El resultado final de la reforma desagrada notablemente a diversos analistas. Así, por ejemplo, el director general del
Instituto Bruno Leoni,
Alberto Mingardi, la
califica de una reforma
"mal concebida" y de ir justamente en la dirección equivocada. No solo se habría perdido una gran oportunidad para culminar el proceso de liberalización del mercado laboral sino que, según Mingardi, lo único que consigue es
aumentar el coste de la contratación de empleo temporal sin reducir el coste del segmento sobreprotegido.
Al igual que en España, la disfuncionalidad del mercado de trabajo italiano es una preocupación destacada por los organismos internacionales. El aspecto más destacable y polémico del código laboral italiano es el
Artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores que se aplica a compañías de más de 15 asalariados, considerado una anomalía en comparación con otros países europeos.
Según este artículo, una vez que un empleado es despedido tiene posibilidad de
recurrir a los jueces, y en caso de que éstos den la razón al empleado -a través de procesos de litigio que pueden prolongarse notablemente en el tiempo-, el empleador puede verse obligado a recontratarle, además de pagar una indemnización.
Al hacer que el despido individual sea extremadamente complicado -la interpretación de los jueces de despido por "causas económicas" es estrecha-, este artículo tiene el efecto de, por un lado, introducir una incertidumbre poco deseable para todos los agentes involucrados, y, por otro, incrementar el coste esperado de despido individual, lo que puede imponer una carga importante sobre las empresas.
Desde el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage/Wall Street Journal, se señala, por un lado, que las
persistentes rigideces en su marco laboral restringen el crecimiento dinámico del empleo, y por otro, que una parte considerable del empleo en Italia permanece en la economía informal.
No obstante, el índice de la OCDE sobre nivel de protección del empleo sugeriría que éste no es alto en comparación con otros países europeos; de hecho, Italia tiene casi la misma puntuación que Alemania en esta rúbrica. Esta aparente paradoja nos la resuelve
Emilio Rocca, investigador especializado en cuestiones laborales y de pensiones del Instituto Bruno Leoni.
Preguntado por
Libre Mercado, Rocca apunta a la
fuerte dualidad laboral como causa de este hecho: al existir un segmento de trabajadores muy protegido (que cubre a menos del 45% de los trabajadores italianos: empleados públicos y asalariados de empresas de más de 15 trabajadores) y otro con apenas protección, una medida agregada de rigidez del mercado puede ser muy poco ilustrativa de la realidad de éste.
Este problema de la dualidad es destacado por la OCDE en sus
Perspectivas de Empleo 2011 en Italia, donde señalan que éste es un problema creciente, especialmente como consecuencia de la crisis: "El mercado laboral italiano se está haciendo más segmentado, con trabajos más maduros en empleos estables y protegidos, y muchos trabajadores jóvenes en empleos más precarios".
Según esta publicación, este fenómeno se debería a "la
estricta legislación de protección del empleo de los trabajadores fijos". Si bien ésta ha podido contener el impacto de la recesión sobre el empleo, sostienen, tendría también efectos negativos sobre la recuperación, al desincentivar la contratación.
Tasa de paro irrealAhora bien, la cifra de desempleo de Italia causa cierta perplejidad. ¿Cómo puede decirse que es disfuncional si tan solo tiene una tasa de paro del
9,3%, por debajo de la media de la Unión Europea?
Tasa de paro en la Unión Europea