Uno de los debates que más atención está acaparando en el mundo financiero es el existente entre la gestión activa y la gestión pasiva. La realidad es que la gestión activa, tanto la llevada a cabo por profesionales como por particulares, no goza de buena prensa en la actualidad, teniendo en cuenta el auge que está teniendo la gestión pasiva (realizada a través de fondos indexados y/o ETFs). Un gran número de estudios han mostrado que la mayoría de gestores activos no han sido capaces de batir a sus índices de referencia, lo que ha motivado en buena medida el tremendo flujo de fondos hacia la gestión pasiva.
Matthew Partridge, en un interesante artículo de opinión publicado recientemente en MarketWatch, señala que los reguladores financieros no están, a grandes rasgos, a favor de la inversión activa, sino que están orientando a los inversores, tanto particulares como institucionales, a invertir en fondos de inversión con bajas comisiones. Partridge considera que la inversión pasiva no es una mala idea, sobre todo si uno no tiene conocimientos o interés en los mercados financieros. Se trata de una buena idea de bajo coste, pero al mismo tiempo apunta que la idea de que nadie es capaz de batir al mercado no es cierta.
Matthew Partridge es el autor del libro “Superinvestors: Lessons from the greatest investors in history - from Jesse Livermore to Warren Buffett”, en el que evalúa las rentabilidades obtenidas por 20 “superinversores” diferentes, su estilo inversor y, por encima de todo, lo que pueden enseñarnos a los inversores particulares. Los “superinversores” incluidos en el libro son los siguientes: Jesse Livermore, David Ricardo, George Soros, Michael Steinhardt, Benjamin Graham, Warren Buffett, Anthony Bolton, Neil Woodford, Philip Fisher, T. Rowe Price, Peter Lynch, Nick Train, Georges Doriot, Eugene Kleiner y Tom Perkins, John Templeton, Robert W. Wilson, Edward O. Thorp, John Maynard Keynes, Jack Bogle y Paul Samuelson.
Tal y como señala en su libro, los cinco aspectos que estos “superinversores” tienen en común son los siguientes:
1. Tienen una ventaja (edge).
Incluso antes de contabilizar los costes de compra y venta, la inversión en acciones es un juego de suma cero, en el sentido de que para cada ganador debe haber un perdedor. Así que, a menos que el inversor tenga algún tipo de estrategia o ventaja probada sobre los demás, va a terminar perdiendo dinero. Estilos de inversión diferentes como los llevados a cabo por T. Rowe Price (centrado en encontrar altos crecimientos) y Benjamin Graham (centrado en encontrar compañías a precios deprimidos), pueden producir grandes resultados. Pero lo que es evidente es que para obtener resultados extraordinarios, se necesita algún tipo de plan o estrategia que funcione mejor que la del resto.
2. Su personalidad se adapta a su estrategia.
Cada estilo inversor requiere diferentes habilidades y rasgos del carácter. El gran trader Jesse Livermore tenía una gran habilidad para anticipar el movimiento de precios a corto plazo y era absolutamente despiadado a la hora de deshacer posiciones en las que estaba perdiendo dinero. Por el contrario, Georges Doriot, pionero inversor de capital riesgo, estaba dispuesto a esperar años antes de que sus inversiones comenzaran a generar rentabilidad. Por otro lado, el economista John Maynard Keynes perdió un montón de dinero haciendo apuestas apalancadas en los mercados de divisas hasta encontrar el éxito como “value investor”.
3. Tienen un cierto grado de flexibilidad.
Los inversores que constantemente cambian su estrategia de inversión rara vez tienen éxito. Sin embargo, un sorprendente número de “superinversores” están dispuestos a hacer excepciones a esta regla, siempre que las oportunidades de inversión existentes sean lo suficientemente atractivas. Por ejemplo, Benjamin Graham fue un inversor que compraba acciones tremendamente infravaloradoras, con la esperanza de que el mercado reconociera su valor intrínseco. Sin embargo, su inversión más rentable fue GEICO, una compañía aseguradora que mantuvo en cartera mucho tiempo después de que hubiera dejado de ser una acción infravalorada.
4. Son capaces de ir contra la “masa”.
En cierto sentido, toda inversión activa implica reconocer que el mercado está equivocado. Sin embargo, incluso los inversores que hicieron fortuna siguiendo las tendencias bursátiles, obtuvieron sus mayores éxitos yendo contra la masa. Así por ejemplo, tenemos la decisión de David Ricardo de comprar bonos del Tesoro británico antes de la batalla de Waterloo en 1815 o la de Neil Woodford de comprar compañías de tabaco justo después de haberse resuelto una serie de costosas demandas contra ellas. Esto demuestra que aquellos sectores poco queridos o incluso “odiados” por los inversores pueden generar grandes rentabilidades. Un ejemplo de esta estrategia son las inversiones que están llevando a cabo gestoras como azValor, Cobas o Magallanes en sectores como el del transporte marítimo, fertilizantes o materias primas (ver Los inversores se ponen nerviosos con los resultados de Cobas y Azvalor en este 2017).
5. Saben cuándo retirarse.
Invertir es una actividad que puede ser emocionalmente agotadora. Además, aunque depende del estilo inversor, una vez que un fondo de inversión se vuelve demasiado grande tiene más difícil mantener las grandes rentabilidades del pasado. Peter Lynch pudo haber decepcionado a los inversores de su fondo Fidelity Magellan cuando decidió retirarse después de una década, pero fue mejor para los inversores obtener una rentabilidad del 30% durante una década, que permanecer más tiempo y acabar luchando por superar a su índice.
Como acabamos de ver, tener una ventaja competitiva sobre el mercado, un estilo inversor definido que se ajuste a los rasgos del carácter y habilidades, pero que permita cierto grado de flexibilidad, y ser capaz de ir contra la “masa”, son cualidades comunes a la mayoría de los “superinversores”. Inversores que han generado unas rentabilidades tan extraordinarias como Warren Buffett, George Soros, Philip Fisher, Peter Lynch, Benjamin Graham, Jesse Livermore o John Templeton no pueden estar equivocados.
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Tiene buena pinta el libro, sabes si está disponible también en español?
En respuesta a Carlos Freile González
Me temo que no. La literatura financiera en castellano, por desgracia, es muy escasa.
En respuesta a Jorge Alarcón
Jorge yo en eso disiento. Tenemos muchos y muy buenos libros de inversión traducidos, de sobra son suficientes para saber lo que se necesita sobre el tema. Luego, las traducciones terminan llegando. A modo de ejemplo, el famoso libro de Piketty, El Capital del siglo XXI, lo vi en Dublin en inglés y unos meses después ya estaba traducido.
Siempre es bueno saber y si te gusta el inglés pues vale, pero con el castellano tienes a tu disposición más de los tendrás tiempo de leer.
En respuesta a Andrés Corral Márquez
Cierto, hay libros de finanzas en castellano, y cada día que pasa más, pero aún así estamos a años luz. Sigue siendo una inmensa minoría los libros que se traducen al castellano, y suelen ser sobre todos los "clásicos", ya que si buscamos obras más "raras" es imposible encontrarlas (básicamente porque no hay demanda para ese tipo de obras "raras").
Es verdad que con los que están traducidos sería (casi) suficiente, pero todavía queda mucho camino por recorrer.
Ya entiendo porque los españoles no ganamos dinero,jajaja
La verdad es que el nivel de los españoles en ingles es muy malo pero se puede ser presidente,jajaja
En respuesta a Pepe Mary El chucho de colastani
Si los españoles somos muy malos en ingles es imposible traducir bien,jajaja
En cuanto a la gestion activa solo pueden hacerlo bien un 5%, , es imposible para un licenciado, la cabra siempre tira al monte , ademas lo normal es que un gestor activo es que se quede petrificado delante de la pantalla con un rosario en la mano,jajaja