En artículos anteriores ya escribí sobre Grecia, los griegos y Tsipras. Expresé mi convencimiento de que nada podía hacer nadie por ellos y que, además, eso era lo mejor que les podía pasar: que nadie hiciera nada por ellos ( aquí ).Y sencillamente la clavé. Y también expresé mi opinión cuando Tsipras anticipó las elecciones tras haber perdido el referéndum (aquí ). Y sencillamente la he vuelto a clavar. Es lo que hay.
Dado que la similitud del caso griego con el catalán es más o menos del cien por cien, a estos últimos tampoco hay nadie que pueda ayudarles. Llevan décadas y décadas siendo engañados y dejándose engañar por la misma clase oligárquica de siempre -- mismos perros con distintos collares, que se dice... --, con el mismo trapo infantil de siempre y con el mismo y único objetivo de todos y cada una de las personas, grupos, mafias, partidos, colectivos, medios de comunicación...que han creado y utilizado el nacionalismo a lo largo de la Historia: reaccionar mediante el trapo nacionalista ante cualquier cambio de circunstancias que pusiera en peligro sus privilegios oligárquicos y su poder feudal sobre el terruño. Lo hizo Sabino Arana y lo continúa haciendo todo el nacionalismo vasco, con tiros o sin tiros en la nuca; lo hizo Hitler, lo intentó hacer el Partido Socialista Andaluz cuando estalló lo de los ERES, lo hicieron los Jemeres Rojos y lo intentan hacer en España desde hace décadas todos y cada uno de los poderes autonómicos que se resisten ahora a vivir sin los privilegios de jeques árabes que a través de la Constitución del 78 pusimos ingenuamente los españoles en sus manos. No solo los nacionalistas del País Vasco y Cataluña, que tienen más experiencia en esto del trile colectivo, sino Murcia, Aragón, Castilla la Mancha, Andalucía, Extremadura...,todos se niegan en redondo a cualquier modificación, corrección o racionalización que suponga la más mínima reducción o eliminación de los - ahora lo sabemos todos -, absurdos, mastodónticos y carísimos Reinos de Taifas creados a imagen y semejanza del Gobierno del Reino de España. De hecho, la dinámica creada por este grupo de millones de interesados hace que, aun sabiendo ya todos que 17 parlamentos autonómicos con capacidad para crear leyes, 17 administraciones autonómicas mamando de la teta pública, mirando todas y cada una de ellas para su propio interés, con sus propias empresas fantasma, sus propios observatorios, sus propios funcionarios, sus propias administraciones paralelas, sus propios políticos, asesores y sindicalistas infiltrados, sus miles y miles de enchufados, sus propios medios de comunicación, tertulianos, opinadores, mamporreros y chupapollas, todos ellos chupando todos los meses del erario público, aun sabiéndolo ya todo todos, aun así, parece que todavía no es sencillo que nos planteemos que quizás algún día sería interesante salir de este manicomio en el que solitos y sin ayuda de nadie nos metimos un día. A ver qué hay fuera, aunque sea por curiosidad.
Una de las ideas que esta locura colectiva de décadas ha fijado en el imaginario colectivo del pueblo español es la de que no es posible de ninguna manera vivir sin estos 17 gobiernos y administraciones autonómicas. O dicho de otra manera: que vivimos y pensamos como que estos 17 Reinos de Taifas carísimos y mastodónticos han existido de siempre a lo largo de Historia de España y son, por tanto, tan fijos, intocables e inevitables como los mártes después de los lunes. ¡ Acojonante la masa y sus delirios siete días a la semana. !
A todos nos tiemblan las piernas cuando intentamos ponernos de pie por primera vez. A mí me resultan especialmente tiernas, además de las de los bebés, las imágenes de los potrillos, cervatillos y terneros cuando a poco de haber salido de la placenta materna intentan ya ponerse de pie como sus padres. Casi la misma ternura, si no fuera por lo patético, me producen las autonomías o regiones como Galicia, Andalucía, Murcia o Castilla La Mancha cuando intentan hacer lo mismo que el País Vasco o Cataluña en la acomplejada relación de todos sus dirigentes con en gobierno central desde el fin de la dictadura ( Arzalluz-Ibarretxe-Pujol-Tontilla-Mas ). No me cabe duda de que esa ternura que provocan los novatos está directamente relacionada con la certeza de que les sabemos al igual que potrillos y cervatillos absoluta e intrínsecamente indefensos. Como inválidos de nacimiento, vamos. Sin embargo, cuando, por los motivos y a lo largo del tiempo que sea, la capacidad de los nacionalismos de hacerse daño a sí mismos y de hacérselo a los demás aumenta de manera considerable, la progresiva desaparición de su capacidad de generar no ya ternura sino una mínima empatía en los demás termina haciendo nacer en estos últimos una sensación de incomodidad particular y desconcierto mental general que fin de semana antes, fin de semana después, termina haciendo cagarse por la pata abajo hasta el más pinturero de los lelos de la piel de toro, articulistas, catedráticos y pseudopensadores incluidos. En estos casos específicos de Euskadi y Cataluña, y a diferencia de las citadas y el resto de Comunidades Autónomas españolas, la confluencia del poder económico tradicional propio de la región con el poder autonómico-político contemporáneo de la Ley, dispensado con ingenua generosidad a través de nuestro ordenamiento jurídico actual, hace que llegado un momento en el tiempo tanto a los protagonistas activos de un lado, los nacionalistas, como a los protagonistas pasivos del otro, los no nacionalistas, termine yéndoseles la olla de una manera afortunadamente casi casi irreversible. Casi. En efecto, es tal el desconcierto mental que provoca en la masa tanto poder y tanto dinero utilizado de manera inmisericorde durante tan largos períodos de tiempo, décadas y décadas, por el trapo nacionalista del nosotros frente al ellos que cada equis tiempo, y de manera inevitable, tanto los del trapo como los mansos ya requetebien toreados terminan recibiendo ese estoconazo de realidad largamente y en silencio temido por todos. Las patologías es lo que tienen, que fin de semana antes fin de semana después sus efectos nunca fallan.
Así es. Todos los protagonistas, los activos y los pasivos, saben en definitiva que no se están portando bien: unos porque saben que llevan tocándole los cojones al padre ya cierto tiempo y saben que las costumbres se hacen leyes; y los otros porque saben sin ningún género de dudas que no deberían haber permitido que nadie comenzara a tocarles los cojones como desde hace cierto tiempo alguien se los está tocando. Pero como todo en la vida, nada conseguimos saber hasta que no lo hacemos. Sí, amigo, sí, una cárcel y nada más que una cárcel: eso es la inteligencia sin valor.
Que me lío... Que llega un momento en que los nacionalistas vascos, antes, y los nacionalistas catalanes, ahora, terminan de creerse sus propias mentiras, sus propias majaderías, sus propias tonterías, y terminan autoconvenciéndose de que por gracia divina -- ambos se consideran "el pueblo elegido" -- son poseedores de la Ley, de la fuerza para aplicarla, del dinero, del ejército y de los mejores, más astutos, más inteligentes, más valerosos y más honrados dirigentes (¡ Arzalluz-Ibarretxe, Pujol-Mas, Romeva-Romeva, vaya tela ! ) y les da por echarle un pulso al resto de España. Debe ser por aquello que se cuenta de David, Goliat y la pedrada. (De pedradas y manicomios va esto, sí.) Y, a la vez, y al mismo momento, la inmensa mayoría del resto de España está tan toreada y desde hace tanto tiempo por tontos, orates, lelos, iluminados, progres adolescentes de cualquier edad, e hijosdeputa interesados a diestra y siniestra que quizás todavía no terminen de tener claro que llega un momento, el de las Generales de diciembre en este caso, en el que ya no queda otra que o dar por el culo o que te den. Y el problema es que, en mi modesta opinión, el pueblo español lleva tanto tiempo sintiéndose como dado por el culo que quizá lo que esté viviendo en estos últimos momentos no sea sino una sensación como de pánico a verse un día liberado de tanta polla ajena.
Rajoy recibe el apoyo de los españoles y da por el culo a Mas. Termina así la historia de la traición de los nacionalismos vasco y catalán a la generosidad y buena voluntad demostrada por el pueblo español tras el franquismo. (Yo que Vd. no me jugaría la pasta en contra.)
Identifíquese ó regístrese para comentar el artículo.