículo sobre “ventajas e inconvenientes de los fondos de inversión”. Y al que no le gusten los fondos y quiera entrar en valores, lo único que tiene que hacer es acertar y si a final de año tiene que pagar 20 millones de euros en la Renta, pues vaya por delante mi felicitación porque será señal de que ha acertado plenamente en sus inversiones. Siempre será mejor pagar 20 millones a no tener que pagar nada por ser un pobre desafortunado y estar agarrado a acciones que bajan año tras año.
Nuestro lema sigue siendo: La Bolsa es impredecible, pero no anárquica.