A todos nos llega tarde o temprano una mala racha, o incluso algo más que una “simple” mala racha. Y lo mejor que te puede ocurrir es que esa mala racha te llegue al principio, justo cuando estás empezando a aprender a invertir, porque aunque en términos de porcentaje pierdas un 70%, al menos será una cantidad pequeña en términos absolutos (en euros o en dólares).
Enunciado al revés, lo peor que te puede ocurrir es que tu mejor racha llegue al principio, es decir, que no solo empieces ganando sino que además ganes fuerte, porque eso te llevará a un exceso de confianza que hará que te llegue la mala racha justo cuando más expuesto estás (y por tanto mayor es la pérdida en términos de euros o dólares). Es lo que se suele llamar “la suerte del principiante” y en bolsa puede tener una explicación razonable: no estás contaminado por tus posiciones anteriores, no te condiciona “tu opinión previa del mercado” que será la que te haga pensar (consciente o inconscientemente) si has tenido razón o no (es decir, el ego), y no estás cansado psicológicamente por tener que luchar contra el mercado y contra tí mismo. Tu visión es fresca y sin prejuicios, y eso te ayuda a tomar decisiones correctas.
A lo largo de mis 22 años de experiencia en los mercados he visto a muchos principiantes tener suerte. Y he visto a muchos principiantes abandonar el mercado al cabo de dos años (o menos). El plazo en el que empiezan a caer los primeros principiantes con suerte son 9 meses, dependiendo del entorno de mercado. Cuanta más suerte tengas al principio, más probable es que abandones (por voluntad propia o por motivo de “ruina”) al cabo de 6-9 meses. Y el mecanismo es muy sencillo: te vas creyendo muy bueno, porque obviamente cuando ganamos “es mérito propio”, vas asumiendo cada vez más riesgos, hasta que empieza el círculo vicioso: encadenas una mala racha, y al tratar de “enderezar el rumbo”, te hundes cada vez más.
Las trampas son muy numerosas. Hay gente que se arruina “de golpe” al haber calculado mal el apalancamiento máximo viable, es decir, un bandazo violento del mercado arrasa sus posiciones y pierden todo lo ganado durante los últimos 10 meses y mucho más. En poco tiempo pasan de tener beneficios a tener pérdidas irrecuperables, es decir, superiores al 70%. Otros no se arruinan de golpe sino encadenando una racha de operaciones muy seguidas en las que intentan “recuperar lo perdido”, incapaces de cortar la espiral autodestructiva en la que se han metido.
Podríamos darle muchas vueltas al tema, y desde luego lo merece. Pero no me quiero enrollar mucho más. Leí una vez que el famoso especulador George Soros (al que se acusa de tumbar a la libra esterlina y provocar su salida del Sistema monetario europeo en 1992), sólo contrataba a gestores que ya se hubieran arruinado al menos 2 veces. Así que no se piense el lector, en caso de identificarse con todo esto que digo, que su caso es especial : ni somos tan listos como parece (o como nos creemos) cuando ganamos, ni somos tan tontos como pensamos cuando perdemos. Arruinarse, especialmente para los que hacen trading de corto plazo, es una posibilidad muy real y mucho más frecuente de lo que se piensa. Esa es la razón, por cierto, por la que el “malvado especulador” en realidad no es una imagen que envidiar ni perseguir (como hace la izquierda política). La gran mayoría de especuladores fracasan, y solo una pequeña minoría consigue prosperar y sobrevivir. (Me refiero obviamente al trading de corto plazo, no al inversor semi-pasivo de largo plazo).
El proceso psicológico asociado al “arruinarse” es de lo más humano que hay, de lo más “estándar”. Si es tu caso, no caigas en la trampa de pensar ni por un segundo, que eres más tonto o más “defectuoso” que los demás. Los mercados financieros y sobre todo el sistema financiero parecen diseñados para “embaucar” a la mayor cantidad de personas, y hacerles creer que son tontos. Pero no lo son: simplemente son humanos, y de la misma manera que caemos, tenemos que aprender de nuestros errores para no repetirlos y mejorar.
Conclusión.
La psicología es muy importante. No somos ordenadores sino humanos que invierten. Por lo tanto, no es un detalle menor el considerar si llevamos 2 meses o 10 años invirtiendo, y si tenemos acumulado un confortable colchón o no. Porque no es lo mismo perder un 10% sobre un 30% previamente ganado que perder ese mismo 10% sobre nuestro capital inicial.
Ir de menos a más.
Cuando vamos ganando estamos más relajados y podemos tomar decisiones más serenas y por tanto con mayor probabilidad de ser correctas.
No tengas prisa: SIEMPRE va a haber oportunidades en los mercados, a cientos. No hay que tener ninguna prisa por ganar. Al contrario, hay que tener mucha prisa por no perder.
La prioridad es DEFENDER el capital, protegerlo como nuestro bien más preciado. No solo porque es nuestro, sino porque es la materia prima con la que hacer más dinero en el futuro. Si lo perdemos, no podremos hacer más dinero posteriormente.
Ir de menos a más es un “truco” simple y efectivo. Ya tendrás tiempo de asumir riesgos, de ser agresivo, de ser super ambicioso. Recuerda que siempre habrá oportunidades, y más hoy día donde tenemos el mundo a nuestro alcance, miles de activos en los que invertir, al alza o a la baja. Así que no tiene ningún sentido tener prisa.
Ir de menos a más te permite ir aprendiendo y afianzando conocimientos y experiencia, a la vez que vas constituyendo un colchón. Esos conocimientos y experiencia te dirán algún día que “este es el momento de sacar el león que llevo dentro y atacar a saco”. En ese momento sentirás que la idea de sacar las garras y ser agresivo no es tuya, sino del mercado. Sentirás que tú estabas relajado tranquilamente y de repente has visto una oportunidad tan clara y grande que no la puedes dejar escapar. No eres tú el que ha ido a por la oportunidad, sino ella la que ha venido a por tí (aunque para eso es necesario que estés abierto y observando el mercado, obviamente…). Parece una diferencia sutil pero lo es todo: no se debe forzar la operativa, hay que dejarla fluir y mostrarse agresivo pocas veces, solo en esos momentos en los que sientes (gracias al conocimiento y experiencia acumulados durante años), que no puedes dejar de hacer esta o aquella operación. Esto no puede ocurrir siendo novato, por lo que cuando empiezas solo hay un camino: la prudencia, la fase de experimentación, de tests y de paciencia. No hay atajos, salvo los que te pierden.
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