La subida de la bolsa americana y mundial desde oct-2019 hasta ene-2020 puede considerarse un evento “mini cisne negro”. En un momento en el que se habla de fin de ciclo, de recesión en el horizonte, de mercado sobrevalorado, etc, resulta que las bolsas pegan un acelerón y se ponen a subir en vertical. ¿Cómo es posible?
Los “expertos” siguen “acusando” a los bancos centrales de echar leña al fuego e inundar los mercados con más liquidez, amplificando una subida que tildan de artificial desde hace años. ¿A qué expertos me refiero? Bueno, no a todos obviamente. Pero si queréis un lugar donde buscar expertos muy documentados, con sesudos informes y demostraciones científicas, podéis ir a la web zerohedge, que lleva años publicando exclusivamente datos y noticias negativas para los mercados.
La realidad es que los expertos que acusan a los bancos centrales en realidad se están justificando sin caer en la cuenta de que ese argumento no vale: no pueden decir que la realidad de los bancos centrales sea un evento externo, fortuito e imprevisible, sino todo lo contrario. Por lo tanto, en lugar de acusarles, deberían haberlo previsto y haber anticipado la subida (o al menos no haber anticipado caídas!)... suponiendo que su argumento de que la bolsa sube por los bancos centrales sea correcto (y en realidad no lo es…).
Pero vayamos más allá.
Esta subida VERTICAL que vemos por ejemplo en la bolsa americana, en un contexto de macro débil y supuesto agotamiento cíclico, debería servir para que los “expertos” reconozcan en realidad su ignorancia. Pero claro, ¿quién se atreve a invertir en bolsa “sin tener ni idea”?
Invertir a ciegas: no entiendo nada, pero invierto.
Este último tramo alcista va a superar en odio a cualquier otro tramo anterior. Porque sin duda, este es aún más incomprensible. Más de uno dirá que paciencia, que ya caerá… Pero lo cierto es que si el Nasdaq cayera un 40% desde los niveles actuales, aún estaría más arriba que el nivel de 2015, cuando los expertos ya se bajaron del tren. Por lo tanto, es probable que los bajistas de zerohedge nunca puedan volver a entrar en bolsa a un precio “atractivo” para ellos.
Por cierto, habréis notado que no me meto en el grupo de los expertos. Y lo hago conscientemente. Me considero un eterno aprendiz, y creo que en bolsa no se puede ir nunca de experto, porque es una realidad tan increíblemente compleja, que nos supera. De hecho, el enfoque correcto es precisamente “no ir de experto”.
El enfoque de “no soy experto”.
Este enfoque es de gran ayuda porque te ayuda a relativizarlo todo, a no tomarte demasiado en serio tus argumentos, y a aceptar la enorme parte de incertidumbre que tiene.
En última instancia, invertir en bolsa es un acto de fe. Piensas que los datos observados en los últimos 150 años “probablemente” se sigan repitiendo. Tienes fe en que comprar acciones de las empresas que fabrican la riqueza mundial es lo más lógico y lo más correcto, y no te puedes equivocar siendo co-propietario de empresas que fabrican bienes reales.
Bueno, en realidad hay mucho más que eso, y obviamente el conocimiento y la experiencia tienen una importancia clave. Pero lo que no puede ser es que al ir avanzando por el camino del conocimiento, nos olvidemos del párrafo anterior, que es puro sentido común, “sabiduría” básica...que funciona.
Y aquí pasamos a mi tema favorito: el exceso de ciencia y la falta de filosofía (que significa “amor por la sabiduría”). Lo que llamo “exceso de ciencia” es precisamente lo que hacen los expertos que se toman muy en serio a sí mismos. Les falta “sabiduría” para comprender las enormes limitaciones de sus análisis, y para aceptar que son ignorantes y por lo tanto deben invertir un poco “a ciegas”.
Uno de los pasajes que más me llamó la atención de Paramés (ex-Bestinver, ahora Cobas), en su libro “Invirtiendo a Largo Plazo” es cuando en la parte final, después de exponer sus ideas y razonamientos durante todo el libro, suelta una “perla” que seguramente ha pasado desapercibida para la mayoría. Dice, literalmente, que cuando invierte y le va bien, prefiere considerar que “ha tenido suerte”. Esto es precisamente lo que siempre he hecho yo. (y no es el único punto en el que coincido con sus ideas o planteamientos).
Sí, claro que soy experto. Pero no me lo creo, porque antes de ser experto, soy humano. Es decir, soy experto en comparación con los demás seres humanos. Pero no soy experto en términos absolutos, en comparación con la inmensidad del Universo y la vida en la tierra. Lo que sé es una fracción muy pequeña del todo, y por lo tanto de alguna manera tengo que aceptar la gran paradoja: soy un experto, pero sé MUY poco.
Los expertos que ponen de relieve su falta de filosofía son los que se estrellan. Van de expertos, pero no lo son. Y desgraciadamente, el sistema hace que muchos de los expertos “de verdad” sean expulsados del sistema, mientras que los charlatanes permanecen, porque en gran medida, el público -ignorante-manda. El público espera respuestas claras y contundentes. No solo quiere que exista una respuesta y una explicación, sino que además quiere entenderla. ¡ Tremendo ! Quiero una explicación porque no puedo vivir con la incertidumbre, pero además, quiero que esa explicación sea sencilla para entenderla.
Y claro, el cliente manda. Si no tiene su explicación, buscará otro “experto”. Si el medio de comunicación no encuentra nada interesante y atractivo que “vender” a sus lectores, buscará otro experto. Y así las cosas, la propia dinámica hace que el experto de verdad, el que sabe decir casi siempre “no lo sé”, es expulsado de la escena.
Esta es la realidad como regla general. Hay excepciones cuando un experto de verdad (es decir, que tiene los conocimientos técnicos, la “ciencia”, y a la vez la filosofía o “sabiduría” necesaria, en su campo...y en la vida) consigue la independencia total y puede decir lo que piensa sin miedo a ser expulsado. Es el caso de Paramés entre otros.
Por eso el lema que uso a menudo en algunos de mis perfiles: “el exceso de ciencia sin filosofía es peor que la ausencia de ciencia”. Para invertir con éxito es mejor tener algo de filosofía y nada de ciencia, que mucho de ciencia y nada de filosofía.
EPÍLOGO: Para caer fuerte, el mercado primero tiene que subir fuerte.
Esta realidad, que los técnicos conocemos bien, es la que muchos “expertos” han olvidado o ignorado durante todos estos años. Sí, es cierto que el actual ciclo alcista está batiendo todos los récords… pero en duración temporal, no en amplitud de la subida, que está siendo relativamente moderada.
Con esta subida vertical, que se produce después de 10 años de ciclo alcista, puede decirse que entramos en zona peligrosa, por fin. Para que se produzca un buen susto, primero tiene que haberse producido una fase de relativa euforia. Pues bien, por fin la tenemos.
Esta subida nos ofrece, ahora sí, el caldo de cultivo para una futura caída fuerte. Eso sí, no será para mañana, porque primero tendrá que madurar el techo. Pero me atrevería a decir que a diferencia de 2015, los que se bajen del tren a estos niveles, es muy probable que vuelvan a tener oportunidad en los próximos trimestres o años de volver a entrar por debajo de los niveles actuales. Esta es una “información” valiosa para el inversor de largo plazo...
El sentimiento es la clave.
Por cierto, escuchaba antes en la radio (francesa) a un “experto” que decía que esta subida no tenía el apoyo de los fundamentales, porque los beneficios de las empresas no acompañaban. Lo que este experto no dice (o no sabe…) es que el motor de la bolsa en horizontes inferiores a 3-4 años no son los beneficios, sino el sentimiento. Es absolutamente normal que la bolsa suba sin que suban los beneficios de las empresas. También caerá luego mucho más que los beneficios de las empresas.
La bolsa oscila fuertemente por encima y por debajo de su tendencia de largo plazo. El PER se puede considerar en realidad un indicador de sentimiento: según la parte del ciclo en la que estemos, los inversores compran bolsa a PER 5 o PER 20. Es decir, están dispuestos a pagar 5 veces los beneficios anuales de las empresas para invertir (comprar sus acciones), o están dispuestos a pagar 20 veces esos beneficios anuales (hablando de una media global para todo el mercado). Esto es la mejor expresión del sentimiento: básicamente la emoción de la masa hace que puedan pagar hasta cuatro veces más caro el mismo activo según estemos en una fase de pesimismo (generalmente después de una recesión) o de optimismo (generalmente después de una larga expansión económica).
Hemos entrado en la fase optimista, casi eufórica en EEUU. No descarto en absoluto que vaya a más en EEUU, hacia el techo del canal de largo plazo, y en paralelo Europa dé otro salto hacia arriba. Como digo a menudo, el Chartismo (o análisis directo del precio, sin indicadores ni complicaciones) es extremadamente potente por sí mismo. Por ejemplo: no necesito ningún indicador “extra” para detectar euforia cuando veo un gráfico que sube en vertical, sin formar dientes de sierra.
La ausencia de dientes de sierra es euforia.
Cuando un valor sube en vertical, sin hacer retrocesos (que forman parte de la esencia del movimiento del precio), puede significar que hay una noticia importante o un dato clave, o que ha caído previamente a plomo y se ha visto que era solo un susto, sin que la sangre llegue al río. En ese caso no es euforia, sino simplemente “reajuste” a la realidad.
Pero cuando es un índice como el Nasdaq el que sube en vertical, DESPUÉS de una larga subida previa, y lo hace sin formar dientes de sierra, entonces no necesito más indicadores para saber que hemos entrado en fase de euforia. Eso sí, no sé hasta dónde llegará esa euforia: podría pararse ya, o podría seguir subiendo otro 7-8% hacia el techo del canal que muestro en los siguientes gráficos.
En definitiva, estamos en fase de aceleración alcista después de 10 años de subida, cerca de un relevante techo de canal de largo plazo, y sin formar dientes de sierra (pequeñas correcciones de corto plazo). Estamos pues en una fase de euforia, que en cualquier caso no es comparable con la de finales de los años 90 ni con el techo de 2007 (es importante destacar esto también), pero no tengo prisa en anticipar un techo de mercado (porque es un error metodológicamente hablando: ver mi post “No queremos intuir un techo de mercado, queremos verlo”). Dejemos que el mercado vaya madurando, y veremos si incluso tiene fuerza para salirse “momentáneamente” del canal alcista por arriba. Eso estaría muy bien para plantear después un gran susto de verdad. Paciencia, el mercado tiene sus tiempos, necesita madurar, y es mucho mejor llegar un poco tarde que intentar llegar un poco pronto (a la hora de anticipar el fin de las subidas y el inicio de las caídas).