Lo que las elecciones de EE.UU. de 2016 pueden enseñarnos sobre las elecciones de 2020 y su influencia en los mercados

Hace 4 años casi nadie pensaba que Trump, un rico heredero cuyo gran talento y éxito personal era el show business, podría convertirse en cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América. Prácticamente todas las encuestas le daban perdedor y en el imaginario colectivo planetario, era casi imposible que llegara un presidente tan lenguaraz justo después de un presidente tan solemne en las formas y en estilo como lo fue Obama. 

Pero ocurrió. Es decir, perder las elecciones las perdió en voto popular, ya que Hillary (48,17%) le sacó más de dos puntos en el voto popular, pero por el sistema de compromisarios por estados que rige en America, acabó siendo presidente. Esto es algo que ya había ocurrido en el año 2000, cuando Al Gore ganó a Bush hijo el voto popular pero perdió el voto de los compromisarios, con la famosa batalla judicial por la contabilización de los votos en el estado de Florida. 

Quizás la mejor viñeta que expresaba el sentimiento con el que se levantó el mundo entero y medio Estados Unidos aquella mañana de noviembre de hace cuatro años, fue la que dibujó David Rowe, en la que la Estatua de la Libertad se había despertado dándose cuenta, con horror, de que se había acostado con el rubio presidente, tal vez a causa de una loca borrachera de una noche de otoño. 

El mundo estaba en shock. La primera reacción de los mercados fue caer con vigor. Durante el día anterior los mercados subieron con fuerza ante la expectativa de la victoria de Hillary, pero cuando se conoció la victoria de Trump, los futuros declinaron rápidamente hasta un -5,74% en pocas horas (futuros S&P 500).

De esta manera, lo que casi todo el mundo temía, que si ganaba el estrambótico Trump los mercados entrarían en barrena, se comenzaba a confirmar y el sentimiento se volvió extremadamente pesimista. Era el fin del orden y el crecimiento. 

Y entonces ocurrió uno de los eventos más curiosos de mercado que recuerdo. Las caídas se pararon y en un sólo día las cotizaciones repuntaron un 7,55% (futuros S&P 500), en lo que fue el inicio de un rally que esencialmente no dejaría de subir hasta enero de 2018, un año y 4 meses después. 

El movimiento fue uno de los mayores cambios de sentimiento que muchos operadores podemos recordar, ya que no es habitual que caídas de tal entidad se recuperen y se superen en sólo 24 horas. Ante el fuerte "golpe en la mesa" de los mercados, muchos tuvieron que rehacer sus escenarios y conceder que tal vez Trump no era un elemento negativo para el mercado sino uno positivo. 

Y vaya si lo fue, a pesar de los años alcistas que acumulaba la bolsa americana por aquel entonces (2009-2016), la tendencia alcista continuó su racha sin caer más de un 20% hasta marzo de 2020, cuando llegó la crisis del coronavirus. Y su efecto fue aún más favorecedor en las empresas tecnológicas, las que más se beneficiaron de unos tipos de interés bajos y unas políticas fiscales muy amigables. Tanto que incluso hoy en día se habla de burbuja en muchas de estas compañías. 

Lo que 2016 nos enseñó y que es aplicable no sólo a las elecciones de 2020, sino a cualquier evento electoral en cualquier parte del mundo, es que hay que alejarse de opiniones y análisis superficiales y centrarse en cómo la llegada de un nuevo presidente o primer ministro impacta de verdad en los fundamentos económicos de un país y en su mercado de acciones en particular, más allá de la estética o de lo que la intuición podría señalar. Es decir, sobre todas las cosas hay que leerse los programas electorales y analizar si esos programas se pueden aplicar y cómo. 

Los análisis fisiognómicos no son análisis financieros y políticos. O dicho de otra manera, las apariencias engañan en muchas ocasiones y es mejor leerse la letra pequeña y mirar en profundidad las cosas. 

Esto, como señalaba anteriormente, no es sólo una lección para Estados Unidos, sino aplicable a cualquier lugar del mundo.

En España somos muy dados a que cada vez que llega la izquierda al gobierno, automáticamente pensemos que el Ibex 35 se va a desplomar. O que de la crisis actual, en la que tenemos un gobierno de coalición con la izquierda populista en el poder, no vamos a salir. 

Lo cierto es que las cosas siempre son más complejas. Desde mi perspectiva personal, este gobierno que tenemos en la actualidad es el más funesto de la etapa democrática, y nos vas a costar horrores salir de la crisis actual. Pero a pesar de todo ello y pesar de que este gobierno carece de cualquier visión estratégica sobre el futuro del país, lo cierto es que es un gobierno que, gracias a Dios, opera con los límites que le marca Europa, lo que hace que la argentinización de España, al menos por ahora, no sea inminente y que con ello veamos, una vez más, una recuperación económica y un mercado cíclico alcista. Sí, incluso en el Ibex 35. 

Con ello, volviendo a Estados Unidos, ¿te gusta más Trump o Biden? ¿Es Biden un socialista y su probable llegada acabará con el rally de la bolsa americana o al menos se producirá un reseteo de la misma? La respuesta, sobre todo, está en su programa. Y en última instancia en los datos macroeconómicos que vayan saliendo en los próximos meses.